Moira Millán: "No hay lucha anti-patriarcal posible si hay silencio ante la detención de Milagro Sala"
Por Nadia Mayorquín | Foto: Mariana Mamani
AGENCIA PACO URONDO entrevistó a Moira Millán, referente del "Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir" luego de su visita a la provincia de Jujuy donde se encontró con Milagro Sala y con mujeres de diferentes comunidades indígenas de la provincia. Su recorrido se estuvo enmarcado en la celebración a la Pachamama, donde las comunidades indígenas se reúnen para abrir la tierra y ofrendarle gratitud por lo recibido y hacerle saber los deseos para el presente año.
AGENCIA PACO URONDO: El pasado sábado 31 de julio fue a la provincia de Jujuy y se encontró con Milagro Sala. ¿Cómo fue el encuentro y cuál fue el objetivo de su visita?
Moira Millán: Tuve la oportunidad de conocer a Milagro Sala, fui a expresarle mi solidaridad. Me afectó bastante verla en la situación en la que se encuentra, me sentí atravesada por los mecanismos misóginos y racistas que emanan de la Justicia del aparato judicial de la provincia de Jujuy. Me parece también muy injusta la soledad institucional que ella padece donde los organismos como el Ministerio de las Mujeres y Derechos Humanos parecen ineficientes frente al reclamo de justicia y libertad para ella. Me resulta injustificable la indolencia e indiferencia de todos los sectores con respecto, no solamente a la situación de Milagro en las injustas causas que han levantado, sino con el resto de las hermanas y compañeras de su movimiento que también están con prisión domiciliaria y que han sido víctimas de racismo y esa violencia sistémica que golpea a los pueblos indígenas en la provincia de Jujuy.
Ella fue muy cálida, me atendió con mucho cariño, pudimos almorzar, conocí un retazo de su vida, su historia de amor con su marido, los sueños que la habitan aún en todas las vicisitudes que está atravesando, los deseos de poder salir adelante y alcanzar justicia y llevar adelante proyectos más emancipatorios. Fue una charla muy franca, honesta, autentica sin ningún tipo de obsecuencia política ni de ella ni mía. Ambas sabemos las diferencias ideológicas, los recorridos diametralmente opuestos que hemos tenido, sin embargo y ante todas las cosas mi acercamiento a Milagro fue un acto de amor, de hermanas indígenas que sufrimos la represión, el racismo y persecución de un Estado colonial.
APU: ¿Este encuentro es una forma de construcción, en la diferencia, una alternativa del buen vivir?
M.M.: Este encuentro sobre todas las cosas es un acto de solidaridad entre naciones indígenas y entre mujeres de las naciones indígenas. Por supuesto que se ensambla con el sueño del buen vivir porque lo que buscamos es la justicia. Tal vez no sea un encuentro de construcción en la diferencia, pero sí de búsqueda del reconocimiento de que hay un problema estructural, más que un problema hay una situación de opresión estructural que es sedimentaría a la conformación de esta Estado colonial y que necesitamos interpelar y destruir para generar algo nuevo y mejor. En esto prácticamente se sustento la charla.
El buen vivir por supuesto tiene que ver con la Memoria, Verdad y Justicia para los pueblos indígenas, no solamente de nuestro pasado reciente de nuestros territorios invadidos a través de la campaña del desierto, la matanza del Gran Chaco, entre otros. Sino también lo que actualmente está llevando adelante las empresas extractivistas no solamente transnacionales sino también capitales nacionales argentinos como es el caso de la empresa Ledesma de Blaquier. Estos son capitales completamente contaminantes y destructores no solo del ambiente, de la vida, de ese buen vivir y también de la memoria y de los derechos de los pueblos indígenas.
APU: ¿Cuáles fueron sus motivaciones por las que decidió trasladarse y encontrarse con hermanas de esas geografías jujeñas y con qué escenarios se encontró?
