“Noche cósmica”
Por Lourdes López (*)
Primero vinieron los lobos.
Nos devoraron los rostros,
mientras el viento ayudaba
a llevarse las pieles de nuestras mejillas
hacia las montañas,
donde fueron banderas
para asustarnos.
Pero nuestras mascaras
fueron el escudo contra el olvido:
rearmamos desde lo fragmentario
una nueva identidad,
y nos protegimos del fuego
cuando intentaron meternos en la hoguera.
Luego vinieron los tigres.
Con sus garras nos desgarraron
los abrigos que nos protegían
del frío cósmico,
de la última noche oscura.
Sudamos hielo,
tiritamos y bailamos,
hasta que las lágrimas
se convirtieron en nuestras lanzas
esculpidas en forma de flechas
y atacamos el horizonte,
para robar el viejo amanecer.
Por último llegaron los pájaros.
No intentaron devorarnos,
ni robar nuestras pieles.
Era un 7 de enero
cuando ellos volaron desde el oeste,
(esa vez que el Verano se arrojó a los cielos)
y trajeron el árbol más antiguo
que nos pertenecía desde el inicio de los tiempos.
Lo dejaron caer,
y en el aire se desarmó
se fragmentó,
se desintegró,
rama por rama,
y así como se dispersaron,
crecieron en todos los planetas,
en todos los astros, en todos los cuerpos.
El universo antes de morir
fue una selva sin fin.
(*) El concurso artístico del Observatorio de Género y Diversidad Sexual de la Universidad Nacional del Sur (UNS) escogió tres obras ganadoras. El trabajo publicado hoy fue distinguido con el tercer premio. El lunes 26, AGENCIA PACO URONDO publicará la segunda obra premiada: “Del viaje”, de Verónica Leyes.