Diez años sin el Flaco Spinetta: sus días en Santo Tomé (Santa Fe)
Por Daniel Dussex
El 8 de febrero, hace diez años, una noticia hizo cambiar la agenda periodística de los medios, a la mañana siguiente fue portada de los diarios más importantes del país desplazando a un segundo plano a todas las demás. En las generaciones que nacieron y se educaron musicalmente con su impronta artística, una frase corría de boca en boca, se difundía a través de mensajes de textos y en las redes sociales: “se murió el Flaco”. El Flaco era Luis Alberto Spinetta.
La percepción de la noticia se centró en Buenos Aires, y los medios nacionales abundaron en crónicas, biografías y opiniones sobre su obra musical. Sin embargo, Luis también caminaba las calles de Santa Fe y la ciudad que está pegada, Santo Tomé, porque su última relación de pareja la vivió con una chica de esa ciudad.
La flor de Santo Tomé
Luis Alberto Spinetta le dedicó un tema a su novia de Santo Tomé con la que vivió una relación de pareja hasta el final. Mercedes “la Poli” Fernández lo conoció en 2003 y hacía ocho años que vivían una relación afectiva muy intensa. Quienes conocieron de cerca esa relación aseguran que “el Flaco estaba enamorado en serio”. En estos años era muy común verlo a Luis Alberto caminando por las calles de Santo Tomé, cerca de la plaza, ya que la familia de la novia vive a dos cuadras de allí. El papá de Mercedes no sólo se esmeraba con excelentes asados que le preparaba cada vez que llegaba; también lo llevaba a la quinta de Arroyo Leyes porque Don Mario Fernández es instructor de kayacs. Dice Mario: “a Spinetta no le interesaba mucho la exposición pública, prefería quedarse en casa, hacer vida hogareña. Yo lo llevaba a la costa porque suelo organizar tours en kayacs. Él iba con gusto; aunque era más urbano, le gustaba ir. Eso sí, se quejaba mucho de los mosquitos”.
En una entrevista de Rodolfo Braceli publicada en La Nación, Luis Alberto Spinetta dijo: -Mi señora es de Santo Tomé y su familia duerme la siesta meticulosamente. Bueno, cuando yo voy allá me tiro pero siento... ¿remordimiento, quizá?, jaaa... Me pregunto qué me estoy perdiendo”.
Cuentan los vecinos de Santo Tomé que a veces el Flaco solía ir a una heladería céntrica, con su bolsito de hilo; tomaba helados y se ponía a charlar con los jóvenes que ocasionalmente estaban allí y lo reconocían. También se acercaban músicos de la ciudad a hablar con él o a acercarles sus “demos”. Tan cotidiano era el andar de Spinetta en Santo Tomé, que en un spot televisivo que filmaron para un supermercado, entre la gente que estaba comprando, aparecía el Flaco también.
Jorge “Archi” Basílico, un músico que vive en la vecina ciudad, nos contó que siempre sintió admiración por Spinetta: “Fue mi referente, a partir del modo de interpretar el rock en castellano que tenía él, dejé de cantar en inglés”. Por eso fue muy mágico el día que lo escuchó cantar al lado de su casa: “Yo sabía que venía seguido a la ciudad pero, por respeto, nunca se me ocurrió hablar con él. Mi patio linda con el de la novia del Flaco, y una tarde empecé a escuchar la voz de Spinetta como venida del cielo, cantando ‘Gricel’, acompañado por su guitarra. Para mí fue un regalo, pude robarle al aire ese hermoso momento. Por supuesto que me quedé como dos horas en el patio para escuchar si cantaba otra, pero fue la única”.
Uno de los lugares frecuentados por Luis Alberto y Mercedes en Santa Fe, era el Bar “La Tasca”, que está en la peatonal. Nos dice “Pelusa” uno de sus dueños: “Venían a la siesta, cuando había poca gente y buscaban sentarse en la mesa que siempre elegían, en la pared de la izquierda, cerca de una mampara que tiene el bar. Al principio no lo conocí. Recuerdo que una vez había extraviado una boina con la que solía andar, había quedado escondida entre dos mesas. Cuando se la encontramos dijo: ‘¡Me salvaste la vida!’ Siempre mantenía un perfil bajo y le gustaba venir acá porque no lo asediaban tanto como en Buenos Aires".
El lugar donde el Flaco se sentaba con su novia ahora está preservado como un “lugar sagrado” y hay una escultura de tamaño natural que lo evoca.
Mucho antes de su relación afectiva con Mercedes, Spinetta había demostrado su sencillez y apoyo a los músicos que recién empezaban. Darío, músico de un grupo de rock santafesino que se llamó “Aspergilius”, cuenta que en una oportunidad en que vino a Santa Fe fue al hotel donde paraba; el Flaco los atendió y estuvieron conversando mucho. Sin embargo, Darío se encontraba desalentado porque comparaba los equipos e instrumentos que ellos tenían con los que traía Spinetta y le parecía imposible seguir haciendo música. “Recuerdo que caminó unas cuadras conmigo por calle 25 de Mayo hacia el sur, me puso la mano en el hombro y me dijo: ‘no importa, vos tenés que seguir igual. A mí también me pasó lo mismo cuando fui a verlo tocar a Santana y me impresionaron los instrumentos que tenía’. Así, de ese modo me alentó a continuar en la música”.
Los músicos que trataron personalmente con Spinetta coinciden en que “el Flaco era sencillo, no se la creía, nosotros lo endiosábamos por lo grosso que era musicalmente, pero él era una persona muy generosa, tanto que una vez que un grupo fue a Buenos Aires a grabar en su estudio, no sólo que los dejó grabar el tiempo que quisieran sin cobrarles, sino que hasta se puso a amasar pizzas para todos; así era el Flaco.”
Esa sencillez que destacan en la personalidad de Luis Alberto Spinetta, también está reflejada en la letra de la canción que le dedicó a Mercedes. Allí, entre el paisaje de la costa, con ríos, sauces y juncos aparece el amor de quien asegura: “yo vine y no traje nada y lo mejor me llevé... porque ella es la flor más linda, la de Santo Tomé.”
La Gibson y unos anteojos rotos
Hugo Pereyra, músico de Santo Tomé, se lo encontró a Luis Alberto Spinetta en Santa Fe. Lo conocía personalmente al Flaco porque en los ‘80 le había comprado la Gibson con que hizo la gira de “Durazno Sangrando”. Claro que había pasado mucho tiempo. “Ahora trabajo como inspector de colectivos; vestido con mi uniforme de trabajo me lo encuentro al Flaco en calle San Martín y Crespo, le digo ‘Luis Alberto’, y él me responde ‘Sí, ¿que desea señor?’ Se habrá pensado que yo era un policía. Cuando le digo que le había comprado la Gibson, cambia de actitud y me da un abrazo tan fuerte que me rompe los anteojos de leer que llevaba colgados. No importa, ahora al lado de la guitarra del Flaco que está colgada en la habitación de mi casa, puse los anteojos rotos con un letrero que dice ‘rotos por Luis Alberto Spinetta’ “.