Kirchnerismo, 2015 y después
Cristina Fernández de Kirchner no estará más en el gobierno a partir de diciembre 2015. La afirmación no implica descartar el apoyo a algunos de los candidatos y la realización de acuerdos con los mismos, sea Randazzo, Urribarri, Scioli, Domínguez, Rossi o Taiana. Sin embargo, el apoyo a cualquiera de estas figuras tiene que ser táctico porque lo estratégico será sostener al kirchnerismo como un espacio político, organizativo e identitario diferenciado. Si durante estos 11 años realmente hubieron transformaciones sustanciales, alguna marca quedó en el pueblo argentino. Y si esto es así, no tiene sentido que el kirchnerismo se diluya en ningún espacio político alternativo. Para esto, a partir de diciembre de 2015 deberá actuar en cinco frentes.
-Frentes de masas: La situación en los sindicatos es complicada al ser limitada la construcción de una corriente político-sindical kirchnerista pura. Pero algunos agrupamientos se han conformado y no es descartable que en un escenario de deterioro económico y social, incluso la dirigencia moderada que hoy integra la CGT Caló, apueste a la articulación dentro del kirchnerismo. El escenario es mejor en el movimiento estudiantil y mucho más en el frente territorial. En general, en todo espacio reivindicativo-gremial hay presencia kirchnerista. No será fácil que esa luz se apague de la noche a la mañana.
-Organizaciones sociales y políticas: Obviamente la fuerza principal es el peronismo, por fuera y dentro del Partido Justicialista. Pero ni todo el peronismo es kirchnerista, ni todo el kirchnerismo es peronista. También será importante el rol que cumplan otros espacios. Solo el kirchnerismo puede contener este gran conglomerado político.
-Poder Ejecutivo y Legislativo: En el primer caso la opción será poco factible en las provincias y quizá algo más en los municipios. Pero en el Congreso Nacional, las Legislaturas y los Concejos Deliberantes habrá militantes que no priorizarán los acuerdos de turno y que, por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, actuarán en la nueva coyuntura asumiéndose parte del espacio kirchnerista.
-Presencia en la calle: Difícilmente el nuevo gobierno logre concitar el entusiasmo que hoy genera el kirchnerismo. La capacidad de convocar a sectores organizados y sin organización, constituye una práctica que no pasará rápidamente al olvido. Ningún otro espacio político logró en estos años la convocatoria que realizó el kirchnerismo en conflictos como la 125 o la Ley de Medios. Como quedó demostrado en la última movilización del 25 de mayo o en los recientes actos del Movimiento Evita, La Cámpora y Nuevo Encuentro, el kirchnerismo es la mayor fuerza política callejera del país. Tanto potencial será crucial al momento de articular el conflicto social.
-La conducción de CFK: Es clave el rol que asuma Cristina. Independientemente de que integre o no una lista, y de los acuerdos que establezca, su conducción revestirá una vital importancia para articular los cuatro ejes mencionados anteriormente. Su persona será un mito viviente, un símbolo de los años felices. Por eso, más allá del rol que desempeñe en la arena electoral, es la única dirigente con capacidad de conducir el conflicto social e indicar el camino a seguir. Constituirá un punto de referencia y un horizonte programático para cualquier proyecto nacional y popular. El futuro político de Cristina y el de las organizaciones populares están atados recíprocamente.
Este programa no está escrito. El kirchnerismo puede desaparecer, diluirse o adoptar una faceta conservadora. Su futuro es un gran interrogante. La mejor perspectiva es que, independientemente del candidato que se vote, las cinco áreas de intervención mencionadas permanezcan fuertes y activas. Esos puntos constituyen una propuesta y un programa que debe debatirse y militarse.