Ariel Scher y la larga espera: "El fútbol pone la vida en suspenso"
Una charla a fondo con el periodista, escritor y docente Ariel Scher sobre la Selección Nacional, Messi, Scaloni y cómo se construye lo que significan estos jugadores disputando el Mundial de Qatar 2022.
También la mirada del fútbol a sol y sombra, como diría el escritor uruguayo Eduardo Galeano, un deporte mundial comprendido entre el negocio por el espectáculo y el disfrute ante cada nuevo logro de la Selección Nacional.
"Yo creo que fracasar es no intentar", dice Scher a poco de comenzar a analizar al equipo argentino actual.
"Messi ha sido maravilloso como edificaciones estética, como proceso de involucramiento con un equipo. Tiene una identidad con la selección argentina extraordinaria. Yo no le reprocharía que no la tuviera pero la tiene, todo el mundo tiene derecho, no es obligatorio tener identidad con las selecciones y eso no te vuelve peor ni mejor, lo que está claro es que él ha tenido. Es el jugador argentino con más presencias en los Mundiales en cantidad de partidos. Fue a 5 mundiales y le gustaba y le sigue gustando ir. Además ha jugado minutos y minutos y minutos con esa camiseta, no sale nunca, es alguien que es feliz adentro de una cancha de fútbol y a veces las felicidades de la cancha de fútbol no te conceden, obtener resultados positivos", expresa sobre Lionel Messi.
Agencia Paco Urondo: ¿Cuándo la Selección Nacional toma este rol tan importante para los Argentinos? ¿Es con Diego? ¿Siempre lo fue?
Ariel Scher: En estos estos días me estoy haciendo esa pregunta, una vez por ducha, una vez por almuerzo, una vez por desayuno y una vez por paseo, en lo poco que puedo pasear porque hubo tantos partidos que ese ha sido nuestro paseo. Yo tengo 60 años, con lo cual no recuerdo furores y fervores por la selección nacional en mi infancia. Cuando veo un chico de 2 años vestido con la camiseta de Messi, siento que pertenece a un mundo al que yo pertenezco, pero al que no pertenecí. Tengo la sensación de que hay un momento en la historia del fútbol argentino fundacional en este terreno, en un contexto espantoso, que es el del Mundial del 78. Porque ahí el entrenador César Luis Menotti plantea que la Selección es prioritaria, hay un Mundial en la Argentina, Argentina nunca había salido campeón. A su vez, los líderes del proceso genocida tenían interés en reforzar ese tipo de vínculo, más allá de la eficacia que les haya dado o no, y aparece ahí un estado de identidad con la Selección que no reconozco ni en los libros de historia ni en mi experiencia vital como de esa magnitud.
Luego está Diego, está el Mundial del '86. Diego es Diego y todo camino hacia cualquier objetivación va a ser irrespetuoso. No hay manera de representarlo y de presentarlo y eso refuerza lazos. Mientras tanto, lo que va ocurriendo es que la industria de la comunicación, la mayor fábrica de hacer y deshacer cabezas de este tiempo de la historia y quizá de cualquier otro, decide apropiarse de los arraigos del fútbol y potenciarlos a niveles extraordinarios, volverlos centros de los centros de la industria del espectáculo con los Mundiales en el corazón de esa construcción político económica comunicacional, la Argentina tenía todo lo que tenía con los Mundiales.
Antes de la llegada de Messi, la línea de pasiones, si es el término pasión o la línea de búsquedas, se sostenía. Y los cinco Mundiales con Messi -sobre todo los últimos cuatro-, dado que ahí ya era un individuo súper central en la Selección, potenciaron eso. No es un derrotero de cualquier país, ni siquiera en el mundo global donde todo amaga parecerse, tener una vez y después otra vez y después otra vez al mejor jugador de un tiempo de la historia y probablemente de la historia.
APU: ¿Una Selección que tuvo un proceso también muy largo e importante, como grupo?
AS: Yo creo que hay procesos que, como en cualquier grupo, solo conocen los integrantes de ese grupo y hay que ver si los conocen. A vos te pasará que hay magias familiares que no podés explicar cómo se volvieron efectivamente magias.
Estuve hablando con entrenadores y con jugadores de fútbol en todo este tiempo. En el tiempo que viene a ser más o menos mi vida. Y en el tiempo reciente en particular. Aparecían como dos fenómenos convivientes. Uno, el show comunicacional que vos describís tiende a extremar en este tiempo las afirmaciones. En el tiempo de la extremacion lo que se busca es exacerbar emociones, polarizando opiniones. Y no más que opiniones. Pareceres a veces en favor o en contra de algo...
