Agustín Cesio: "Hoy, muchos peronistas prefieren tener razón antes que ganar una elección"
Por Enrique de la Calle
APU: De cara a las elecciones de este año, el panorama en provincia de Buenos Aires aparece complejo, con problemas para la oposición, que sigue sin candidaturas claras, y también para el oficialismo, que coquetea con la idea de un desdoblamiento. ¿Cómo analiza ese panorama?
Agustín Cesio: El que tiene la iniciativa estratégica es el Gobierno, siempre es así. Dentro de Cambiemos hay un negociación. Yo no me tomo del todo en serio esas discusiones. Creo que hay una tensión, que es lógica, y que tiene que ver con una negociación. Mauricio Macri deja correr a las distintas posturas. Por un lado, está María Eugenia Vidal, aliada con Rodríguez Larreta y, llamativamente, con Emilio Monzó, que fue el primero en tirar la idea del desdoblamiento. Después, está la idea más ultra de Marcos Peña. ¿Qué debaten? Tanto en Casa Rosada como en La Plata están discutiendo cómo se favorece los proyectos reeleccionistas de Macri, Vidal y Larreta. Al respecto, soy cauto en torno a la idea de que Macri es invotable en Gran Buenos Aires. En 2017 se dijo algo similar y la elección salió como salió. Hay que esperar que se complete la oferta electoral. Creo que Cambiemos hace mejores campañas electorales que gestión, porque esta administración es mala por donde se la mire.
APU: Hoy, una idea generalizada es que Cambiemos tendría muchos problemas para ganar una primera vuelta presidencial. ¿Coincide?
AC: Sin dudas. Cuando hablás con gente de Cambiemos te dicen que ganan la elección cagando, hablando mal y pronto. Estamos en enero y falta mucho. Todavía queda mucho camino por recorrer. Hay que ver cómo funciona el desdoblamiento de las provincias. En muchos casos, son situaciones que suelen darse. Los gobernadores adelantan porque cuidan su territorio. En 2015 pasó lo mismo. Eso va a dar un escenario de eventuales derrotas del Gobierno en varias provincias: Córdoba, Tucumán, San Juan, Chubut, probablemente Santa Fe, La Pampa y Entre Ríos. El argumento de La Plata es ese: un adelantamiento de la elección provincial le podría dar un empujón favorable al Gobierno. Hay que ver qué pasa con la situación económica. En el territorio veo una cosa acumulada de bronca. No estoy diciendo nada nuevo. El Gobierno necesita tener algún logro para mostrar, y no sé si lo va a tener.
APU: Néstor Kirchner solía decir que la política era "bolsillo y expectativa". Al respecto hay un debate en sectores de la oposición sobre si alcanza con hacer campaña sólo poniendo énfasis en la actual crisis económica. ¿Qué opina al respecto?
AC: Coincido absolutamente. Eso es lo que se propusieron los diferentes proyectos peronistas que se impusieron electoralmente. Ahora cada sector del peronismo está más interesado en tener razón que en ganar elecciones. Esa es una diferencia muy grande. Además, lo hago más sencillo. ¿De qué te sirve hacer campaña diciéndole a la gente lo que ya sabe? La gente sabe que está peor que hace 4 años. Me parece que no va por ahí.
APU: ¿Cómo ve al peronismo bonaerense?
AC: El posible adelantamiento lo obliga a apurarse y a tomar algunas definiciones. Hay que mirar lo que pasó en el Partido Justicialista el año pasado, cuando un grupo de intendentes del Gran Buenos Aires desplazó de la conducción al ala matancera. En el peronismo nunca se da un juego de suma cero. No se tira a nadie por la ventana. Pero sí se corrió a Fernando Espinoza y a Verónica Magario del rol protagónico que tenían. Ahora el PJBA tiene una conducción compartida entre Gustavo Menéndez y Fernando Gay (actual presidente), la primera sección y la tercera. El problema es que el peronismo bonaerense no definió un candidato. Hay muchos nombres, pero no hay ningún candidato claro. Puede ser un intendente o el propio Felipe Solá, que ahora recorre la provincia. Después está el factor Kicillof, que yo me tomaría en serio.
APU: En el peronismo hay una palabra casi fetiche que se repite todo el tiempo: "unidad". ¿Cuán cerca la ve?
