Movimiento Nacional Campesino Índigena (MNCI): Origen, herencias, historia
Por Soledad Guarnaccia y Enrique de la Calle I El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) reúne a más de veinte mil familias organizadas en torno diversas experiencias de lucha y organización de todo el país. Entre las organizaciones provinciales que conforman el MNCI se encuentran MOCASE-VC de Santiago del Estero, la Unión de Trabajadores Sin Tierra (UST) de Mendoza, El Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), la Red Puna y Quebrada de Jujuy, GIROS de Santa Fé, Servicio a la Cultura Popular (SERCUPO) de Buenos Aires y Encuentro Calchaquí de Salta, entre otras. A su vez, el MNCI es miembro fundador de la Confederación Latinoamericana de Organizaciones Campesinas (CLOC) e integra la organización internacional Vía Campesina (VC).
En la primera parte de la extensa conversación, Ángel Strapazzón, Diego Montón y Adolfo Farías, integrantes de la Secretaría Operativa del Movimiento Nacional Campesino Indígena, repasan los orígenes y herencias del Movimiento como así también los distintos momentos de su historia, desde su emergencia en Santiago del Estero, justo cuando se inicia la última dictadura militar, hasta su conformación definitiva en el año 2003, momento que coincide con el surgimiento del kirchnerismo en la vida política nacional.
AGENCIA PACO URONDO: Queríamos conversar sobre el Movimiento Nacional Campesino Indígena, que nos cuenten sobre su origen, su historia, en qué provincias están laburando…
Ángel Strapazzón: Primero habría que pensar quiénes empezaron a impulsar, después de la dictadura militar, los movimientos campesinos argentinos. Hubo algo antes, hubo organizaciones agrarias más de tipo campesino que las cuatro históricas entidades del agro, incluida la Federación Agraria, que fueron las Ligas Agrarias y es obvio que si tenemos que hacer una referencia histórica las Ligas Agrarias lo son. También son referencias las organizaciones de trabajadores rurales que estuvieron vinculadas al PRT, no todas pero en Santiago y Tucumán estuvieron muy vinculadas. Nosotros tenemos compañeros del Movimiento, de algunas centrales campesinas, que recuerdan haber asistido a las reuniones que organizaba el Partido Revolucionario de los Trabajadores. La cosa, después de la dictadura militar, al menos por lo que uno conoce y se remonta, empieza en Santiago del Estero. Es curioso porque los santiagueños y santiagueñas no se sumaron a las Ligas Agrarias, a pesar de que éstas hicieron un terrible esfuerzo en Añatuya y otras pequeñas ciudades rurales y no hubo eco en el campesinado santiagueño. Sin embargo, durante la dictadura, algunos se refugiaron ahí; concretamente, el cura Killmeate se refugió ahí. El otro día la Presidenta lo llevó, hizo mención y estuvo con él. Es el único que se salva de la masacre de los curas palotinos. No era cura todavía, era estudiante en ese momento. Entonces, como los palotinos, que son irlandeses, tienen una tradición agraria campesina, le proponen ir a una parroquia en Santiago del Estero. Esa es una línea de la teología de la liberación.
Otra línea más “oficialista” era un grupo muy inquieto del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), ingenieros, hombres y mujeres del INTA, que estaban más vinculados a las huertas, eran medio anti-modelo agroexportador… Son muchos los que empezaron a tratar de agrupar, sobretodo a agricultores de la zona de riego. En Santiago del Estero se monta, después de la dictadura, una sede del INTA muy interesante, muy fuerte, y con una línea de gente proveniente del exilio, sobre todo una pareja de geólogos que traen el tema del estudio satelital de la tierra y un par de ingenieros agrónomos ligados también a la teología de la liberación, chicos y chicas de Buenos Aires que se fueron jóvenes a militar allá.
Y una tercera línea es la nuestra, que llegamos a Quimilí, teníamos algún vínculo con la teología de la liberación pero comenzamos por una escuela de filosofía que había en la Facultad de Córdoba, la Escuela Indoamericana de Kusch. Fuimos a hacer trabajo de campo, no a Quimilí sino a Cejolao que es a 20 km.
