Ponciano Cárdenas: el artista testigo de su tiempo
Por Micaela Rosa
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo se prepara para organizar sus enseñanzas?
Ponciano Cárdenas: Planifico bastante de acuerdo al alumno, es decir, enseño sobre lo que hace el alumno; no planifico de antemano sino sobre la base de su experiencia, de su personalidad. Para poder corregir al alumno empiezo a estudiar lo que desea y lo que piensa hacer. A partir de eso, entonces, le voy enseñando.
APU: ¿Qué incorpora de su propia obra y trayectoria como artista a la docencia?
P. C.: Lo que trato de transmitir es que cada alumno sea auténtico consigo mismo, que se exprese él mismo. Es la única forma de que esa persona haga obras de arte, y si realmente es un artista, pueda testificar su época a través de ellas. El papel del artista es sumamente importante para su ciudad, para que el futuro vea, mediante las obras de arte, lo que ha sucedido en el pasado.
APU: ¿El artista alimenta, de alguna manera, la acción docente?
P. C.: El problema del artista es sumamente complejo, porque el artista nace, no se hace. En cambio, el docente se hace. Entonces, cuando se da esa cualidad entre docente y artista, ese hombre transmitirá cosas más profundas que un maestro, que un profesor; el profesor va a enseñar sólo la parte técnica pero no sus experiencias interiores, porque en él no sé si realmente está el artista.
El artista es algo dotado por la naturaleza, inclusive a pesar de uno mismo. O se es artista o no se es, pero sí se puede ser un buen docente. Entonces hay que tratar de ser un buen docente en principio. Y su uno nació para ser artista las cosas serán más importantes y profundas y la enseñanza será muchísimo más interesante para el alumno.
APU: ¿Qué técnicas de enseñanza implementa en sus clases?
P. C.: He tratado de enseñar todo lo que está relacionado con el mural, diferentes técnicas desde el fresco hasta la acuarela. Por mi carrera considero que un profesor de plástica tiene que ser un plástico: tiene que ser un buen dibujante, modelador y pintor, y a partir de ahí tener todos los conocimientos de la materia. Conocer las materias es sumamente importante para él y para la enseñanza. Yo enseño todas las técnicas habidas y por haber porque me interesaron personalmente y por mi trabajo. En un principio trabajé como muralista, entonces tenía que hacer murales en cerámica, en fresco y algunas otras técnicas que he ido incorporando, pero también he ido inventando algunas otras técnicas que necesitaba para poder trabajar.
APU: ¿Cómo trabaja la motivación de los alumnos?
P. C.: En un principio trato de liberarlos de sus temores. Que empiecen jugando como un niño. Trato de que, en ese juego, de lo particular pueda ir hacia alguna forma determinada. Pero en realidad es un juego con los materiales.
APU: ¿Cómo evalúa el trabajo de sus alumnos?
P. C.: Evalúo técnicamente. Que esté bien compuesto, que tenga armonía, contrastes, ritmos y que tenga un espíritu. Eso último lleva tiempo. Uno, en un principio, pelea con las formas, la composición, el dibujo. Después va comprendiendo y descubriéndose a sí mismo.
Creo que la enseñanza en el arte es sumamente compleja porque no hay una teoría determinada. Lo teórico es el orden pero no basta con eso. Después hay un montón de cosas en, digamos, las regiones interiores, en el estado anímico, psicológico.
APU ¿Cómo define el concepto de aprendizaje? ¿Qué significa aprender arte?
P. C.: Significa comprender al hombre, la naturaleza. Quién realmente comprendió el arte, comprendió la naturaleza, al hombre y a sí mismo.
APU: ¿Nos podría contar la situación de la escuela de arte de la Cárcova?
P. C.: El caso de la Escuela Superior de Bellas Artes es una cosa bastante lastimosa porque la agarró gente que no conocía la escuela. Creo que cualquier establecimiento se maneja cuando se lo conoce. No había conocimiento para poder manejarlo y lo fueron abandonando por un problema de ignorancia. Esa escuela, por el valor y la forma en cómo enseñaba, era sumamente importante en Latinoamérica, sino también en el mundo. La enseñanza que se impartía ahí estaba dada por grandes maestros que estudiaron en Europa y enseñaban en La Cárcova con conocimientos bien profundos.
A esa escuela la fueron abandonando y la hicieron un museo de calcos; en realidad, la Cárcova siempre tuvo su museo de calcos pero estaba hecho para los estudiantes, no era para una cosa pública. Por ahí eso está bien pero no se debería haber abandonado la enseñanza de la escuela. En este momento la escuela prácticamente no existe, no dan clases. Entonces estamos tratando de rescatar eso, que vuelva a ser una escuela de posgrado y que enseñe a todos los licenciados en arte para que sean profesionales y dominen el oficio.
APU: En un mundo ideal, ¿cómo puede actuar el Gobierno o el Estado frente a la importancia de la trascendencia y el trabajo en la cultura de un país?
P. C.: Cuando los gobiernos se den cuenta de que el arte es el espíritu del hombre, el espíritu del pueblo, prestarán atención y se educará a través de las artes a la población. O sea, que empiecen a entender la música, la literatura, el teatro, el cine, las artes plásticas porque, y quizá es muy romántico lo que digo, pero las artes son el espíritu del pueblo. Dicen en la India que el hombre nace con cinco cualidades, tres del espíritu y dos de materia. En los países occidentales esas tres cualidades las han ido matando y están quedando nada más que las de la materia. O sea, estamos deshumanizándonos totalmente, nos estamos transformando en robots.
La sociedad cree que el arte es cosa de bohemios y no es así, el artista está tratando de defender la naturaleza humana y representarla con mucho esfuerzo. No tendría que hacerlo, tendría que ser algo en lo que colabore el Estado; así como colaboran con el fútbol, ¿por qué no con el arte?
Los políticos tendrían que pensar en recuperar el arte, no hay mucho más que se pueda decir.