Pensar la violencia en las cárceles hoy: entrevista a Ragendorfer
En el marco del 8 de mayo, día nacional de la lucha contra la violencia institucional, AGENCIA PACO URONDO conversó con el periodista Ricardo Ragendorfer y reflexionó sobre el estado de situación de la violencia en las cárceles del país.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Podría hacer un diagnóstico sobre la situación carcelaria actual?
Ricardo Ragendorfer: Seria muy temerario de mi parte asumir semejante tarea. Sin embargo, te puedo decir que el problema carcelario en Argentina es históricamente uno de los territorios más oscuros de nuestra sociedad.
No solo por estar habitado por una población conflictiva de por sí, sino también porque las instituciones carcelarias no guardan el objetivo de enmendar ni reencauzar a su población. Todo lo contrario, los criminaliza mucho más. Son sitios para fabricar delincuentes.
APU: ¿Esa tarea está desarrollada con una planificación o por mera ineptitud de parte de los responsables de las tareas del poder penitenciario?
RR: Yo diría que por ambas razones. Por un lado, a las autoridades se les va de las manos, pero por otro lado se ha convertido la prisión en un templo del punitivismo. Es el lugar donde los pecadores pagan con un castigo por sus errores, no para ser corregidos precisamente. En ese sentido no vienen mal trazar una reflexión de cómo funciona en este momento la delincuencia. Hay un profundo temor de la población a lo que ellos a la inseguridad.
Las cárceles están pobladas por hacedores de la violencia urbana. Estamos lejos de aquellos tiempos donde existía una delincuencia “altamente calificada” . La mayoría de la gente que en la actualidad se dedica al delito lo hace en una escala muy berreta realmente. La crisis social que abunda en el país lleva a modalidades precarias y bárbaras de delincuencia en la actualidad. Esto va de la mano con un problema complejo que es la sobrepoblación carcelaria.
APU: ¿Qué ve detrás de la campaña de instalar a la ciudad de Rosario como el centro del narcotráfico?
R.R.: Rosario es una ciudad que está situada en un punto geográfico clave del país, donde circulan las mercaderías y toda una serie de objetos imbuidos de ilegalidad que van desde el norte hasta el sur del país debido a la hidrovia.
Sin embargo, eso no la convierte en la Sinaloa del Chapo Guzmán o en la Medellín de Escobar en Colombia. Lejos de eso aquí tenemos al clan de los Monos y de los Alvarado. Son pequeñas organizaciones que se dedican al menudeo, no exportan cocaína u otras drogas. Se dedican a la venta local que les otorga cierto control territorial y un alto poder de fuego en los principales barrios marginales de Rosario.
Esas organizaciones son colocadas como los enemigos públicos número uno de la seguridad urbana. Si bien tienen una peligrosidad evidente no podemos equipararlas como se pretende hacer a las grandes organizaciones mexicanas ni colombianas que mencioné antes.
APU: ¿En la ciudad de Buenos Aires también hay una sobreactuación en la actualidad?
R.R.: Hay una sobreactuación de una postura estigamtizante contra los pobres en general. Un hombre como el funcinario Diego Kravetz se le escapan los presos de las comisarias mientras se dedica a perseguir indigentes en la ciudad de Buenos Aires. Hay sobrepoblación en las cárceles, pero también en las comisarías capitalinas. En las comisarías y alcaldías de CABA hay 2200 presos cuando la capacidad total es de apenas 1000.La policía de la ciudad detiene a 87 personas por dia, por razones intrascendentes. En muchos casos terminan con prisiones preventivas.
APU: ¿El punitivismo es un paradigma vigente en las políticas de Seguridad?
R.R.: El punitivismo además de bestializar a quienes deberían resocializar está cifrado en una gran impostura. Argentina no es un país inseguro, la tasa de homicidios es la más baja de la región. Hay 4,2 homicidios cada 100.000 habitantes. En Uruguay que es tomado como un país seguro hay 5,1 de homicidios. Por otro lado, el gran tema del punitivismo es bajar la edad de imputabilidad. No solo meter preso a los indigentes sino también a los niños. El índice de menores que delinquen actualmente es el 0,04 %, es decir que es irrisoria la cifra. Por otro lado, de los homicidios que se cometen en el país solo el 30% es cometido en ocasión de robo. El resto son homicidios intrafamiliares, intravecinales. Es decir que el 70% de las personas que cometen un crimen hasta ese momento no pertenecían a ese mundo del delito.
APU: ¿Qué debería incluir una profunda reforma penal en nuestro actual sistema penitenciario?
R.R.: No soy la persona más calificada para trazar o proponer una política penitenciaria. La cuestión pasa por convertir a las cárceles en un sitio habitable, como mirada general. Es algo básico el hecho de que sean lugares que al menos no los llenen de rencor. Si se potencia ese odio será una fuente inagotable de tragedias esa persona que sale de la cárcel. Se supone que debe ser un lugar para reeducar y reencauzar a las personas, lo cual resulta una utopía a esta altura del partido. Por otra parte, hay una ambición política de parte de los funcionarios jerárquicos del servicio penitenciario que genera una asimilación a la agenda pública del momento. Y en general esa agenda pide mano dura.