APU: Sí, lo hacen gritando...
AS: Sí. Cuando vos dependes del acto polarizador... No porque no se pueda tener opiniones antagónicas o miradas antagónicas del mundo. Lo que digo es: esta generación, en esta construcción permanente de exacerbar determinados posicionamientos circunstanciales tendés a gritar porque necesitás hacer ruido y el ruido sustituye los procesos argumentativos, es un rasgo muy fuerte de este tiempo. No estoy diciendo que este tiempo sea una porquería ni que sea una maravilla. Digo que es un rasgo, en el que aparece esto.
Entonces se podría y se puede tener aprobaciones o no aprobaciones del ciclo de constitución de cualquier equipo o de su desarrollo. (Pero) inclusive con resultados positivos lo que necesitás es argumentar. Pero la dinámica del show, eso que Jorge Valdano llama el show dentro del show y que no es lo mismo que un juego dentro del juego, no es lo mismo que un prode con tus amigos que un show donde involucrás públicamente la labor de personas que además son particularmente públicas... Bueno, ese show dentro del show necesita o termina necesitando del grito al que vos aludís porque cada vez hay que hacer una jugada más para llamar la atención. Lo que siga del grito quizás sea hacer la vertical con una mano y morir por no tener equilibrio para sostenerse, porque eso es un poco difícil, pero elevando los niveles de atención pública.
APU: Es el momento más clave, más exacto de Leo Messi...
AS: Messi ha sido espléndido para verlo jugar de punta a punta. El que se lo perdió, e inclusive se lo perdió enojándose porque no era campeón con la Selección, se perdió cosas... Es como si vos decís: bueno, dejo de comer con la gente que quiero porque tiene matices en la confección del tuco para las pastas que me generan algún picor e inconveniente, y entonces no te juntás.
Messi ha sido maravilloso como edificación estética, como proceso de involucramiento con un equipo. Tiene una identidad con la Selección argentina extraordinaria, yo no le reprocharía que no la tuviera pero la tiene, todo el mundo tiene derecho, no es obligatorio tener identidad con las Selecciones y eso no te vuelve peor ni mejor. Lo que está claro es que él la ha tenido, es el jugador argentino con más presencias en los Mundiales en cantidad de partidos. Fue a 5 y le gustaba y le sigue gustando ir. Además, ha jugado minutos y minutos y minutos con esa camiseta, no sale nunca, es alguien que es feliz adentro de una cancha de fútbol y a veces las felicidades de la cancha de fútbol no te conceden obtener resultados positivos.
Me parece que en este Mundial sí lo que está ocurriendo es que Messi -como muchísima gente- ha hecho un proceso madurativo en el cual le ha agregado cosas a su propia condición genial. Eso es muy difícil. O sea, todos tratamos de madurar, (pero) lo que debe ser muy difícil es añadirle cuestiones a tus desarrollos y si vos sos un genio en algo, una experiencia que conoce poca gente, Messi es mejor en muchas cosas que Messi.
Jorge Valdano, a quien hemos citado hace un ratito, me decía en esta semana que lo que él le nota es un añadido de paciencia. Él citaba una conversación con Xavi Hernández, el extraordinario mediocampista del Barcelona con el que Messi hizo arte años y años, semanas y semanas, y Xavi decía que buscaba que Messi nunca estuviera menos de dos minutos sin hacer contacto con la pelota, porque era un pibe y se podía desconcentrar. Ahora es omnipresente Messi en el partido, todo el tiempo parece que las agujas del mundo van a pinchar el césped para que él genere algo. Y en ese sentido está en una expresión sublime, máxima. Se lo ve muy cómodo en su pertenencia grupal, además de su pertenencias históricas y todo eso, y redunda en ese desarrollo de la madurez personal. Lo charlaba con Facundo Sava, el entrenador hace poquito campeón de la Copa Argentina con Patronato. Facundo me decía "mirá, con la pelota hace las cosas que hacía siempre. Lo que pasa es que está volando como un pájaro porque está muy cómodo, y tan involucrado como siempre, porque siempre ha estado involucrado".
Y será una condición de pertenencias ya no solo a la Selección sino en particular a este grupo y con este cuerpo técnico. ¿Eso habla mal de los anteriores entrenadores de Messi en la Selección?. De ningún modo. Es lo que pudo ser, cada vez no son peores nuestros vínculos anteriores porque ahora tengamos uno particularmente conmovedor o espléndido, son los vínculos que pudimos tener. A Messi no se le conocen dichos en los que ataque a algún entrenador o compañero. Ha sido muy cuidadoso y probablemente las ha pasado bastante bien también con ellos y lo que no funcionó, no funcionó, así en el fútbol como en la vida.