M.M.: Distintos motivos me han traído a estas tierras lejanas. Yo digo que vengo de la tierra de los cóndores a habitar por un breve tiempo las tierras de los tucanes. Sobre todo, los testimonios de dolor, tremendas injusticias, de violaciones a los Derechos Humanos fundamentalmente de la situación de vulnerabilidad y agresión demográfica concretas sobre los cuerpos territorio de las hermanas indígenas que denuncian todo tipo de agresiones. Vine a conocer de manera testimonial, concreta y palpable esos dolores, narrativas, caminar estos territorios y vivir también las mismas amenazas y hostigamientos que las afecta cada día. Por ahora muchos de esos “machotes” muchos de ellos narco-caciques están furiosos conmigo, entonces estoy entendiendo la magnitud del problema y la soledad con que están viviendo este escenario terrorífico.
APU: ¿Cómo caracterizas al gobierno de la provincia Jujuy en relación al trato e inclusión que le da a los pueblos originarios y sus cosmovisiones?
M.M.: Este es un gobierno lacayo de las empresas extractivistas, es un gobierno colonial, racista, opresor. Es muy difícil para las comunidades, fundamentalmente para las mujeres indígenas batallar contra esta mole de impunidad, de violencia, falta de humanidad que emerge como poder en las comunidades que se instala, atraviesa, secuestra, copta y oculta. Y que es el poder que organiza esta provincia en todos los sentidos, que no está solo porque tiene complicidades de toda una republica colonial como es la Republica Argentina que lo permite, es increíble que estén pasando situaciones como el chineo, la violación a niñas, la trata de jovencitas indígenas, secuestradas para la prostitución, el narcotráfico en las comunidades, la violencia intra género comunitaria, la violencia institucional que castiga, reprime y encarcela de manera arbitraria. Están pasando muchos hechos gravísimos en la provincia de Jujuy.
APU: ¿Cuál es la situación que viven las familias y las mujeres de esas comunidades que visitaste?
M.M.: Me ha impactado favorablemente la resiliencia de los pueblos y sobre todo de las mujeres que están tratando de gestar experiencias comunitarias y colectivas para ir resolviendo el problema de la alimentación porque hay mucha hambre y desnutrición aquí. Están tratando de ir gestando experiencias más autónomas por supuesto todo cuesta muchísimo porque son muchos factores externos que van ingerenciando las decisiones internas de la comunidad, la cantidad de iglesias evangélicas, la iglesia católica, organizaciones sociales que lamentablemente ejercen cierto neocolonialismo porque no se dejan permear por la cosmovisión de los pueblos indígenas, sino que vienen a adoctrinarlos a cambio de una bolsa de comida. Es decir, prácticamente la pobreza es el factor de secuestro de las comunidades. Creo que a pesar de todo ello va a haber un gran despertar aquí, desde estás mujeres que hoy son acalladas con violencia, despreciadas, castigadas y maltratadas. Pienso que todo ese bagaje de odio de clase, racista y misógino va a chocar contra esa capacidad de renacer, abrazar, reconstruir, recuperar identidad y comunidad. De encontrarse en un solo pensamiento y camino sólido de esperanza porque las hermanas de todos los pueblos de aquí están encontrando las raíces de su memoria, ancestros y ancestras. Creo que van a ser una fuerza telúrica mujeril importante en Jujuy para derrotar no solamente tanto patriarcado sino también tanto racismo.
Me gustaría hacer un llamado a la solidaridad de todas las mujeres y corrernos del lugar del concepto de solidaridad de solamente aquello que me identifica y con lo que se comparte. A veces también hay que entenderla desde el lado de derrotar a la injusticia por más que las víctimas de esa injusticia no tengan el mismo pensamiento ideológico o las mismas formas de construcción que nosotras hacemos; pensar que las mujeres podemos cambiar el mundo y que empezar a cambiarlo es interpelar las estructuras legales y judiciales del patriarcado misógino, que es quien todavía hoy decide entre la libertad y prisión de muchas mujeres militantes, entre ellas Milagro Sala. Hacer un llamado a que nos pronunciemos porque no puede haber lucha anti patriarcal si silenciamos cuando estos patriarcas encarcelan a las mujeres que luchamos.