Con los trabajadores adentro, los tiempos de la lucha los marca la organización
Por Nahuel Placanica
La coyuntural crisis de la industria automotriz implicó la suspensión de miles de trabajadores. La premisa con la que atendieron la situación las organizaciones sindicales con representación en el sector (SMATA y UOM) fue la defensa de los puestos de trabajo. Desde ese lugar, desarrollaron las negociaciones.
La empresa GESTAMP comenzó con las suspensiones para el mes de abril con 70 notificaciones. En ese entonces, la comisión interna de la fábrica expuso por unanimidad sus preocupaciones respecto a la situación que se estaba atravesando a través de un documento consensuado. Fue por esos días que el SMATA comenzó las conversaciones con la patronal.
Para el mes de mayo se produjo una segunda etapa de suspensiones que incluyó a otros 23 trabajadores de la fábrica. En esa instancia, el sindicato bajó con la propuesta de jubilaciones anticipadas para los trabajadores que cumplieran con la edad y licenciamientos (con el 80% del sueldo bruto) para el resto de los obreros de la planta. Vale recordar que los licenciamientos son una prenda de negociación que el SMATA viene utilizando desde el año 1998 para evitar despidos en época de vacas flacas.
Las negociaciones con la patronal se frustraron cuando un grupo de obreros decidió salir a la lucha sin el aval de la organización. Fueron 60 trabajadores, entre ellos tres delegados (de los seis que integran la comisión interna), los que decidieron desoír al gremio y ponerse al hombro la pelea. El resultado fue el despido de los trabajadores disidentes (no así de los delegados por contar con fueros). El reclamo por su re – incorporación no fue acompañado por el sindicato, incumpliendo su premisa de que el límite era la perdida de puestos de trabajo. A partir de ahí, el conflicto de agudizó.
En el transcurso del conflicto, dos de los delegados disidentes desistieron de continuar con la pelea y optaron por encuadrarse bajo los lineamientos del sindicato. El resto de los despedidos se recostaron sobre partidos de izquierda y profundizaron la lucha. Nueve de ellos ocuparon la fábrica la semana pasada, parando la producción.
La toma de la planta motivó una lamentable solicitada por parte del SMATA y declaraciones incendiarias de algunos dirigentes del sindicato que acusaron a los despedidos de “vagos y delincuentes”. En ese contexto, el Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria. La medida fue desconocida por la empresa, que alegó requerimientos médicos infundados para negar el ingreso a la planta de los despedidos.
Con los trabajadores adentro
Para la segunda etapa de las suspensiones, en el mes de mayo, los delegados se dividieron entre los que aceptaban la propuesta del SMATA y los que entendían necesario salir a la lucha. El virtual empate podría haberse decidido a través de una asamblea en la fábrica pero los trabajadores se dividieron y siguieron caminos diferentes. La negociación con la patronal se frustró y la minoría en desacuerdo resultó despedida sin el acompañamiento del sindicato ni del resto de sus compañeros de planta.
La re – incorporación de los despedidos resulta por demás complicada por cómo se desarrolló el conflicto. Sin embargo, si la premisa es la defensa de los puestos de trabajo, el gremio debería ponerse al frente del reclamo por la re – incorporación de los disidentes y éstos aceptar, que muchas veces, los tiempos de la lucha los marca la organización.