Operación Masacre: la lectura interminable
El 30 de noviembre de 1957, por fin, el periodista Rodolfo Walsh conseguía que la editorial Sigla publicará su investigación sobre los fusilamientos de José León Suárez. El devenir no fue fácil: de soñar con un premio Pulitzer por jugarse el pellejo a terminar con su manuscrito en un sótano donde funcionaba la redacción de la publicación Mayoría, de mirada nacionalista, y pactar la publicación por entregas en mayo de ese mismo año, cuando antes experimentaron, junto a la imprescindible Enriqueta Muñiz, una publicación “fallida” en el también semanario Propósitos.
Lo segundo, no es menor: no hubo nada igual. Al día de hoy ninguna investigación periodística ha tenido siquiera una porción de calidad como la tiene esta investigación referida en cuanto a testimonios, escenas, datos, investigación y una atmósfera, por momentos, aplastante.
Y, sin vueltas hay que decir que Operación Masacre es para el Siglo XX, lo que Facundo fue para el XIX.
También lo obvio, y de lo que ya se habló muchísimo. La significancia de tamaño libro para la Resistencia Peronista y las luchas contra las dictaduras asesinas, todo lo que vino después tuvo su génesis en los basurales de José León Suarez, tanto para nosotros como para ellos. Los ellos de Oesterheld.
Walsh al momento de escribir Operación Masacre era anti peronista, pues claro que había visto con buenos ojos la llegada de la Fusiladora, lo dijo como tantos: se terminaba la dictadura peronista. Pero cómo suele suceder en estos ciclos históricos tan calcados: un gobierno popular que cede el poder -propio del desgaste y ciertas contradicciones no resueltas- y otro que asume decidido a borrar todo lo del anterior y, encima, con cierto apoyo de las clases populares. Y también decían que se robaron todo. Walsh estaba algo en esa, antes de la masacre de Suárez, para luego experimentar la censura: nadie le quería publicar la investigación, salvo los nacionalistas como Sanchez Sorondo y los hermanos Jacovella.
Después, por supuesto, las controversias y las contradicciones: que pueden ser interesantes si se busca contribuir, completar una mirada: ¿Debería escribirse Operación Masacre desde la mirada orgánica del peronismo de ese entonces? ¿Sería una estrategia correcta sí se buscase la masividad, tal como la tuvo? ¿Qué hay en eso de llamarlo “ex terrorista” (¿?) a un tal Marcelo -que se arriesga y es torturado salvajemente- ya para el año 1964?
Hay algo en relación a Operación Masacre que poco se conoce, muy poco. Sí se ha dicho hasta el hartazgo que fue un libro que se adelantó a Truman Capote y su “A sangre fría”, pero no se conoce como Walsh fue editando su texto y sus paratexto a medida que su fé revolucionaria se acrecentaba. Dista mucho la primera edición de fines del `57 (Sigla Ediciones), más que nada en su prólogo, con la del `64 (Continental Service), y ni que hablar con la del `69 (Jorge Alvarez) y la del `72 y `73 (Ediciones de la Flor), con un Walsh ya inscripto en la militancia de Montoneros. En un principio se denuncia el fusilamiento de “inocentes”, y luego se impugna un sistema tanto el que asesinó al ferroviaro Nicolás Carranza, como al General Juan José Valle.
"En un principio se denuncia el fusilamiento de “inocentes”, y luego se impugna un sistema tanto el que asesinó al ferroviaro Nicolás Carranza, como al General Juan José Valle".
Entonces: ¿Cómo no encontrar cada vez algo nuevo? Sí, Walsh trabajaba en una perfección en busca de una reescritura que gane, sobre todo, en Verdad, no histórica, sino con él. Que no es poco. Todavía hay mucho para mirar en ese espejo de verdad, compromiso, coraje y periodismo. No hubo nada igual, hasta los gorilas lo sienten así.