Vía Campesina: "Lecciones del fracaso en la prohibición de agrotóxicos en Sri Lanka"
11 Julio 2022
En abril del año 2021, el presidente Sri Lanka´s Gotabaya Rajapaksa anunció que prohibiría la importación de agrotóxicos. La medida buscaba ahorrarle a Sri Lanka entre $300 y $400 millones en divisas que el país gasta cada año importando agrotóxicos. El presidente también justificó que con esta medida se garantizaba el derecho de Sri Lanka a una alimentación “sin tóxicos”. Además, según el presidente, el gran gasto en agrotóxicos no generó un incremento en la producción agrícola. Por el contrario, él insiste en que los agroquímicos aceleran la infertilidad del suelo, una baja en el rendimiento y la pérdida de biodiversidad. Incluso, Rajapaksa ha prometido compensar a cualquier agricultor que tenga pérdidas en sus producción al cambiar hacia una agricultura orgánica. Los ahorros generados por la prohibición de agrotóxicos y terminar con los subsidios de fertilizantes podrían destinarse a esta indemnización.
Rápidamente en noviembre. Luego de varios meses de disturbios instigados por una crisis alimentaria grave, el 21 de noviembre la ministra de agricultura de Sri Lanka declaró que flexibilizarían las restricciones a las importaciones de agroquímicos y se permitiría la entrada de fertilizantes químicos, agroquímicos y nutrientes esenciales de plantas para una gran cantidad de cultivos. La presunción general de que la seguridad alimentaria del país estaba en riesgo sin los agroquímicos obligó al Gobierno a retroceder. Unos días después, el 24 de noviembre, se anunció que se retiraría de forma total la prohibición a la importación de agroquímicos.
Entonces ¿Qué fue lo que salió mal? Luego de seguir de cerca la situación de Sri Lanka en estos últimos años, hemos descubierto que en realidad, la crisis alimentaria fue consecuencia de una crisis económica constante y el agotamiento de las reservas de divisa. Sin embargo, los hechos se distorsionaron fuertemente debido a las constantes noticias de agricultores enojados en protestas en contra de la prohibición de fertilizantes por miedo a perder su producción.
Según una encuesta nacional, casi dos tercios de los agricultores apoyan la transición a una agricultura orgánica, aún cuando la mayoría consideraba que para ser exitoso el período de transición debía extenderse por más de un año. De los agricultores encuestados, solo el 20 por ciento declaró no tener un conocimiento adecuado de fertilizantes orgánicos y su aplicación correcta, lo que evidencia su desconfianza en la prohibición. Los productores esperaban que el gobierno los capacitara para preparar y aplicar los fertilizantes orgánicos y que también garantizara el suministro de alternativas orgánicas, además de extender el período de transición.
Distintos científicos, profesionales de la agricultura, y agroempresas en contra de a la prohibición de los agroquímicos, acusaron al gobierno de adoptar esta medida en el peor momento, justo cuando los precios de la comida están aumentando y el país está en medio de una crisis económica iniciada por la pandemia. Consideran que, en comparación a otros, el alto precio de productos orgánicos -accesible solo para los consumidores más ricos- podría llevar a una mayor inseguridad alimentaria entre la mayoría pobre si el país se volvía cien por ciento orgánico. Otros científicos sugerían una reducción gradual en el uso de agroquímicos en lugar del cambio precipitado del gobierno. Una transición ideal implicaría un monitoreo adecuado y presupone una aplicación gradual de abono orgánico para evitar el uso excesivo y evitar grandes pérdidas en la producción de alimentos.
Según los grupos locales que defienden la agroecología y promueven la agricultura sustentable, la situación fue más compleja. Este fue el caso del MONLAR (Movimiento por la Reforma de la Tierra y la Agricultura). Ellos aplaudieron la prohibición de agroquímicos y la transición hacia lo orgánico. Asimismo, también cuestionaron la planificación tan apresurada y la estrategia planteada para la transición.
