“La preocupación que tenemos es lo grupal, es hacer teatro”
Por Maricruz Gareca / Boris Katunaric / Juan Ciucci
APU: En principio, queríamos saber qué fue lo que te interesó de la propuesta de hacer este tipo de espectáculos en cárceles.
Corina Busquiazo: Me formé en un grupo que se llama Los Calandracas, que hace 25 años que hacemos teatro. Hacemos teatro en todos lados, empezamos en las plazas de la ciudad de Buenos Aires, después en escuelas, en hospitales, en diferentes lugares, incluso en la morgue. Creemos que el hecho teatral se puede realizar en cualquier lugar, y por qué no en un penal, en una cárcel. La verdad es que nunca había hecho, pero conocía una experiencia en España, había visto en una cárcel en Barcelona una obra de teatro que estaba muy buena, estaba muy bueno lo que pasaba pero no me gustaba la obra, y pensaba que era una lástima desaprovechar la situación. Porque habían convocado un director inglés, y cuando vos notas y decís qué lástima, tan buenos actores y que no se haya hecho otra cosa. Tenía esa experiencia y después sí había actuado en la cárcel que estaba en el Borda, en la Unidad 21 –creo- donde habíamos ido a hacer un espectáculo con un compañero, pero eso era toda mi experiencia.
Esto era un desafío y de arranque pensé que, si lo hacía, tenía que hacerlo con todo porque si no me traicionaba y traicionaba lo que se hace. No podía venir a versear, tenía que venir a hacer algo que tuviera sentido y que estuviera bueno. Tenía que buscar que lo que contara, cómo lo contara, cómo lo hiciera, estuviera bueno.
Que el resultado del proyecto se debe al acompañamiento y a los conceptos que maneja el Circuito Cultural Barracas, que elegir un texto de Ricardo Talento, director y dramaturgo del Circuito Cultural Barracas significo también poder alcanzar el objetivo de trabajar con un material sensible, que dé como resultado la ternura, romper con moldes sobre lo establecido, dejar una sonrisa y a su vez un pensamiento crítico. Para ello poder consultar a Ricardo y tener su mirada experimentada hizo que el trabajo pueda crecer. También quiero aclarar que sin Amalia Lopardo, trabajando conmigo a la par no se hubiese alcanzado el producto artístico que logramos. No vamos a Ezeiza a hacer que hacemos teatro porque “pobrecitos los chicos están presos y están excluidos de esta sociedad”; vamos a realizar una tarea artística que los transforme y transforme a quienes lo miran. ¿Por qué no puede haber un teatro en un penal? Donde los presos además de hacer broches o muebles hagan obras de teatro de calidad.
APU: ¿Cuál es el grupo con el que estás haciendo esto? ¿Cuántos son los que participan?
CB: El grupo que ustedes vieron se llama “Negros tenían que ser” y surge en la Unidad 2. Cuando comencé aquí, también lo hice en la Unidad 4 y en la 6. En la Unidad 6, que es la de travestis, no prendió, siempre venía uno, dos pero no la gente no se enganchaba, entonces dejé de ir. Después estuve en la Unidad 4 que es la de máxima seguridad, y tiene un grupo muy cambiante, un día vas y hay tres, otro día vas y hay cinco. Se llegó el año pasado pero fue justo antes de la fuga, llegamos a ensayar, a hacer el ensayo general para la obra de Isidro Velázquez y fue justo el día de la fuga, así que ese día no se pudo hacer; estaban los familiares en la puerta, incluso, así que fue una frustración enorme. A partir de ahí, fue muy difícil entrar al Módulo, desde esta última etapa solo permiten que venga gente de un solo pabellón en la Unidad 4.
Con la Unidad 2, con “Negros tenían que ser” vengo trabajando hace más de un año y ésta es la tercera obra que hago. El grupo que ustedes vieron hoy, los que actuaron, son una parte, pero hay muchos más, lo que pasa es que algunos no querían hacer de mujer, por eso incluso algunos salieron con máscaras, otros ayudaron, asistieron, pero bueno, era lógico que les pasara eso porque era fuerte actuar de mujer. Pero igual estuvo bueno porque estuvieron participando, o sea, el grupo en total serán 18 más o menos, pero como dije hace un rato, por ahí llegas un día y te encontras con que lo trasladaron o salieron en libertad, están sancionados o hay una requisa y no podes laburar.
APU: Hacías mención por la obra, por la temática, para ellos disfrazarse de mujer ¿qué te pareció qué movilizó eso?
