“Nada dentro salvo el vacío”: cuentos y melancolía
Por Milagros Carnevale
Nada dentro salvo el vacío, el libro de cuentos de Ana V. Catania editado por Añosluz, en la colección Campos de Marte, invita al lector a desgarrarse las entrañas mientras suena a lo lejos la radio y las tazas del desayuno siguen sucias en la bacha. El título deja entrever el desafío a la corporalidad que recorre todos los relatos. Es una burla, es una ironía, es un grito, es un miedo. ¿Qué es eso tan oscuro y escurridizo que nos inunda? ¿Quiénes somos afuera de la piel? La respuesta parece muy clara pero no tanto: es una batalla y somos un desencanto.
Esta obra interpela especialmente a las femineidades, a partir de la exploración del matrimonio desde la perspectiva de la mujer, el embarazo, el aborto, la menstruación, la maternidad. La narración en primera persona permite un recorrido por la interioridad de los personajes, esa interioridad que los hace tan vulnerables y a la vez tan enteros. Mediante el recurso del flashback el lector podrá armar el rompecabezas y reconstruir historias que probablemente sentirá cercanas, porque en estos cuentos no se trata de una trama novedosa (son melodramas melancólicos), sino del quiebre continuo entre el deseo y la realidad, entre el pasado y el presente, entre el amor y el tiempo.
En el libro de Catania abundan párrafos pequeños que condensan una premonición y la sensación de que algo terrible está por suceder. Los títulos, parcos: una palabra chiquita acurrucada en el borde de una hoja en blanco que da la sensación de vacío y peligro, y que siempre se deja dar vuelta. Con un estilo para nada corto o conciso, la escritora logra que todo el tiempo se huela el final abrupto, el descarrilamiento inevitable de la anécdota. Desde el principio hasta el final los cuentos son un final.
Nada dentro salvo el vacío nos enfrenta a una realidad dolorosa: la tristeza no es original y no es nuestra. Es única y es de todes. Es de quienes engañan a sus parejas porque son infieles consigo mismos, es de quienes perpetúan relaciones tóxicas para ahuyentar su propio veneno, es de quienes día a día se desconocen, es de quienes se hunden en el propio desamor, y sobre todo de los cuerpos gestantes que se extrañan frente a la experiencia de tener algo dentro que no les pertenece, que los hace extranjeros, que los rompe. Nada dentro salvo el vacío es una exploración de la corporalidad: el nombre, la piel, el olor, el hueso, el lenguaje, la puesta en escena, las decisiones, los tambaleos, las ranuras.
* La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de la autora.