APU: ¿Y Scaloni?
Scaloni es un entrenador al que estamos conociendo. Es una peculiaridad que un entrenador, en este tiempo donde los ciclos formativos de los entrenadores tienen otras características, en su primera experiencia pública y al frente de un equipo esté en la Final de un Mundial. Hay un ciclo en que evidentemente él encontró llaves para abrir puertas que se han vuelto virtuosas: cómo construir un equipo, un grupo, una identidad. Luego lo que aparece además es que es un equipo, un grupo, una identidad, que tienen a Messi y qué hacer con Messi, cómo hacer que Messi se sienta como nunca y cómo hacer que ese grupo vuelva a Messi como nunca.
Por otro lado, nosotros vivimos en ese tiempo de extremación, que creo que coincidíamos en retratar, envueltos en en esta cosa de que la victoria te limpia de todo y la derrota te pone, como se dice ahora, en estado de cancelación. Y eso es sí sería inconveniente, Scaloni hubiera merecido muchos de los adjetivos favorables que está recolectando si el equipo no era campeón de la Copa América o no progresaba tanto en el Mundial. Lo que pasa es que es muy cómodo intelectual y emocionalmente juzgar a alguien solo por la cantidad de goles que acumula aquello que representa. Y yo no diría, de ningún modo, diría que ninguno de los entrenadores de la Selección argentina, que yo recuerdo, que no han sido grandísimos entrenadores. No recuerdo uno del que no pueda decir que es grande o grandísimo entrenador. Pero pasa que a cada uno le ha tocado ganar más o ganar menos, perder más o perder menos, y en ese estado de domesticación discursiva desde ciertos altavoces comunicacionales, no hablo de personas, sino de lógicas comunicacionales en esa dinámica, si perdieron fueron hechos, todos los grupos tienen tensiones internas en distintos momentos todos los grupos tienen momentos de satisfacción, casi sin una nube. Y en medio de todo eso, ganás. O perdés.
El fútbol se ha vuelto, como muchos otros territorios, pero este lo transparenta especialmente desde un lugar donde no hay para No ganar, Y la vida es una colección de triunfos y de pérdidas y a veces perder es un camino para ganar, no ganar un partido, sino para aprender cosas, pero las miradas sobre el fútbol soslayan eso. Yo me siento convencido de que diría, sin extremar nada del ciclo que encabeza Lionel Scaloni y de su cuerpo técnico con compañeros con los que creció más o menos lo mismo, ahora que si hubiera habido un shock post partido con Arabia Saudita y Argentina no destrababa el partido con México y ahora estamos hablando de otros equipos jugando la final del Mundial o sea, en esta tarde estaríamos esperando una final de otro equipo. Depende qué concibas que es el éxito yo creo que fracasar es no intentar.
APU: ¿Y cómo ves esa dialéctica de pasión y razón, de eso que tan bien sintetizó Scaloni "que mañana sale igual el sol"?
AS: Mirá, ustedes (se refiere a APU) escriben cotidianamente en la producción que hacen desde la Agencia de una manera o de otra sobre el valor de las alegrías populares. Las alegrías no son buenas necesariamente porque son populares. Ha habido fenómenos populares con los que no hemos coincidido en la historia del siglo XX. Ahora las alegrías que proporciona una actividad de tanta pertenencia de tanto arraigo, como el fútbol no resuelven el resto de la vida, lo que le añaden es una alegría de mucha potencia a esa vida y una alegría que tiene el valor de ser colectiva, comunitaria. Yo no voy a tener la misma mirada del mundo que cierta gente con la que no la tengo y que no es que tengo diferencias, sino que tengo distancias más bien ondas porque hagamos fuerza en el mismo momento de la misma historia humana porque, di María se sienta bien y haga las maravillas que ha hecho en la selección o porque él Dibu Martínez llegue lo más cómodo posible al palo izquierdo.
Lo que ocurre es que el fútbol pone la vida en suspenso. Una vez, el Negro Fontanarrosa me decía: "Cuando vos jugás al fútbol y vas a sacar un lateral o ves que el lateral de tu equipo del otro, va a sacar efectivamente un lateral, el marcador de punta, vos no pensás en que debés dos meses de luz o que tenés ya pagadas las vacaciones en Las Toninas"... La vida te va en eso, el juego es una dimensión de la existencia que te absorbe entero y en ese sentido por qué no permitirse la posibilidad de la alegría compartida. Las alegrías del fútbol son fugaces, son breves. Pero tienen, a su vez, una especie de huella de eternidad en esa fugacidad.
