En el campo / Perro, un cuento rural
Por Luciana Sousa
Ese mundo sórdido, doloroso y pequeño se puebla de personajes tristes y defectuosos. Las relaciones que entre ellos se instalan también son defectuosas; están pervertidas e intervenidas por un sometimiento mutuo. Abusan y son abusados, humillan, y son humillados.
Así, Perro dialoga con otras obras que en los últimos años han recuperado la representación del espacio rural, y que se preguntan qué es el campo, quién lo habita, y quién lo gobierna. Perro responde: en el campo nadie es dueño de nada, ni siquiera de su destino. En él se esconde lo bestial, lo primitivo, la barbarie. El campo sigue siendo un desierto que ya no se quiere conquistar. No entra la ley, ni la moral. No hay civilización. Solo es posible recurrir al Gauchito y a la Difunta Correa, para pedirle el milagro: salir de ahí.
Perro despliega todo un repertorio de la animalidad, deudor evidente de la cultura rural, que se suma a otros elementos como el curandero, la pulpería, y la cautiva, que se articulan en un círculo infinito. Pero la cuerda se tensa y se rompe, y el perro, caracterizado por su lealtad, traiciona y muerde.
Sobresale la actuación de Hernán Grinstein, quien no solo interpreta al entrañable personaje del Perro, sino que es el autor y director, responsable de recuperar esta historia, originalmente montada por Tolcachir en 2008, e imprimirle una buena dosis de ternura y humor que alivian la tensión de este logrado relato.