CB: Movilizó mucho. Ya en la obra anterior, dos de ellos habían actuado de mujer. O sea, cuando María me dijo: bueno, ahora vamos a encarar el teatro de humor, la verdad que cuando ellos actuaban de mujer provocaba mucha gracia, era muy divertido. Hacer de mujer ahí adentro es una total desfachatez, es muy loco pensar que en una cárcel llena de hombres algunos actúen de mujer. Empecé a buscar y a buscar, también con la preocupación de qué contar, porque para mí tiene que ser muy importante qué contar, yo tenía a mano estas obras en las cuales yo actúo con mi grupo, entonces traté de tomar ésta Pensando en ellas, ¿qué pasa si tomamos estas mujeres? Me empecé a preguntar un día, lo hablé con ellos, dijeron que sí, empezamos a charlarlo. Leí un pedazo de esta escena, era como un ejercicio, y dijeron “me pasa con mi mujer, que cuando está planchando, a veces yo la llamo por teléfono y está cuidando todos los pibes, está a los gritos, sacada porque tiene que hacer todo”. Después, aparecieron los otros dos fragmentos de la escena e, inmediatamente, le empezamos a dar el sentido de hacer no una obra feminista, sino de hacer una obra que hablara de las mujeres que no están ahí. Muchas cosas salieron de improvisaciones, de juegos. En concreto, las escenas son escenas que sí respetan la obra del dramaturgo.
APU: En el debate posterior a la obra, muchos de los internos expresaron que habían experimentado algunos cambios a partir de este taller ¿cuál es la devolución que vos ves de parte de ellos, desde que empezaste hasta ahora?
CB: Muchos de ellos no habían hecho nunca teatro, para muchos de ellos el poder decir un texto, era una cosa importante. Me pasó, por ejemplo, que una vuelta le di a uno de ellos para la obra anterior, la primera, una poesía de Atahualpa Yupanqui. Le dije, mirá Rafael, te tenes que estudiar esto, y él me dice “Pero, Corina, vos estás loca, yo me drogo desde los ocho años, tengo 36, vos te pensas que yo voy a saberme esto de memoria”. No, dale, le dije, ponete las pilas. Entonces, le insistí, le insistí porque primero era el no rotundo porque pensaba que no iba a poder; seguí insistiendo y creando y sosteniendo el espacio y pudo hacerlo; después incluso me pedía más , al punto que empezó a pedirme más, era el que quería tener más textos de todos.
Después, me pasaron otras cosas como, por ejemplo, esto de que se aprendieran un poema para la obra y llamar por teléfono a la familia para decirles: me aprendí un poema y se los recitaba; cuando me contaba esta escena, me conmovía porque era toda la familia en el teléfono escuchaba cómo el preso, en la cárcel, decía un poema en el teléfono. Esto es súper confortante, me parece maravilloso porque uno piensa qué acceso a la poesía tendrán, por ahí uno leerá, van a la escuela, pero que puedan tener a mano uno y que puedan aprendérselo de memoria, es muy sanador, hace bien.
Pero, además, otra cosa: el crear. Yo siempre tuve la preocupación de formar un grupo, armar un grupo, lo cual es muy difícil acá por la dinámica: llegas un día y encontras que trasladaron a uno, el otro no está. Me pasó, por ejemplo, que cuando íbamos a estrenar, Gabino Ezeiza, el que hacía de protagonista, ese día lo habían llevado a un juzgado, o sea que no estaba. Entonces yo llegué, imaginate hoy, y me dicen que no está el actor; ahí, uno de los chicos que hasta ese momento no se había animado a actuar –operaba como técnico de sonido- agarra y me dice: yo lo hago. Te imaginas el salto que tuvo que dar, actuar un personaje que nunca había ensayado, pero se vistió, salió y estuvo bárbara la obra porque él venía viéndola en los ensayos.
La preocupación, entonces, es lo grupal, la preocupación que es este proyecto que tenemos de verdad que es el de hacer teatro. Hacer teatro es decir elegimos esto, queremos contar esto y esto es lo que queremos hacer. O sea, tener un proyecto. Una de las cosas que ellos dicen, que me lo dijeron la otra vez y fue una devolución riquísima, es que es una de las primeras veces que acá adentro algo se termina, algo se hace, se concreta. Porque ellos acá trabajan, estudian, pero no sé bien por qué dijeron eso, que sentían que había algo que se hacía de verdad. Esa devolución, para mí, fue increíble.
Después hay mucho respeto, y como dijo alguien que vino a ver la obra, la ternura que expresan es increíble, cómo puede tener tanta ternura para dar y eso es impresionante.