“Gatica era un gran pretexto para contar los años más felices del pueblo argentino”
Por Diego Kenis
El 13 de mayo de 1993, hace veinticinco años, se estrenaba Gatica, el Mono. La película marcaba el regreso a la dirección cinematográfica de Leonardo Favio, cuyo último trabajo en cine había sido Soñar, soñar, en 1976, antes del exilio.
De un boxeador como actor a un actor como boxeador: Edgardo Nieva se convirtió en el Gatica de Favio, en una película que Horacio Verbitsky considera “una ópera popular, a la altura de obras de Kurosawa, Eisenstein o Visconti”.
Luego del estreno, el periodista –amigo de años de Favio- escribió una crónica bella y triste sobre las desazones de nuestro pueblo, cuya felicidad fue pisoteada y humillada. En efecto, el ojo del director, el guión de su hermano Zuhair Jury y la interpretación de Nieva conformaron una obra única, que convierte a José María Gatica en vehículo para contar las traiciones y la soledad que agobiaron al pueblo argentino, en caída a la oscuridad tras tocar el cielo con las manos.
AGENCIA PACO URONDO charló con el actor, para recordar los meses de preparación, rodaje y estreno de una obra fundamental del cine nacional.
AGENCIA PACO URONDO: Si no me equivoco, Gatica es la historia de una coincidencia entre Leonardo Favio y usted. ¿Cómo es la historia del surgimiento de la obra?
Edgardo Nieva: En verdad, la idea fue de mi padre. Un día, preparando un asadito con él y Adrian Ghio, tiré una pregunta al aire: “¿Qué personaje podría hacer que me coloque definitivamente como actor?”. Mi viejo no se hizo esperar y contestó: “Gatica”. Días más tarde me puse en campaña y un vecino, Jorge Montes, gran periodista, me dio a leer un libro de su autoría El Mono Gatica y yo. Leerlo fue enamorarme perdidamente del personaje. Pero claro, yo había hecho algo de televisión y teatro, pero en cine ni siquiera un bolo.
Fui a la Asociación de Actores y pregunté quiénes eran los mejores guionistas nuestros. Me contestaron: “Fulano, Fulano y Zuhair Jury”, hermano de Favio y guionista de todos sus films. Conseguí el teléfono de un hermanastro y llamé. Quiso el destino que esa tarde estuviera allí. Vino a mi oficina y le conté de mi sueño. Le dije que me gustaría que me escribiera el guión. Me dijo “será un placer, porque soy peronista como Gatica y porque amo al boxeo”. Que iba a tardar más de un año, que ganara tiempo, que aprendiera a boxear. Un año más tarde me entregaba las últimas páginas del guión.
APU: ¿Cómo se preparó usted para interpretar a Gatica? ¿Qué rasgos detectó del personaje y su época, cómo los trabajó?
E. N.: La preparación tuvo dos facetas, la pugilística y la composición del personaje en sí mismo. Practiqué boxeo durante tres años en la Federación de Box. Primero con un gran maestro y exboxeador olímpico, Arnoldo Parés, y en la última etapa con Sergio Víctor Palma. En cuanto al personaje me ocupé de hablar con algunos exrivales de José María y con su primera mujer (Ema), con quien pasaba tardes enteras tomando mate y hablando de José. Por último entendí que la película era un gran pretexto para contar los años más felices en la historia del pueblo argentino. El decenio 1945/1955.
APU: ¿Cómo recuerda aquellos días de ensayos y rodajes?
E. N.: Jamás ensayamos escena alguna. Todo se resolvía en el momento. Favio me había advertido: “no quiero que hagas de Gatica, quiero que seas Gatica”. El rodaje dejó cientos de anécdotas. Filmar con Favio era la experiencia más maravillosa que un actor podía experimentar.
APU: ¿Qué le aportó Favio a aquel Edgardo previo a Gatica?
E. N.: Favio me completó como hombre. Pasábamos madrugadas tomando mate y hablando de la vida. Algunas noches caían personajes como Lorenzo Miguel o Sandro y se armaba la ranchada.
APU: ¿Qué significó, con los años, haber interpretado a un personaje como Gatica y haber sido protagonista de una película de Favio?
E. N.: Significó estar en la memoria y en el corazón de la gente. Aún hoy me paran por la calle para agradecerme y contarme cuánto se han emocionado con la película. En cuanto al haber sido protagonista de Favio, una vez un gran actor argentino, cercano hoy a los 90 años y todavía vigente, me dijo: “Pibe, tu película con Favio equivale a 80 películas mías”. Y es así nomás. Favio fue un verdadero genio, quizás el director que mejor nos contó a los argentinos. Sus películas desbordaban argentinidad.
APU: ¿Cuáles son sus proyectos actuales y próximos?
E. N.: En estos momentos, continúo con una gira nacional con la obra La Empresa perdona un momento de locura, de Rodolfo Santana. Este año será el de mi vuelta a la tevé, con la miniserie El Lobista, protagonizada por Rodrigo de la Serna y Darío Grandinetti. Allí tendré una participación especial en los últimos cuatro capítulos (son diez), con un hermoso personaje. Tengo en carpeta desde hace años filmar la vida de Juan Manuel de Rosas. Tenemos todo listo, dependiendo ahora de San Luis Cine, aunque cuento con la promesa del gobernador Alberto Rodríguez Saá.