APU: ¿Un grupo de cordobeses que va a Santiago del Estero?
Ángel Strapazzón: No éramos todos cordobeses. Antes de la dictadura, en Córdoba como en todas las universidades argentinas, había muchos latinoamericanos estudiando.
APU: Pero sí eran de la Facultad de Filosofía.
Ángel Strapazzón: Sí, sí… Había una corriente que se llamaba algo así como “Rescatar la memoria histórica oral de los sabios del monte”, de los sabios de la campaña…
La línea que más impulsó el Movimiento fue la que creció en la parroquia de Juríes con este cura Killmeate. Ahí fue creciendo un estilo de organización y nosotros escuchábamos. La gente del campo tiene la costumbre de hacer correr su voz entre los ranchos y la voz llega los lunes, cuando llegan con sus productos a Quimilí, a Juríes, a Añatuya. Había un par de ONG, esa podría ser otra línea pero yo la vinculo más al INTA porque los ingenieros agrónomos de esas ONG, como INCUPO (Instituto de Cultura Popular), trabajaban como extensionistas del INTA. Entonces, hubo una confluencia de distintas intervenciones de afuera. Muchos vinieron con la educación popular y muchos otros con la intervención más bien técnica y productiva. Con esas excusas…Imagínate que en 1976 y 1977 no podías ir a hablar de organización.
Yo fui a escribir la historia de esos viejos y a hacer una hipótesis filosófica que está pendiente y ojalá la podamos hacer algún día. De hecho, en el movimiento hay algunos nietos de esos viejitos, que ya murieron todos. Son compañeros que sería mejor que estén acá porque ellos cuando hablan te muestran que sí existe una filosofía popular, que sí se construye un pensamiento más allá de lo académico. La tesis era eso. En realidad eran dos grupos, epistemología y gnoseología del saber popular. Porque Kusch decía que en Argentina la cuestión andina se podía ver sólo en Santiago del Estero y por eso fuimos a Santiago del Estero. Y los años fueron pasando, algunos terminamos nuestra tarea en Córdoba y nos recibimos; otros desviamos los estudios y terminamos yéndonos a vivir ahí; tres de nosotros terminamos yéndonos a vivir a Quimilí. Un poco por orientación de estos viejos, por su metodología, ellos nos fueron formando.
En el año 1985 empieza el primer quilombo de tierras en Juríes y en Quimilí y recurren a nosotros. Nosotros lo habíamos preparado porque recorríamos el campo diciendo “miren que dicen los viejos que se viene de nuevo algo así como La Forestal”. Esa era la hipótesis política sobre el capitalismo que tenían estos viejos, muy peronistas, que cuentan cómo escuchaban a Perón, cómo saltaban las tranqueras para ir a votar pese a la prohibición de los estancieros turcos o gringos y que Perón les decía “Salten las tranqueras”.
