Escritores nacionales: pensar en proyectar y ya no sólo en resistir

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Escritores nacionales: pensar en proyectar y ya no sólo en resistir

15 Septiembre 2019

Por Norman Petrich

 

 

Más que importante la carta que un grupo de escritores le hicieron llegar a los candidatos presidenciales, luego de que varios de ellos fueran consultados por los asesores de Alberto Fernández y que Claudia Piñeiro abriera el juego (y las puertas de su casa) a más gente. Por dos motivos principales, o quizás tres.

Por los lugares claves adonde apuntan y por la heterogeneidad de los participantes: además de la narradora estuvieron, entre otros, Ana María Shua, Juan Sasturain, Tamara Kamenszain, Guillermo Martínez, Carlos Busqued, Reynaldo Sietecase, Antonio Santa Ana, Elsa Drucaroff, Alejandra Laurencich, Martín Kohan, Esther Cross, Jorge Consiglio, Miriam Molero, Osvaldo Aguirre, Gabriela Massuh, Horacio Convertini, María Inés Krimer y Cecilia Szperling, más las adhesiones que llegaron desde otras provincias, de escritores como María Teresa Andruetto, Eugenia Almeida, Perla Suez y Mempo Giardinelli.

Ante una nueva crisis económica y una crisis estructural de mayor anclaje en el tiempo con respecto a la “industria del libro”, quienes firman esta carta ponen como punto de partida insustituible, para poder luego discutir cualquier otra cosa, la existencia de políticas públicas (federales) que tiendan a proteger al sector. Es decir, no es algo de lo cual el Estado se puede desprender y dejar librado “a la mano invisible del mercado”.

Para ello proponen cuatro ejes que iremos desarrollando para entender su importancia.

 

Primero: Restitución del Ministerio de Cultura

Para poder impulsar políticas públicas que protejan al sector y a los escritores como trabajadores de la palabra, es necesario que el órgano tutor tenga un rango de jerarquía como para llevar a cabo la tarea, y no sea sólo un lugar burocrático por donde se canalizan las órdenes del ejecutivo. Se necesita un órgano enérgico y que estudie profundamente la situación no sólo económica sino la forma (despareja) que presenta el sector en sus relaciones de trabajo, entre otras cosas, porque si aquellos que ponen la fuerza de trabajo están supeditados a decisiones indiscutibles de quienes tienen el capital, difícilmente se pueda cumplir con la ley de fomento y se democratice la cultura.

 

Segundo: Apoyo a la Creación del Instituto Nacional del Libro (INLA)

Para fortalecer y promover el libro hace falta un ente autárquico que diseñe las políticas necesarias, de un modo descentralizado, atacando todas las patas al mismo tiempo: elaboración, distribución, difusión y comercialización. Sería interesante la formación de distribuidoras estatales que hagan llegar las ediciones oficiales a los más recónditos lugares, pero que también ayuden en esa tarea a las editoriales denominadas independientes. Y es aquí donde engarza con el punto 3

 

Tercero: Políticas activas en el fomento de la creación y la lectura

Para eso se hace necesario la difusión y la comercialización de los libros nacionales en todo el país y en el exterior. La constitución de una crítica a nivel regional, que permita al lector conocer lo que se escribe en el lugar donde vive, y no sólo lo que llega recomendado por los diarios de tirada nacional, se hace preponderante para lograr una verdadera democratización de la lectura. Como también se vuelve necesario que los libros hechos en nuestro país tengan un precio competitivo en el sentido de los costos.

Y para su comercialización es interesante buscar canales alternativos a los que transita el mercado tradicional. Un fuerte apoyo a las ferias locales, a la compra de materiales financiados para las bibliotecas populares. Un aceitado mecanismo de festivales en distintos lugares del país. Es decir, buscar mercados que no repitan hacia adentro las diferencias de clases.

Como verán, son 3 sectores que deben trabajar coordinados. Nada fácil pero no imposible.

Para así llegar a un punto no menos importante

 

Cuarto: Revisión de las condiciones tributarias, previsionales y de seguridad social de los, las y les escritores

Aquel que suele responder que es escritor ante la pregunta de qué hace, suele recibir una repregunta: ¿y de qué vivís?

Esa no categorización de su trabajo lleva a que el escritor tenga nulas condiciones previsionales y de cobertura social si no tiene otro empleo que cubra esos menesteres. Ni pensar en tributar como tal.

En este mismo suplemento hemos tratado cómo, muchas veces y por la forma en que se implementan los derechos de autor, éstos se convierten en derechos de editor (http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/derechos-de-autor-para-quien)

En las condiciones actuales, la negociación entre el editor y el autor lo deja a este último en un lugar precarizado. Será interesante ver cómo se desarrollan las discusiones para lograr un avance en este punto. Porque no alcanzará con sólo proteger los derechos de autor si no se revisan los condicionantes que hacen del copyright un cuello de botella que canaliza el sector hacia el dominio de pocas manos. Algo que se viene discutiendo: la implementación actual de los derechos de autor choca de lleno con la ley de fomento del libro.

Es interesante destacar que la Asamblea Autoconvocada de Escritores abrió una cuenta de correo electrónico para aquellos autores que quiera sumar su adhesión al documento: adhesionesasamblea@gmail.com

Empecé diciendo que quizás había para remarcar tres motivos por los cuales podíamos considerar importante la acción llevada adelante por este grupo de escritores. Hasta ahora desarrollé dos de ellos. El tercero no es menor.

Y es que, si bien surge en el marco de una crisis descomunal, esta carta dirigida al futuro presidente llega en tiempos donde renace la apuesta por alcanzar verdaderos cambios. Porque nos permitimos volver a soñar con algo en las antípodas de este retroceso diario, de esta lucha constante para no seguir perdiendo más derechos todavía. Esta carta deja en claro que los escritores palpan en el aire un contexto que les permite volver a pensar en proyectar y ya no sólo en resistir.

Partir de ahí no es poca cosa.