Vivimos en el campo de la construcción cotidiana y en el campo de la reivindicación de la memoria, somos aquello que nos ha pasado o estamos siendo aquello que nos ha pasado. Yo soy yendo con mi papá de la mano a la cancha, ya no me acuerdo a qué partido pero me acuerdo de esa mano. Eso me hizo feliz e imagino que esa felicidad me acompaña, cada vez que tomo un trago de agua o cada vez que vuelva a la cancha y le pasará así a mucha gente. Fugacidad y eternidad abrazadas. En cada abrazo que se da, cada núcleo que celebra esos partidos y después sigue el sol.
Una más sobre esa fe de cuando terminó el Mundial del '78, siempre enmarcándolo en la más feroz de la feroces dictaduras. Un crack argentino, Jorge Olguín, se acercó al excelente entrenador César Luis Menotti, había terminado el campeonato aquel 25 de junio del '78, y le dijo más o menos: "César, ¿y mañana, qué?". O "¿la semana que viene, qué?". Porque, claro, habían pasado un ciclo en el que todo el tiempo el objetivo siguiente era armar el equipo, el Mundial, el próximo partido.
Y la vida de Olguín y la vida de Menotti siguieron sin una Final de un Mundial... ahí a la vuelta de la esquina, pero con soles y con sombras como en la vida de cada individuo y de cada sociedad.
APU: ¿Cómo analizás a Francia?
Francia me parece un equipo curtidísimo. Ha dado la vuelta olímpica, salió campeón mundial hace cuatro años y medio en Rusia. Vi en la cancha aquel partido con Francia, fue superior a Argentina más en el gol que separaba el 4 de Francia al 3 que hizo Argentina. Y con el casi 4 que hace Argentina al final, porque el fútbol posibilita eso y porque aquel equipo también combatía. Para decirlo en términos futbolísticos, me parece que Francia en este Mundial ha sido un equipo, que te muestra y no te muestra, que cede iniciativas, que tienen muchísimo poder de gol y muchísima capacidad de complicarle la vida a los rivales cuando tiene espacio. Desde luego, a partir de la figura de Kilian Mbappé, que tiene una velocidad y una potencia articuladas que no tienen otros jugadores en el mundo en este momento y a las que él les suma habilidad y contundencia.
Es un equipo que siente en la media cancha la ausencia de N'Golo Kanté, de Pogba, pero tiene muy buenos jugadores que los sustituyen. Hay que ver cómo está Rabiot, que es un jugador clave porque llega desde la mitad de la cancha a acompañar a sus delanteros e incomoda a las defensas rivales. Hay que ver si puede jugar Upamecano, que es un central que ha crecido en este tiempo muchísimo, el compañero de Rafael Varane en esa defensa. Y después está el fútbol que arma y desarma todo el tiempo. Es el rival más difícil. No porque a la Final necesariamente llegue el mejor de todos, pero supieron llegar con este juego de, no decir te armó una fiesta de cumpleaños y vos venís que la vas a pasar fenómeno ellos te dicen bueno, hay torta y soplamos las velitas a la hora exacta y claro con eso es un cumpleaños y vencen.
APU: ¿Cómo te venís llevando con el tema de la espera?
En términos de cómo esperar a mí me parece que puede ser que tenga que ver con que yo he vivido algunas décadas, pero disfruto de las esperas. Hubo un tiempo en el que me encerraba en esa dialéctica, que enfrenta a la ansiedad con la paciencia, la ansiedad tiraba centros y cabeceaba y me dejaba arrinconado contra mi área. Ahora siento que es una circunstancia excepcional y que el camino a las circunstancias excepcionales también vale la pena.
Me gusta de la Selección argentina la ilusión de que pueda ocurrir algo más grande de lo que ocurrió. Pero insisto: no sé si será una comprensión ideológica o el simple paso del tiempo, o el matrimonio entre una comprensión ideológica y el paso del tiempo en mi vida, pero me gusta el disfrute del camino. El camino me parece lo mejor y la Selección argentina ha hecho un camino como equipo. Y nosotros, como gente que se entusiasma con los equipos que hacen caminos, sobre todo si tenemos alguna identidad afectiva, lo hemos pasado cerca de gente que queremos, disfrutando de la riqueza que tiene el fútbol a pesar de la colección de mugres y de mugrientos que a veces recubren esa riqueza que le sigue perteneciendo a los pueblos.