De la discusión entre los eubó-vivos y los eubó-ludos: releyendo a Arturo Jauretche.
Releyendo a Arturo Jauretche para mejor entender la realidad, a los cavernícolas de la derecha que prodigan adjetivaciones crispadas, uno más liberal que el otro.
El asunto a que refiere don Arturo es de fines de los ´60, pero eubó-vivos y eubó-ludos hay también hoy, ya verán. Así lo relata Arturo Jauretche en una nota publicada en febrero de 1970:
“Un asunto minúsculo –entre tantas cosas mayúsculas que ocurren- como es el discurso pronunciado en el Club Gimnasia y Esgrima de Villa de Parque por el coronel y embajador Guevara[2], ha provocado un revuelo periodístico”.
“La Nación nos recuerda […] una advertencia de Azorín: ´tenga el político la virtud de la eubolia´ A renglón seguido nos informa que ´la eubolia es el don de utilizar el habla con moderación´, no sea que los profanos, poco informados de la sutilezas del idioma y que por tanto padecemos de moderación en el conocimiento del mismo, nos quedemos en aunas.
Como se sabe, y nos lo recuerda La Nación, todos los días en el acápite a la sección editorial, La Nación será una tribuna de doctrina (número 1, año 1).
Dedicar todo un editorial a cosa tan intrascendente como el discurso del coronel embajador nos parece también falta de eubolia, periodísticamente hablando. Mucho más cuando durante varios años después de 1955 coroneles, generales, almirantes y embajadores derramaron torrentes de caca sobre el país, con el pretexto de detractar al gobierno caído en 1955, logrando lo que padecemos ahora en el exterior: una imagan del país dibujada con los dedos …
Entonces La nación no se acordó de la advertencia de Azorín para transmitírsela a los marciales diplomáticos que ensuciaban el nombre de la patria en el exterior. Tampoco tiene eubolia La Nación cuando publica en su número del 2 de enero un aviso destacado solicitando militares retirados con relaciones bancarias para incluirlos entre los ejecutivos de empresas …
Principiemos por saber que hay eubó-vivos y eubó-ludos
Los eubó-vidos aprovechan las metidas de pata de los eubó-ludos. Y las metidas de pata freten a los problemas nacionales consisten en el juego que los segundos le hacen a los primeros. El eubó-vivo es liberal y proimperialista y está plantado en el siglo XIX. El eubó-ludo es antiliberal antiimperialista, según cree y está plantado en el siglo IX.
El eubó-vivo no quiere discutir ni tocar temas que correspondan al siglo XX. Necesita un ebó-ludo que en lugar de ajustar el país a la realidad de hoy lo quiere ajustar al a realidad de hace diez u once siglos. Así, el siglo XIX sigue siendo moderno por comparación, y al eubó-vivo le resulta cómodo argumentar frente a un eubó-ludo que, aunque viene y va al extranjero en jet, personalmente, imagina que el resto de sus paisanos son iguales a los que recorrían el camino de Santiago como peregrinos acompañados por un burrito.
Entonces, el eubó-vivo discute el corporativismo, el comunitarismo y oras zonceras por el estilo que le dan argumento para ser actual e ignorar a quienes lo combaten hoy y aquí, por cosas de hoy y aquí.
De donde resulta que el eubó-ludo es el idiota útil del eubó-vivo.
Es que los eubó-ludos incurren en el mismo error básico de los eubó-vivos que consiste en creer que lo que interesan son las formas políticas y no quiénes están detrás de las formas.
Sin embargo, uno puede nacer eubó-ludo y terminar por no serlo. Par alo cual basta con profundizar eso de ´las vacas que azoradas ven pasar los trenes´.
Alguna vez he contado que Lucas padilla o el colorado Pearson –que era un nacionalista con estaño- dijo que la desgracia del nacionalismo era la presencia de los ´niños bien´ de las ´casas bien´. Otra cosa hubiera sucedido, agregaba, si el nacionalismo lo hubieran hecho los ´niños mal´. Es que para no ser eubó-ludo hace falta eso del estaño que se puede aprender como se aprendió eso de las vacas. […]
Todo eso lo decimos con la vaga esperanza de que mucha gente de buena fe deje de hacerle el juego a los eubó-vivos con las eubó-ludeces de una restauración del tiempo de ñaupa, imposible y grotesca, y que tienen interés en divulgar los eubó-vivos para impedir el desarrollo de las auténticas ideas nacionales.
Dejen los eubó-ludos de hacerle el tren a los eubó-vivos para impedir el desarrollo de las auténticas ideas nacionales.
Dejen los eubó-ludos de hacerle el tren a los eubó-ivos. Baste con ver las cosas con ojos de hoy desde aquí.(Arturo Jauretche: Que al salir salga cortando).