"No me gustaría que Angelelli fuera una estampita que no generara conflictos ni nos interpelara"
Por Paula Viafora
El pasado 5 de agosto se cumplieron 45 años de la muerte del ex obispo Jorge Angelelli, en un hecho que agentes de la última dictadura cívico militar pretendieron hacer pasar como un accidente automovilístico. Ya en democracia, se probó en juicio que el monseñor fue asesinado a manos de efectivos del Tercer Cuerpo de Ejército, comandado por Mario Benjamín Menéndez, quien junto a Luis Fernando Estrella, resultó condenado a perpetua por este crimen.
El dia previo al aniversario, la Provincia de la Rioja, a traves del Secretario de DDHH Delfor Brizuela, presento un escrito ante la Justicia Federal para que sea rectificada el acta de defuncion, reemplazando la causa de muerte natural por asesinato para reestablecer la verdad historica y judicial. Como cada año se realizaron distintos actos recordatorios en la provincia de La Rioja, donde vivió Angelelli. Este año se decidió la colocación de una marca en el lugar de la ruta donde ocurrieron los hechos. Estuvieron presentes en el lugar el Ministro de Cultura de la Nación, Tristan Bauer, el secretario de DDHH provincial, Delfor “ Pocho” Brizuela, y Rodolfo Perez Equivel, entre muchas personas que se acercaron a rendir su sentido homenaje.
En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, Brizuela recordo al sacerdote: “Angelelli es un nombre que habla de otros nombres, es un nombre colectivo, un mártir, no un mártir porque lo mataron, sino que lo mataron porque fue un mártir. Su vida, si hablamos en términos de fe cristiana fue un permanente cargar y subir a la cruz, descendiendo hacia las entrañas de su pueblo, de sus luchas, que se traduce en tierra para todos, en agua para todos, en estas provincias pobres del norte. Desde que pisó La Rioja se transformó en una piedra de tropiezo. Algunos lo aplaudieron y caminaron junto a él y hubo otros dentro y fuera del cristianismo que se opusieron tenazmente y lo descalificaron, lo calumniaron, lo trataron de obispo montonero, obispo marxista".
"Él siempre decidió seguir adelante. Los enemigos de la vida, del pueblo, de la autodeterminación, de la justicia social, de la dignificación del ser humano, son movidos por el interés mercantilista, individualista, el lucro capitalista, por supuesto lo atacaron porque él vino a despertar la conciencia del hombre común. Por ejemplo, mediante los sindicatos de campesinos o con los mineros, que morían a los 30 años completamente afectados por la contaminación; los trabajadores del campo que no tenían nada y les pagaban con vales para cambiar en la despensa de ramos generales por harina, azúcar, yerba...esa era la realidad de La Rioja en el año 68 cuando llegó Angelelli y metió el dedo en la llaga...", insistió el funcionario provincia.
APU: Los 60 y los 70 fueron años de mucha participación política.
Delfor Brizuela: En el año 69, Angeleri tuvo un rol activo en el Cordobazo. Además, había tenido mucho que ver en las revueltas en las calles acompañando a los obreros de las principales fábricas, leyendo en esas acciones algo nuevo que se estaba generando, la llegada de un hombre nuevo con clamor de justicia social, emancipación y liberación. Avivaba el fuego de la lucha. Por ejemplo, ante la movilización de las cooperativas de trabajo del campesinado de La Rioja, para citar un ejemplo local, o los empleados estatales, acompañando la visita de Raimundo Ongaro. Eso era Angelelli. Había hecho demasiado bien o mal los deberes, como para terminar acorralado y asesinado. Pero matarlo no fue lo peor que le hicieron. También acorralaron y desaparecieron a varios miembros de los grupos de jóvenes que eran sus entrañables colaboradores.
APU: ¿Cuál es su legado? ¿La memoria popular ha hecho justicia con su obra?
DB: La memoria es un acto de amor hacia el pueblo, pero también del pueblo y como todo acto de amor es persistente, encuentra el resquicio, busca por todos lados donde resistir, por donde abrirse camino. Yo tengo cinco desaparecidos en mi familia, detenidos políticos y exiliados. Tenemos la perspectiva histórica que está basada en el trabajo de madres, abuelas, familiares, curas y monjas que se han jugado por su pueblo en los barrios y mantuvieron viva la llama de la memoria en medio de las balas y del miedo, en medio de las detenciones y de la dispersión propia de la época, en que muchas familias aconsejaban a sus hijos que no vayan más a los grupos de jóvenes, por ejemplo, porque se sabía de las detenciones. Hemos pasado todo eso y sin embargo se ha persistido y encontrado la vuelta. Recuperamos la democracia, pero aún así nos costó, porque no cabe duda que es una memoria contracultural a lo dominante que pretende imponer la desigualdad y sembrar el capitalismo. Es una disputa cultural. No por declararlos mártires todos salen a hacer una procesión y a aplaudirlos. Ese martirio sigue siendo polémico y yo aplaudo que sea así. Porque de otro modo quizás la memoria sobre nuestros mártires no tendría la misma energía transformadora e interpelante. Si hacemos una estampita pero ya no nos dice nada nuevo, ya no planeta conflictos, es como el Jesús de la historia que lo terminamos encerrando dentro de un templo. Entonces decir que nadie puede dejar de conocer a Angelelli quiere decir que hemos triunfado, que la vida ha triunfado. La persistencia de la memoria como acto de amor ha triunfado. Unos hablarán a favor y otros seguirán hablando en contra, pero hablarán. Está en la memoria viva del pueblo de La Rioja.