AC: Puede ser que se de un escenario nacional similar a lo que pasó en Buenos Aires en 2017. El peronismo yendo con dos frentes. Uno mayoritario, el kirchnerismo, y otro no tan mayoritario (el peronismo alternativo). Si uno ve lo que pasó desde 1989 para acá, casi siempre el peronismo fue con más de una lista. Bajando a los distritos (a las provincias y a los municipios) la cosa puede ser diferente. No sé si unidad, pero sí un pacto de no agresión. Veo que la unidad es declamativa. Tal vez a partir de 2019 se abra un escenario diferente para esa unidad. Después hay que ver qué pasa con Sergio Massa. Viene de una mala elección en 2017, cuando fue con Margarita Stolbizer. En Tigre perdió en todos los rubros. Massa está viendo eso. El massismo en Tigre, su territorio, está confuso, el intendente Julio Zamora desplazó a Malena Galmarini del gabinete. Después, Zamora habla bien de Massa. Hay un escenario no del todo ordenado.
APU: ¿Ve que en las provincias sí se puede dar ese escenario de unidad?
AC: Tal vez, se dirima en unas PASO. En algunas provincias veo que los gobernadores necesitan hablar con el candidato kirchnerista porque corren el riesgo de perder la elección. En el caso bonaerense, se pueden usar las PASO en lugares como Quilmes, Lanús, La Plata o Mar del Plata. Tal vez en Pilar. Si se impone la boleta única en papel, eso se complica. En algunas provincias veo que necesitan hablar con el candidato kirchnerista porque corren el riesgo de perder la elección. Y las PASO les permite resolver esa disputa. A nivel nacional no lo veo. Igualmente, me gusta ser cauto porque estamos en enero. Después de las elecciones de 2017 parecía que 2019 era un trámite. La política argentina es muy cambiante.
APU: Está la idea del bloguero Luciano Chiconi de que no se da la unidad de la dirigencia peronista porque la propia base peronista está fracturada. ¿Coincide?
AC: Es una idea tributaria del sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, que habla de la fragmentación de la base social peronista. Tiendo a pensar así. Creo que existe hace muchos años y que tiene que ver con la complejización de la sociedad. Tiene que ver con un capitalismo de plataformas, que agudiza la precarización laboral. Por eso se habla de poslaborismo. En ese escenario emerge una figura como la de Juan Grabois, ante la pregunta de qué hacer con la gente que se queda afuera, excluida. Creo también que esa disociación estuvo siempre y que el rol de la política fue justamente unir esa diferencia. Veo un problema en la dirigencia del peronismo. Tengo esperanza en las segundas líneas, en los cuadros de mediana edad. Creo que hay una transición en el peronismo. Me parece que mucha discusión empieza después de 2019. En ese sentido, me parece interesante lo que va a pasar en Buenos Aires con la ley que pone límites a la reelecciones de los cargos electivos, que va a permitir una mayor renovación de la dirigencia. Miro con optimismo esa situación.
APU: Para usted, ¿2019 es un momento más en una transición?
AC: Creo que hay que tener una mirada más estratégica. El peronismo es un movimiento que tiene actualizaciones políticas y doctrinarias. El kirchnerismo fue una de esas actualizaciones. Como lo fue el menemismo en su momento. Me pregunto en qué consistirá la nueva actualización del peronismo. Creo que eso no se va a resolver en esta elección. Va a empezar después de 2019. ¿Será un peronismo más de los gobernadores? ¿Más metropolitano? ¿Tomará elementos de cada cosa? No lo sé.
APU: ¿Qué va a pasar con Cristina?
AC: Ella va a hacer lo que hizo siempre. Esperar y definir a último momento. Esa es su hoja de ruta, lo va a definir el 22 de junio a última hora. En 2017 hizo lo mismo, dejó correr a todos hasta que definió su candidatura. Después de la elección de 2015, muchos dirigentes peronistas no querían saber nada con Cristina. Después, muchos la fueron a buscar en 2017 porque mantiene un caudal electoral.
APU: ¿Descarta un acuerdo donde Massa sea candidato a gobernador y Cristina a presidente?
AC: A todos los intendentes le cierra la posibilidad de Massa como candidato a gobernador. Él habla con todos, con todos. Pero me parece que el límite es él, que no sé si tiene ganas. Pasa algo en el peronismo que es muy perjudicial, hay una cierta área de confort en muchos dirigentes que tienen votos, pero que no sirven para ganar una elección. Pero sí les sirve para mantenerse en una negociación al interior del peronismo. Todos están cómodos en esa situación.