Ni Una Menos: ¿Quiénes somos hoy?
Por Ludmila Sueiro | Foto Daniela Amdan
Actualmente Argentina está alineada al contexto de pandemia y crisis mundial que se vive. El aislamiento social preventivo y obligatorio ayudó a disminuir la gran mayoría de delitos penales, excepto los feminicidios que no paran de crecer. Porque el machismo no está en cuarentena y las prácticas culturales que hace cinco años nos mataban siguen detrás nuestro. Ese sigue siendo nuestro objetivo: terminar con el patriarcado antes de que él termine con nosotras. Pero lo sabemos, el camino es largo y no termina aunque tengamos, por primera vez en la historia, un Poder Ejecutivo todo vestido de verde.
Hace cinco años la Plaza de los Dos Congresos era una marea estallada: por un lado, en el dolor de las muertes acumuladas en el grito de toda una generación de jóvenes que salió a las calles y, por el otro, la fuerza arrolladora de una lucha con larga data. Nos encontramos ahí con realidades y experiencias distintas. Las plazas de todo el país fueron el escenario para que podamos mirarnos a los ojos y darnos cuenta de que estábamos viviendo lo mismo. La cultura patriarcal, de alguna manera, nos educa para pelearnos, pero al encontrarnos vimos que el objetivo había cambiado: era contra ella. Había y hay que reconstruir la cultura para alcanzar una sociedad sin desigualdades e inclusiva.
De los medios de comunicación sólo se escuchaba que la culpa era nuestra. La forma de vestir, la cantidad de bebida alcohólica o decidir sobre la manera de vivir las relaciones sexuales era lo que impulsaba el trato de los hombres hacia las mujeres y disidencias. Es decir, éramos transformadas en unas provocadoras. Hoy esto sigue pasando, sin dudas, pero ya no es gratis, porque implica recibir la crítica social y mediática por distintos medios y redes sociales. El silencio incómodo ya no es la forma en la que participamos. Ahora hablamos.
El 2015 fue el cúmulo de un número de duelos, sí, pero también de victorias. Teníamos sobre nuestras espaldas muchas batallas ganadas con orgullo. Sin el nombre, quizás, del reconocimiento “feminista” por contexto pero dando cuenta de que se estaban cruzando fronteras:
- En el 2005 se sancionó por decreto la jubilación para amas de casa.
- En abril de 2008 se sancionó la Ley 26.364 de Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas como medida de protección para todas las mujeres menores y mayores de edad que fueran explotadas tanto dentro como fuera del país.
- En marzo del 2009 se sancionó la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales, para abordar los distintos tipos de violencias ejercidas contra las mujeres, entre las que se incluyen la doméstica, la institucional, de libertad reproductiva y obstétrica, mediática y laboral.
- En noviembre de 2012 la Cámara de Diputados aprobó la norma que agravó la pena del homicidio de una mujer o persona trans cuando esté motivado por su condición de género.
- En 2012 se sancionó la ley 26.743 de reconoce el derecho a tener la identidad sexual autopercibida en el documento nacional, así como el acceso a la atención sanitaria integral de personas trans.
Solo por mencionar algunas medidas. Pero en estos cinco años también pasó algo. Nuestro país fue gobernado por el macrismo. Un mandato que no solo desmanteló nuestra patria, retrotrayéndonos a los peores momentos económicos, sino que también demostró que cuando una sociedad está en llamas, las primeras que nos quemamos siempre somos las mujeres y las diversidades de géneros.
Un fuego que sigue quemando en un país donde Milagro Sala está presa injustamente. Aunque el panorama no cambió mucho, en otros sentidos podemos decir que dio un brusco giro. Nunca imaginamos tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad con una réplica en la provincia de Buenos Aires, manejado por una referenta sindical. Sin embargo, queda mucho por hacer, no nos podemos quedar solo en lo institucional y su difusión por las redes sociales.