A 46 años de la Noche de los Lápices: “La lucha por el boleto estudiantil permitió que hoy cinco millones de adolescentes lo utilicen”
Pablo Diaz, sobreviviente de los crímenes de lesa humanidad de la Noche de los lápices, dialogó con AGENCIA PACO URONDO. El 16 de septiembre pasado se cumplió un nuevo aniversario.
AGENCA PACO URONDO:¿Qué balance puede hacer a 46 años de los crímenes de la Noche de Los Lápices?
Pablo Díaz: Como protagonista y en instancias de haber hecho la denuncia me lleva a tener responsabilidades muy intensas en la sociedad. Primero la Noche de los Lápices es un relato de compañeros ausentes que tuvieron una corta vida, pero una larga lucha: Laura Falcone y Francisco Montaner tenían entre 15 y 16 años. Sin dudas su historia se inicia a los 12 años en el inicio de la escuela secundaria. En el balance general podemos decir que ha trascendido generaciones, gracias a la película en la cual exponemos audiovisualmente a las compañeras y compañeros que están ausentes.
En parte la idea mía siempre fue traerlos, hacerlos aparecer y que tengan un reconocimiento por parte del movimiento estudiantil secundario donde hicieron su militancia de vida y en sus agrupaciones partidarias de aquel momento. Donde estuvieron y la causa por la cual hoy no están. El balance que puedo hacer es que a 46 años tiene una referencia de memoria y de debate con respecto a los jóvenes como se encuentran actualmente.
APU: Usted menciona que la recuerda como una historia de amor. ¿Podría desarrollar esa idea?
P.D.: La recuerdo como una historia de amor. No hay que olvidarse que Horacio Ungaro, era el novio de María Clara Ciocchini y que yo pude enamorarme de Claudia Falcone en el pozo de Banfield. Es una historia de amor por haber mantenido dignamente la necesidad y el abrigo que teníamos entre nosotros, el abrigo porque nos hablábamos y decíamos que íbamos a estar afuera. De hecho, la militancia social tiene que ver mucho con el amor.
La noche de los lápices es una historia de amor porque es de militancia y de sensibilidad, querer estar con compañeros y compañeras bajo la mirada y la seducción. Cada vez que íbamos a dar apoyo escolar en los barrios había miradas de disfrute y eso era amor también. Yo no quiero desligar esa historia del margen de los campos de concentración, mientras estábamos todos en el Pozo de Banfield había un gran amor al querer sentirnos juntos. Siempre entendimos que la libertad es colectiva porque queríamos llegar todos juntos y hacer que nuestros padres y nuestros hermanos tengan la posibilidad de ser felices en esta sociedad injusta. Y esa voluntad era un profundo acto de amor.
APU: ¿Cuál es el legado qué se le deja a la juventud actual?
P.D: Aquella experiencia tiene que servir para instalar el debate a los jóvenes de hoy sobre lo que están viviendo. Siempre en las charlas que comparto con jóvenes hablamos de lo que ellos pueden generar en un Centro de estudiantes. Una instancia de organización que es parte de la necesidad de la lucha por la libertad colectiva.
Por otro lado siento que un Centro de Estudiantes debe servir para que el adolescente pueda encontrase a sí mismo. Pero también es importante que entiendan que el destino debe ser en común.
APU: ¿Qué mirada tiene sobre la coyuntura actual de nuestro país?
P.D.: En nuestra actualidad la situación de nuestro país trae muchos interrogantes para nuestros jóvenes. Uno lo ve en los barrios donde uno lleva las charlas, ateneos y colegios. Es muy complejo determinar qué cosas se pueden hacer y qué cosas no hoy en día.
Todo el mundo prioriza la subsistencia económica y la mayor pregunta es si estamos dentro de las oportunidades. Hay que construir la esperanza y la visión de que los jóvenes no sobran, sino que van a ser partícipes de la posibilidad de que todos podamos ser felices. El adolescente piensa en su familia en su casa y en sus compañeros y compañeras. Es muy importante que los jóvenes entiendan que son el presente y no solo el futuro.
La lucha por el boleto estudiantil permitió que hoy haya más de cinco millones de adolescentes que lo utilizan. Entendiéndolo como una posibilidad de acceder al transporte gratuito para la educación. Es necesario generar la idea y la convicción de que ellos pueden transformar los derechos sociales, gremiales y políticos que fueron logrados por grandes movilizaciones de nuestros jóvenes. Hay que alentarlos para avanzar en esa idea y contribuir con ellos para edificar el país que soñamos.