Arriba los que luchan

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Arriba los que luchan

02 Mayo 2014

Por Luciana Sousa

El filme, de archivo generoso y ritmo preciso, se presenta como un diálogo histórico entre la vida de Jorge Massetti en la década del ´60 y el recuerdo de su hija, en 2006, quien estuvo a cargo del prólogo de la segunda edición del célebre libro de su padre Los que luchan y los que lloran.

Arriba los que luchan recupera comentarios de dirigentes de primera línea de la Revolución, así como el testimonio de sus familiares cercanos y de colegas como Rogelio García Lupo y Osvaldo Bayer, que revelan anécdotas y aportan aproximaciones sobre la vida urgente de Masetti.

Fundador y primer director de la agencia Prensa Latina, el argentino devino en 1963 en el Comandante Segundo, jefe escogido para abrir un frente en la región de Salta, Argentina, como vanguardia y proyección del Ejército Guerrillero del Pueblo que debía encabezar el Che.

A 50 años de su desaparición, el cine documental logra así crear un registro completo, único y de calidad sobre una de las figuras más importantes de la Revolución Cubana.

La palabra en acción

Jorge Ricardo Masetti nació en Avellaneda en 1929. Segundo hijo de un matrimonio de clase media, católico, desde muy joven se interesó por las letras y el periodismo, oficio que ejerció a partir de los 15 años, cuando entró como aprendiz en el diario El Laborista.

Hacia 1945 Masetti se incorporó a la Alianza Libertadora Nacionalista, organización nacionalista antiimperialista, donde conoció a Rogelio García Lupo y Rodolfo Walsh. También en estos años Masetti integró el cuerpo de redactores de la peronista Agencia Latina de Noticias, cuyo objetivo era  quebrar la hostilidad de las grandes agencias de noticias de los Estados Unidos. El Che Guevara, por entonces en México, formaba también parte de esta empresa periodística, con sus colaboraciones como reportero gráfico.

El golpe de 1955 destruyó el proyecto de Perón y alejó a Masetti de la Alianza, y hacia 1958, trabajando para Radio El Mundo, el joven periodista logró algo que, para ese momento parecía un imposible: viajar a Cuba a entrevistarse con Fidel y el Che en territorio rebelde, en lo que Rodolfo Walsh llamó “la mayor hazaña individual del periodismo argentino”.

A finales de marzo de 1958 el diezmado grupo de sobrevivientes del naufragio del Granma, ocurrido 16 meses antes, había conseguido dominar la agreste región oriental, en comunión con el campesinado. La columna n°1 se había clonado hasta desarrollarse en dos frentes guerrilleros más y las batallas contra la dictadura no solo se libraban en terreno montañoso. La figura de Fidel empezaba a proyectarse ya no solo sobre la isla; se presentaba como un liderazgo desconocido para los pueblos latinoamericanos oprimidos.

La experiencia fue ardua, porque por entonces la dictadura de Batista sembró el terror en las principales ciudades de la isla; eran frecuentes las detenciones y fusilamientos. Sin embargo, luego de pasar una serie de pruebas, y tras muchos operativos de seguridad, Masetti se reunió  con el Che y con Fidel, y logró realizar uno de los documentos periodísticos más importante del siglo. Sus entrevistas e informes permitieron filtrar al mundo entero los propósitos de la revolución, en la voz de sus principales líderes.

La estadía de Masetti en Cuba duró 60 días, más de la mitad de ellos los pasó junto al Ejército Rebelde, en Sierra Maestra. Durante todo ese tiempo, y casi sin notarlo, Masetti no solo ganó la confianza de los principales líderes del movimiento 26 de julio, sino que fue enamorándose de la revolución, del apoyo del campesinado, de la obra de alfabetización y de las prestaciones médicas que los guerrilleros brindaron al pueblo de la sierra. Sube a la Sierra como periodista, baja como soldado. En sus propias palabras, había conocido el mundo de los que luchan, y le tocaba volver al mundo de los que lloran.

El periodismo como misión

Con el triunfo de la Revolución, a principios de 1959, el Che Guevara mandó a llamar a Masetti para ponerlo al frente de un aparato de comunicación sin precedentes. Consiente de la necesidad de coordinar una estrategia contrahegemónica, los argentinos diseñan Prensa Latina, primer órgano de difusión de la nueva era en Cuba, que tuvo un vertiginoso crecimiento, a pesar de las presiones de la SIP.

Bajo los casi tres años de su liderazgo, Prensa Latina irrumpiría en el continente con una voz disonante dentro del antiguo coro monocorde de la propaganda preponderante que, sin duda, siempre ha constituido, históricamente, una de las más efectivas armas estratégicas de EEUU.

De impronta atiimperialista, martiniana y revolucionaria, la agencia se nutrió de los mejores periodistas que había en la isla, al tiempo que convocó a colaboradores de enorme talento y prestigio, como Gabriel García Márquez y Jean Paul Sartre. Tal era su compromiso que, desde sus oficinas, y a partir del trabajo se Rodolfo Walsh, se descifró un cable que anticipó el desembarco de Bahía de Cochinos.

Varios de los redactores que trabajaban en la agencia recuerdan que Masetti consignaba que había que “ser objetivos, más no imparciales. Porque no se puede ser imparcial entre el bien y el mal, entre la justicia y la injusticia".

En 1962, como consecuencia de las disputas internas en la conducción cubana, Masetti dio un paso al costado. El ataque iba dirigido al propio Guevara, quien nombró al argentino como Comandante Segundo, en referencia al personaje de Segundo Sombra (el Che usaba el nombre Martín, por Martín Fierro) y lo envió a Argelia primero y a la Argentina después, a preparar el terreno para iniciar un nuevo proceso revolucionario al sur del continente.

La experiencia en Orán, Salta, resultó un fracaso que algunos adjudicaron al contexto político (un nuevo período democrático se abría con la presidencia de Illia), otros a la escasa  preparación de los guerrilleros, y los últimos a la falta de un campesinado, actor fundamental para el triunfo de la revolución en Cuba.

Lo cierto es que, a los pocos meses, varios compañeros fueron detenidos y otros tantos murieron de hambre. En abril de 1964, después de un choque con Gendarmería, Masetti empezaba a ser un desaparecido. Tenía apenas 36 años.