Los piquetes del 10A

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Los piquetes del 10A

10 Abril 2014

Por Horacio Bustingorry

¿Cuál debería ser el rol del Estado frente a los piquetes del 10 A? Son razonables las voces que reclaman su accionar para garantizar el derecho al trabajo y la libre circulación. Sin embargo, lo más razonable es dejar que la jornada transcurra, y que la propia impotencia para extender la protesta de las organizaciones convocantes diluya la medida.

¿Sería pertinente que el Estado actúe para permitir el derecho al trabajo? Seguramente, pero en un país como Argentina, donde existe un comprensible y saludable rechazo a la represión, es necesario extremar medidas para evitar males mayores. De esta manera, no ocurrirían incidentes como los que dejaron un saldo de varios heridos (entre manifestantes y gendarmes) en el corte de la Panamericana. Es necesario recordar también, que el mayor ataque contra el derecho al trabajo lo generaron las políticas neoliberales de los 90, y que el piquete fue un gran instrumento de lucha para modificar ese estado de cosas, y crear las condiciones para que el kirchnerismo realizara su formidable política de descenso de la desocupación.

Lo central de la jornada del 10 A es que, hasta ahora, los cortes han tenido escasa convocatoria. Estamos ante un día atípico que dista mucho de repetirse sistemáticamente. En este contexto, no debería manifestarse tanto celo para evitar los piquetes, más cuando estas acciones vuelven a repetirse luego de haber transcurrido un año y medio desde el 20 N de 2012.

Lo que está detrás de la poca concurrencia y falta de acompañamiento a la medida es el programa ultraizquierdista de las organizaciones convocantes. Esbozan reclamos justos y expresan un síntoma del deterioro económico y social de los últimos dos años. Pero su postura antigubernamental y el nulo reconocimiento de todas las conquistas conseguidas durante el ciclo kirchnerista, no constituyen un programa compartido por la mayoría de la población. Testimonio de ello, son los cortes que tuvieron que ser levantados. Ante este panorama, dejemos que por su propia dinámica, los piquetes terminen diluyéndose.