Covid-19: La situación en la Villa 31 desde una perspectiva feminista y popular
Por Josefina Figueroa / Foto de Asamblea Feminista
En la última semana los contagios de coronavirus en la Villa 31 crecieron hasta alcanzar los 280 casos y sus habitantes denunciaron la falta de agua. Servicio que no sólo es una herramienta fundamental para prevención del virus sino que afecta directamente la actividad de los comedores. Esta actividad social está organizada y sostenida mayoritariamente por mujeres y diversidades. Es por ello que Agencia Paco Urondo en coordinación con la Asamblea Feminista del barrio *, recopiló declaraciones y denuncias de militantes de diferentes organizaciones sociales sobre cómo están atravesando la situación.
Desidia Estatal
Tras el fallecimiento de la primera persona por coronavirus y luego de múltiples denuncias de organizaciones sociales del barrio, el gobierno de la Ciudad motorizó por primera vez en la cuarentena, un protocolo de medición de contagios a la población de la Villa.
Felicidad Salinas, militante de Barrios de Pie y coordinadora del área de Géneros en CABA, expresó que lo que está pasando en el barrio “es una vergüenza” y que la están pasando muy mal con la llegada del frío y la falta de agua. “Sobre todo las mujeres que sostenemos las familias y comedores”, aseguró en diálogo con Agencia Paco Urondo.
En este mismo sentido, Janet Mendieta que trabaja en el comedor Feminismo al Palo dijo que “hace un montón que veníamos reclamando un protocolo especial” porque sabían de los peligros que acarreaban por sus condiciones de vida. “Estamos hacinados y hay un montón de menores de edad por familia”, expresó con preocupación.
Luz Miuriel Burgos, integrante de la casa popular Las Mirabal, agregó: “Me duele mucho que en su momento no se haya hecho nada. Me da mucha impotencia la desidia del Estado y es muy desesperante ver que suben los contagios. Me da por pensar que quieren que se mueran todas las personas de la villa”.
La verdadera pandemia
A pesar de que la mayoría de los medios no lo visibilizan como tal, a evaluar por los números, el coronavirus puede considerarse una pandemia dentro de otra que nos acecha hace años y se llama violencia por motivos de género. El no cese de femicidios y transfemicidios durante el aislamiento social preventivo y obligatorio, puso en evidencia que el hogar es un lugar donde la violencia patriarcal se despliega en sus niveles más extremos y continúa matando.
Sobre este punto, Mercedes Duarte, promotora contra la violencia de género en el espacio "Ñande Roga" y trabajadora de un comedor de CTA Capital, destacó que “en esta pandemia estos dos trabajos son fundamentales. Prestar una oreja para escuchar a una compañera que está atravesando una situación de violencia es tan importante como garantizar un plato de comida. Principalmente en los barrios vulnerables donde falta el Estado y somos las compañeras de organizaciones sociales las que estamos paleando la situación colectivamente”.
Asimismo Felicidad Salinas que es militante de Barrios de Pie afirmó que “están muy expuestas porque la violencia de género avanza acá también y no hay contención. Sobre todo si sos inmigrante”.
La falta de agua y sus múltiples consecuencias
Los vecinos y vecinas de “la 31” denunciaron que hace tiempo tienen problemas con el agua pero que en las últimas semanas esa situación se agravó. En declaraciones con los medios, funcionarios de la Ciudad aseguraron que se trataría de un problema de la empresa AYSA y que estaba en vías de solucionarse. Como si con ello fuera suficiente en una situación de emergencia sanitaria, económica y humana.
Miriam Suarez de Barrios de Pie expresó que la falta de agua es muy grave y que no reciben una solución. “Nos dicen que tenemos que hablar con AYSA. Hoy volvió el agua pero sale sucia. No nos podemos higienizar bien” aseguró. Además y fundamentalmente explicó las dificultades que provoca para la ayuda social porque “quienes tenemos comedores no podemos cocinar para toda la gente sin agua. Además la verdura no se puede lavar bien”.
En la misma línea, Janet Mendieta que trabaja en el comedor Feminismo al Palo, expuso las contradicciones en el hecho de que “el Estado nos pide que te laves las manos pero no nos da respuestas”. También explicó: “A veces el agua vuelve de a ratos a la madrugada pero no tenemos presión. Los comedores están desbordados porque la situación económica tampoco es buena”.
No obstante, Camila Ramos que pertenece a la CTA Capital y vive en el sector bajo autopista de la Villa 31, confirmó que en el barrio tienen “más casos de dengue que de coronavirus. También aseguró que les están dando agua para cuestiones del hogar pero que “no es para tomar porque hay que hervirla y hay vecinos que no pueden comprar agua. La Secretaría se está manejando muy mal. No da privilegios a las mujeres embarazadas ni discapacitadas”.
* La Asamblea se conformó a partir de un femicidio en el barrio y la necesidad de gestar un espacio de contención. Hoy la conforman casi quince organizaciones de diferentes partidos políticos. Ante la pandemia están funcionando como un espacio de circulación de información y sostén emocional.