Viajes interespaciales: el fenómeno del libro en el subte
Por Milagros Carnevale
Cecilia Bona es periodista, productora y lectora. Trabajó en Radio Mitre, en Vorterix y en una FM barrial de Mataderos, su barrio. En Vorterix producía el programa Malditos Nerds, que trata de videojuegos, cultura pop y tecnología. La invitaron a participar de la mesa e hizo noticias sobre videojuegos por un tiempo. Un día llevó un libro para recomendar y a mucha gente le gustó, entonces empezó a hacer recomendaciones semanales. Cuando el programa cambió y se convirtió exclusivamente de videojuegos, esa sección se eliminó. ¿Y ahora qué?, se preguntó Cecilia. Así nació, paralelo a su trabajo en la radio, la cuenta de Instagram @porqueleerok, que hoy tiene más de 7 mil seguidores, donde la periodista cuenta por qué, para ella, está bueno leer ciertas historias. Además, graba audiolibros en su canal de Youtube.
En este mundo hiper tecnologizado y virtual, en el cual parece casi imposible no tener redes sociales o no saber dónde está el celular, la lectura parece quedar cada vez más relegada. Sin embargo, espacios como @porqueleerok le dan una vuelta de tuerca a esta saturación tecnológica en la que vivimos. ¿Cómo? Proporcionando, desde adentro, un caminito que lleve hacia afuera. Se trata de usar las redes para promocionar la lectura, o ir más allá, como Cecilia, y utilizar los medios que provee esta era para transformar las formas de leer. ¿Cuántas personas se ven en el transporte público con auriculares puestos? Quizás, alguna de ellas esté escuchando un audiolibro.
Un día Cecilia viajaba en el subte y vio a cuatro personas leyendo a la vez. Le pareció un montón. Así nació la iniciativa del Vagón de Lectores: ¿qué pasaría si todas las personas del subte viajaran de cabecera a cabecera leyendo juntas? Y luego, un paso más: ¿qué pasaría si el punto de partida fuera Flores? La estación San Pedrito pertenece a una zona de la ciudad a la que las actividades culturales no llegan. Todo sucede en Palermo, Villa Crespo, San Telmo. Esta idea de llenar un vagón con lectores también contemplaba las cuestiones geográficas de CABA. Trasladar la cultura a otras comunas. La propuesta tuvo desde el principio un tinte épico. Ir al evento significaría formar parte de algo extraordinario.
La convocatoria del domingo 9 de febrero superó las expectativas de su organizadora: dos vagones llenos, con gente parada. Algunos esperaban el domingo con ansias, otros se enteraron el mismo día y decidieron ir. Aparecieron personas de todas las edades. Hubo sueltas de libros y sorteos; también canjes a la sombra de los árboles de Plaza de Mayo. Los pasajeros habituales y ajenos que subían a ese primer vagón inevitablemente se sorprendían y se veían interpelados. Había libros para ellos, para cualquiera que quisiera sumarse. Toda la experiencia cobró aspecto de performance colectiva en lugar público, similar a un par de obras que participaron en la Maratón Abasto este último FIBA. Los participantes fuimos personas y personajes, lectores y actores.
El Vagón de Lectores fue una pequeña gran demostración de que la lectura es una actividad colectiva. Como todo hoy en día, el acto de leer también está atravesado por la deconstrucción. ¿Qué leemos?, ¿quiénes leemos?, ¿cuándo leemos?, ¿en qué formato leemos?, ¿por qué leemos? Son algunas de las preguntas que no tienen una única respuesta, pero sí múltiples aristas, una de ellas es la tecnología. Lo principal a tener en cuenta: la lectura es un viaje que nunca se hace solo.