El valor de las acciones de Repsol y el pasivo ambiental, por Gustavo Márquez
El primer estudio realizado en la Argentina para evaluar el pasivo ambiental ocasionado por la actividad petrolera, arrojó un número que en su momento (hace 14 años) ya creaba un ruido: mil millones de dólares tomando solamente a la provincia del Neuquén. En el estudio en cuestión, titulado “Emergencia ambiental, hidrocarburos, compensación y desarrollo sustentable en la provincia del Neuquén”, intervinieron expertos argentinos y extranjeros, sobre todo mejicanos y fue financiado por una donación de Naciones Unidas.
Entre las empresas que ese informe sindica como las principales responsables del daño ambiental causado a la provincia patagónica, se menciona a la entonces Pecom (luego adquirida por Petrobras); Petrolera Argentina San Jorge y Repsol/YPF. El hecho de que el estudio fuera encomendado a un grupo de expertos de insospechada reputación y financiado por la ONU, quitó todo poder de argumentación a las entonces nerviosas cúpulas de las compañías mencionadas, una de las cuales llegó al límite de presionar y con éxito al diario Clarín, para que se silenciara a un columnista de su suplemento dominical económico, que había osado publicar la información apoyado en datos recabados entre los técnicos que habían elaborado el fatídico informe.
Ello puede encontrarse rastreando la colección del diario allá por fines de 1999. Pero este caso testigo se mantuvo en el mayor de los secretos por el lobby desatado en dichas empresas, muchas de las cuales estaban en proceso de transferencia o venta, como el caso ya señalado de Pecom. En Neuquén este dato fue usado por la familia Sapag, que históricamente viene turnándose en el gobierno de la provincia, con distinta suerte. En la primera cumbre de Cambio Climático que se hizo en Buenos Aires, cuya denominación técnica responde a la nomenclatura de COP4, la provincia del Neuquén dispuso de una gran cantidad de folletos que explicaban sintéticamente este estudio financiado por la ONU (también organizadora de esa Cumbre Climática).
Una sórdida guerra interna se desató en el recinto de la COP 4, ya que María Julia Alsogaray, por entonces máxima autoridad ambiental del país, habría mandado a bloquear dicha entrega de folletos, según bramaban por lo bajo los funcionarios neuquinos. Los opositores al entonces gobernador Felipe Sapag, sostenían que su estrategia consistía en ventilar este caso fronteras afuera –donde más sensiblemente corre la información hacia las cotizaciones de las acciones en las principales bolsas- y cajonear el informe puertas adentro de la provincia.
Esta escena queda magníficamente retratada en las páginas del diario Río Negro del 14/09/98, donde se trata exhaustivamente el caso del fatídico estudio. Lo que no podía ocultarse mucho tiempo seguramente surgirá ahora cuando hay que poner otras cifras, los números que indiquen el valor de las acciones de una petrolera como Repsol, que en Comodoro Rivadavia solamente tendría 1.700 pozos abandonados a su propia suerte, dato que se deslizara del informe que obra en manos del gobernador de Chubut, Martín Buzzi y que no ha podido ser desmentido por la petrolera española. Como tampoco hay opinión de las autoridades de Repsol ante la acusación formulada en su contra por Amnesty International en 2004, donde se le acusa de financiar unidades militares del Ejército de Colombia que cuentan con “relaciones comprobadas con grupos paramilitares”, como lo afirman Thomas Seifert y Klaus Werner en el Libro Negro del Petróleo.
La doble moral que anida en el sistema financiero internacional, no acusa recibo de las causas humanitarias ni de la depredación de los recursos naturales. Solo resta esperar la segunda parte del leading case que comenzó con el estudio ambiental efectuado en Neuquén hace más de una década y observar cómo ello incide en el valor de los papeles de negocio, de una compañía a la que no le faltaron comedidos. Algunos con corona que confunden lobby con hobby, y no saben a estas horas si tomar el primer vuelo a Buenos Aires o seguir cazando elefantes.