Organizaciones de derechos humanos: "Nos preocupan los avances en la región de sectores que vulneran las democracias"
Por Mariano Nieva | Foto: Wally Velázquez
La Red Ecuménica por los Derechos Humanos y el Estado Laico (REDHEL) dio a conocer un documento que aborda las problemáticas que están atravesando en materia de exclusión, violencia institucional y avance de posiciones neoconservadoras e integristas muchos de los países de la región y que ponen en muchos casos a la democracia bajo amenaza. “La cooptación del estado por parte de las élites, proyecta un debilitamiento del espacio democrático y el Estado de Derecho”, aseguraron.
A continuación el documento completo:
Los derechos humanos frente a los nuevos desafíos en América Latina y el Caribe – Declaración REDHEL
Como organizaciones ecuménicas y de derechos humanos manifestamos nuestra preocupación por los avances en la región de sectores y gobiernos que vulneran las democracias, los derechos fundamentales existentes y su ampliación.
América Latina y el Caribe está atravesando por una coyuntura histórica de gran fragilidad en términos de ambiente y estabilidad democráticos. Las profundas polarizaciones sociales, el incremento de voces contrarias a la convivencia plural, la creciente represión de movilizaciones sociales, los vaivenes de la política electoral regional, la continua deslegitimación social de la democracia como sistema político, entre otros, son algunos de los fenómenos que hoy caracterizan a nuestra región y que son una clara muestra de debilitamiento del espacio civil.
Las voces religiosas siempre han formado parte de estos procesos, pero en las últimas décadas, persiste una creciente preocupación por el avance de algunas expresiones neoconservadoras e integristas que no solo representan un tipo de posicionamiento dentro del fundamentalismo religioso, sino también político y económico.
Dichos grupos han cobrado mayor visibilidad a partir de su trabajo articulado con distintos espacios socio-políticos en pro de la delimitación de libertadas, la censura de perspectivas diversas y la deslegitimación de agendas en políticas públicas inclusivas, la cooptación del estado por parte de las élites, lo cual proyecta un debilitamiento del espacio democrático y el Estado de Derecho.
De aquí:
1- Repudiamos aquellas voces que, en nombre de todo el espectro religioso, han legitimado contextos de violencia social e institucional, como ocurrió en el 2019 en Bolivia y en este año en Perú, Brasil, El Salvador, Honduras y Guatemala, y que instrumentalizan la fe y el nombre de Dios para avalar prácticas contrarias a la democracia.
2- Reiteramos que la fe, tanto cristiana como desde otras confesiones, no tiene un posicionamiento homogéneo con respecto a la llamada “agenda valórica”, la sexualidad, los modelos de familia y las nociones de género. Por ello, rechazamos los mensajes de odio vertidos sobre movimientos feministas y las agrupaciones LGBTIQ+, espacios donde encontramos una activa participación de personas de fe, y que defienden la dignidad de millones de personas que día a día son violentadas, estigmatizadas, excluidas y asesinadas.
3- Denunciamos los discursos racistas que aún habitan algunas voces religiosas, las cuales se reflejan en el constante rechazo, discriminación y estigmatización de muchos pueblos indígenas, poblaciones afrodescendientes y otras espiritualidades en la región.
4- Insistimos en la necesidad de la construcción de un Estado laico efectivo en los países de la región, garantizando el principio de neutralidad en clave de derechos humanos y que promueva la libertad, pluralidad e igualdad religiosas, con el objetivo de contrarrestar prácticas de monopolio religioso, especialmente de las cúpulas cristianas institucionales.
5- Hacemos un llamado a las diversas voces cristianas que abogan por la promoción y el trabajo mancomunado desde un espíritu ecuménico, a seguir bregando por la unidad, en un contexto donde las iglesias, organizaciones basadas en la fe y distintas comunidades, tienen un rol fundamental en la defensa de la democracia.
6- Anhelamos una construcción junto a otras creencias, expresiones de fe y organizaciones de sociedad civil, con el propósito de promover la existencia de otro tipo de visiones dentro del mundo religioso, que se contrapongan a los posicionamientos hegemónicos neoconservadores y fundamentalistas que muchas veces monopolizan el espacio público.