“Gatica, el Mono”, de Leonardo Favio: metáfora del ascenso, caída y persecución del peronismo
La película extraordinaria que hizo Leonardo Favio sobre la biografía del boxeador José María Gatica le permitió al máximo autor del cine nacional construir una metáfora sobre la historia del peronismo en un código profundamente humano y vulnerable. En el trayecto íntimo de Gatica, con su ascenso y caída, se refleja también la historia del peronismo contado desde la perspectiva del pueblo trabajador que queda desamparado con la proscripción. Tal cual lo señala Walter Ferraroti: "El inicio del fin de ese mundo idílico se origina con la muerte de Evita. Este acontecimiento luctuoso preludia el ingreso en una espiral descendente para el peronismo y para Gatica".
De esta manera, el paralelismo construido por Favio entre la historia del peronismo y la historia de Gatica permite exponer al movimiento nacional no desde una perspectiva ideologizada o duramente doctrinaria, sino desde una visión profundamente humana y arraigada en la cultura y las creencias de nuestro pueblo. Favio muestra que Gatica es demasiado humano. Tiene defectos, la debilidad de la carne, la violencia, los vicios. Pero sus defectos expuestos con tanta humanidad y amor conmueven profundamente. El origen del pugilista que conoció la pobreza de niño y se abrió camino en la vida en base a lucha refleja la historia de desolación del pueblo trabajador tras su proscripción en el `55. Favio cuenta eso. Que Gatica sufrió la persecución política por identificarse por el peronismo, le sacaron la licencia para boxear, le cortaron las piernas. Su vida mostró, como la vida de tantos otros hombres y mujeres, hasta qué punto llegó el intento por extirpar la identidad peronista de nuestro pueblo. Finalmente, el destino trágico de Gatica atropellado por un colectivo en Avellaneda se alinea con el destino trágico de millares de militantes peronistas asesinados, perseguidos o caídos en desgracia.
El origen de pugilista que conoció la pobreza de niño y se abrió camino en la vida en base a lucha, refleja la desolación del pueblo trabajador tras su proscripción en el '55.
El compañero Walter Ferraroti lo explica perfectamente: “El clímax de esta caída tiene lugar cuando la nueva mujer del púgil está por dar a luz mientras éste pierde por puntos en un renovado combate con Prada, y ya en el hospital le informan que su hijo murió en la sala de partos. Los dos niños, la bautizada María Eva y el niño fallecido, están signados en el relato como síntoma del escalamiento del peronismo, la primera, y como síntoma de su debacle, el segundo. Ulteriormente a la muerte del niño, un travelling resume los acontecimientos que le infligieron el golpe de gracia al gobierno de Perón: el bombardeo a la plaza de mayo el 16 de junio del ‘55, el golpe militar del 21 de septiembre de 1955 y los fusilamientos del ‘56, mostrando una plaza en ruinas y las hileras de cuerpos muertos por las bombas y las metrallas de los aviones sediciosos, culminando con un cuadro de Perón y Evita que arde en llamas y se reduce a cenizas”.
Favio pensó esta historia trágica, construyendo un lenguaje cinematográfico nacional. De esta manera, el autor se vuelve el eje central del lenguaje cinematográfico argentino. Desde allí, disputa un lugar determinante en las grandes tradiciones narrativas populares que lo acercan a una dinastía que va de Arlt hasta Discépolo. Sus problemas de legitimación en el campo cultural son similares. Favio se diferenciaba de directores argentinos que imitaban el cine de autor europeo, aquellos que él llamaba “los amigos de Truffaut”: “Ellos querían ser franceses que hablaban castellano. Y nosotros somos argentinos, te guste o no”. Algo de estas palabras de Favio, suenan a aquello que Juan Carlos Onetti escribió sobre la novela Los siete locos de Roberto Arlt: “Desdeñaba el idioma de los mandarines, pero sí dominaba la lengua y los problemas de millones de argentinos, capaces de comprenderlo como amigo que acude en la hora de la angustia”. Estas palabras de Onetti encajan perfectamente en Favio y sirven para darle su lugar merecido en el pensamiento cinematográfico latinoamericano.