En una carta al Presidente Rajapaksa en mayo del 2021, MONLAR señaló que no había ningún programa sistemático del gobierno para construir un mecanismo sólido que coordine políticas de agricultura orgánica, programas tácticas y estratégicos a nivel nacional y las diferentes instituciones encargadas de llevar a cabo estos programas, en particular el Ministerio de Agricultura y el Departamento de Servicios Agrícolas Agrarios. Actualmente, estas dos instituciones no están de acuerdo con la agricultura orgánica y no la respaldan seriamente.
Sri Lanka está realmente al frente de una crisis alimentaria, pero no sería consecuencia de un giro a la agricultura orgánica. No debería haber una caída en la producción de alimentos en tan solo una temporada de cultivo al punto de generar una crisis alimentaria. Por el contrario, la crisis alimentaria ya estaba en curso cuando se tomó la decisión de cambiar a orgánico. Por este motivo, para reducir el gasto de divisas el año pasado, el gobierno de Sri Lankan adoptó medidas para prohibir la importación de productos básicos, inclusive algunas comidas. MONLAR sostiene que el mal manejo de la reserva de alimentos durante la pandemia del Covid-19 tuvo como resultado la crisis alimentaria.
Al principio de la pandemia y el confinamiento, la economía de Sri Lanka cayó en picada ya que uno de sus mayores generadores de ingresos, el turismo, se destruyó. Esto llevó a una caída de divisas sin precedentes, de $7.5 mil millones en 2019 a tan solo $2.8 mil millones en julio del 2021. Los grandes pagos del Gobierno para comprar divisas necesarias para importar productos esenciales ha hundido la moneda de Sri Lankan. Esta crisis fue tan grave que en 2020, en un intento de salvar divisas, el gobierno prohibió la importación de vehículos, aceites comestibles, y la cúrcuma, una especia esencial en la cocina local.
Actualmente, Sri Lanka es un importador neto de comida y otras mercancías. La depresión del rupee generó una suba de precios en los productos básicos, lo cual provocó dificultades en la gente común, incluso agricultores. Aún así el Gobierno de Sri Lankan niega esto. En una entrevista con la BBC en septiembre, el Ministro de Estado Ajith Nivard Cabraal, sostuvo que no habría ninguna crisis alimentaria de la cual salir. Según él, el Gobierno estaba confiado que la transición hacia un cultivo orgánico tendría lugar sin complicaciones
Sin embargo, la campaña por una agricultura orgánica del Gobierno no parece concluir. Tanto el Presidente Rajapaksa en esta semana como el Ministro de Agricultura el pasado 24 de noviembre remarcaron que no habría ningún cambio en las políticas económicas del país. El presidente Rajapaksa dijo que el gobierno tan sólo daría subsidios a la agricultura orgánica y distribuiría fertilizantes orgánicos. En su discurso en el Comité de Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria Mundial (CFS), el líder de Sri Lanka aseguró que la decisión del gobierno de prohibir la importación de agroquímicos permitió una transición demandada desde hace tiempo hacia una agricultura más saludable y ecológica.
El intento de cambiar a una agricultura libre de químicos puede ser un paso en la dirección correcta para enfrentar muchos de los problemas sociales, incluyendo la crisis climática, que es de mayor importancia para Sri Lanka. Sin embargo, como señala MONLAR, el foco debe estar en promover la agroecología sin que ello implique el uso intensivo de tecnología o insumos orgánicos porque eso modificará la dependencia de químicos por parte de agricultores. La agroecología y las políticas para una agroecología orgánica deben apoyar la conservación ecológica, ayudar a combatir la pérdida de biodiversidad, y ayudar a las personas a conseguir sus proyecciones económicas en una forma más sustentable. Pero la agroecología no puede existir de la noche a la mañana, por eso es necesario movernos ahora.
* Artículo publicado el 25 de marzo de 2022 en el sitio oficial de la organización