“La infancia es nuestra primera y última aproximación a la poesía”

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“La infancia es nuestra primera y última aproximación a la poesía”

01 Noviembre 2014

Entrevista y foto: Luciana Sousa

Recorrió el país y viajó por sudamérica haciendo giras teatrales. Durante muchos años se dedicó a actuar en los colectivos urbanos, recitando poemas. En los años 90 formó parte de la agrupación H.I.J.O.S. Actualmente vive en Buenos Aires. Participa del programa radial "Sin Zonceras"que se transmite por Radio Gráfica. Como poeta ha formado parte de diversos grupos literarios y ya publicó su primer libro Estación de Servicio.

APU: A diferencia de otros poetas te caracterizás por llevar la poesía de lo individual a lo colectivo; participás de lecturas populares, difundís poesía en la radio, trasladás lo poético a tu actividad como actor, ¿cómo entendés la poesía?

Miguel Martínez Naón: A la poesía la comprendo (no la entiendo, la trato de comprender) como un acto colectivo, aunque la escriba una sola persona. Decía Roque Dalton que la poesía no está hecha sólo de palabras. Lo escribió:

"Poesía

perdóname por haberte ayudado a comprender
que no estás hecha sólo de palabras."

En ese sentido creo que en este momento hay muchos compañeros y compañeras haciendo poesía en las calles, en los barrios, en la unidades básicas, con los vecinos. Hay un poética en el hacer, en la militancia, es un acto colectivo. Quien la escribe se nutre de todos estos acontecimientos, les da forma, desde su propia experiencia, desde su propio palpitar, desde su quehacer cotidiano, pero no deja de ser una construcción colectiva. Al poeta le corresponderá abrir los ojos, asomarse, compartir, involucrarse, sin abandonar obviamente sus tristezas personales, sus amores, sus sueños, sus placeres, su infancia, y todo lo que lo desvela. Le irá dando forma a todo eso. Gelman también decía que la poesía es "el hambre de todas las cosas". Pues, que ese hambre no nos abandone nunca, ¿no?.

APU: ¿Existe un rol de la poesía en la dimensión social?

MMN: Además de lo que dije antes en relación a la militancia, creo que la poesía debe ser comprendida no sólo en los libros, sino también en las canciones, en las letras de las bandas, en el cine, en una conversación familiar, en el brindarse con un amor, en nuestras horas de trabajo....esos son acontecimientos poéticos. La poesía es mucho más que versos entre páginas o en una web literaria, o en lecturas en los círculos de escritores. Hace unos años atrás yo a subía a los bondis a actuar, a recitar poemas. Subía, le pedía permiso al chofer y recitaba poemas de Armando Tejada Gomez, de Tuñón, de Girondo, y así compartía con la gente mi tesoro más preciado, todos esos poemas que aprendí de chico escuchando a mis viejos. La gente los disfrutaba, me escuchaban, y hasta brindaban sus monedas, para que yo pudiese subsistir. No me jacto de nada, pero creo que esos son actos esencialmente poéticos. Tal vez si muchos poetas (al menos los más jóvenes) hicieran algo parecido la poesía dejaría de estar encajonada.

Los encuentros literarios en su mayoría son aburridos, el público se duerme, se embola. Los poetas se leen entre ellos mismos, se miran el ombligo, y al mismo tiempo protestan porque la sociedad no los reconoce, se mufan de la gente. Sucede que les da miedo compartir, salir a la calle. No todos, pero la mayoría son así, y por eso la poesía sigue pareciendo para muchos una pieza de museo. Uno escribe en la intimidad, en la soledad, es cierto, pero valdría la pena que después de tanto proceso nos asomemos un poco a los demás. Es comprensible que muchos pibes te digan: a mí la poesía no me gusta.

La poesía no te puede no gustar. La poesía lo habita todo, la poesía es biología, es cibernética, es fútbol, es pelea, es conventillo, es diplomacia, la poesía estuvo ayer en medio de los gritos de los torturados, y sigue viva entre las verdulerías y los parques y los besos y las fiestas, y en todo. Hoy muchos la vamos encontrando también en la militancia, y late en la voz de nuestros abuelos, y en quienes ya no están.

Claro que la poesía finalmente se escribe y se lee, y se puede recitar o cantar, pero antes que nada se respira. Es como sucede con el tango, que significa mucho más que una canción ó un baile, hay una mística en el tango que trasciende esas formas. Lo mismo sucede con el fútbol que no es sólo un partido, o con un recital del Indio.

APU: Tu poemario, “Estación de servicio”, evoca parte de tu infancia en el exilio mexicano, y posteriormente un viaje, que te lleva a ese espacio extraño de la estación ¿cómo tiene que ser la aproximación poética al pasado?

 

MMN: Estación de Servicio fue mi primer poemario, armado de algunos borradores, o diarios, o pequeños libros. Vendría a ser un rejunte de todos mis pequeños libros inéditos, y por ende de distintas experiencias de vida. El exilio me marcó para siempre, a mí y a millones de pibes. En el libro hay una poética de mi infancia, de mis dos infancias, la del nacimiento en el exilio, y mis primeros años en México, y la otra infancia, la del retorno a este país (mi país). Cada poeta es una infancia en vilo. Una infancia latente. Yo creo que ahí se siembra todo nuestro territorio, en la infancia. La infancia es nuestra primera y última aproximación a la poesía, y también nuestra Estación de servicio, en tránsito, nuestra estación de ser.

 

APU: ¿En qué medida la poesía colabora con la memoria?

MMN: La poesía puede colaborar o puede interrogar a la memoria. Nosotros, cada uno de nosotros, habita distintas memorias, una memoria individual (la infancia, la familia, etc), una memoria social (el entorno, las dictaduras, el exilio, la militancia, los desaparecidos, los excluídos, etc) y una memoria cósmica, que es la que conecta a los poetas más allá de las circunstancias sociales y personales. Son tres cuerpos que habitamos, cada uno de nosotros, y que viven atravesados por su memoria. La poesía baja a tierra todas esas experiencias de vida, y las comparte, abre la ventana y se reparte entre todos nosotros.