Ahí empezaron los procesos. La tierra fue lo que más llevó a organizarse y muchos tenían la tradición hachera y muchos otros tenían la tradición anarquista del gremio de La Fraternidad porque muchos de los hijos de campesinos trabajaban en el ferrocarril y La Fraternidad era anarquista. Todavía hay revistas y libros de escuelas de formación anarquista. Entonces, el tema de la democracia colectiva, no tan vertical, tiene que ver también con una influencia del gremio del ferrocarril. El sindicato formaba a los hacheros para resistir, ellos decían “nosotros no hubiéramos formado un sindicato si no venían a ayudarnos los del gremio del ferrocarril”. Así que mirá todo lo que llegó a influenciar el tren en Argentina. Ellos decían: “nosotros somos los últimos de los obreros, los más bestias y encima tenemos que voltear lo que amamos que es el árbol…Tenía unas frases el hombre ese…
Cuando vuelve la democracia en 1983 hubo algún ruido de tierras pero en 1985 empezaron a aparecer esos equipos que fuimos formando, Killmeate por un lado, INCUPO por otro en Añatuya y el INTA más por el lado de huerteros y cabriteros. Entonces ya venía la democracia y vino el plan de alfabetización de Alfonsín, varios nos presentamos para mantenernos con eso. Nos anotamos y había una mina muy piola, radical pero muy piola, que vio lo nuestro y nos hizo la pata y así pudimos sobrevivir siendo alfabetizadores. Eso hizo crecer un poco más a los grupos de cada lugar y entonces empezamos a proponerles a los compañeros campesinos sentarse con otra gente, dejar de estar aislados, ya que en Santiago había gente que estaba haciendo lo mismo. Eso nos llevó tres o cuatro años, hasta 1989 aproximadamente. Recién entonces pudimos convencerlos de que se tenían que sentar las organizaciones zonales y las cooperativas. El movimiento se fue expandiendo por el problema de la tierra, ya había problemas de tierras con muchos compradores de Córdoba, con el tema del algodón. No es verdad que el problema empieza con la soja, el algodón era muy rentable, hoy vuelve a serlo, pero antes era muy rentable. Y nosotros tuvimos una ventaja, lo mejor de Alfonsín para el mundo agrario fue que nos blanqueó como productores, inventó una ley por la cual nosotros hacíamos aportes y teníamos obra social, salud y jubilación. Así blanqueamos también a los compradores “en negro” de algodón, acopiadores sinvergüenzas y canallas que les canjeaban por mercadería a los productores. Eso nos hizo acumular mucho poder, convocamos a mucha gente a la que el tema de la tierra le daba miedo y entrábamos por el tema del algodón. Después convocamos a un guaso para que fuera acopiador. La familia Ponti, de izquierda, montoneros, tienen dos desaparecidos en Quimilí y un poeta famoso que les escribe canciones a varios santiagueños. Le dijimos al poeta: “Vos que tenés plata por qué no acopiás algodón así los corremos a la mierda a todos estos poderosos del algodón” y lo hizo, pidió plata prestada a los hermanos y armamos un circuito en el cual, por primera vez, los campesinos y campesinas de Juríes y Quimilí empezaron a ver plata en efectivo.
APU: ¿Eso en qué año?
Ángel Strapazzón: 1990,1991, 1992, ya empezaba el menemismo. El menemismo inventó un programa que se llamaba algo así como “Pequeños productores”, era un programita, todavía no era el Programa Social Agropecuario. En ese programita podías presentar proyectos para galpón, camión, algo de capacitación. Un programa que creó un tal Gastón Burdelois, que no es de nuestro riñón, es un facho. A grandes rasgos es eso, claro que después se notó la línea política, el trasfondo ideológico detrás de cada uno de esos impulsos. Juríes y Quimilí coincidían bastante en eso, los que trabajaban en el INTA menos y con las ONG tuvimos bastantes problemas. INCUPO, hasta que no se fueron los viejos setentistas, no pudo sacarse de encima el hecho de que ellos quieren conducir los procesos y así ponen techo a las organizaciones campesinas. De hecho, la Central Campesina de Añatuya, que ellos impulsaron, hoy día cuesta mucho reflotarla. En cambio, los que fuimos con la idea de que el sujeto político puede ser el campesinado tuvimos otro resultado. Pero nosotros también estamos en ese proceso, no separamos técnico de campesino o educador de campesino, un movimiento se conforma de militantes.
APU: ¿Y el Movimiento como tal cuándo se funda?
Ángel Strapazzón: El primer congreso del MOCASE fue en Quimilí el 4 de agosto de 1990. Los viejos vivían y habíamos llevado a uno de ellos a la celebración de Angelelli, habíamos ido con el cura Killmeate y varios más a La Rioja a celebrar al Angelelli mártir. Recién esa noche nos dimos cuenta que el MOCASE nace en una fecha significativa para alguien que luchó por las Ligas Agrarias riojanas. Fuimos también a la celebración de Wenceslao Pedernera. La muerte de Angelelli es la última de siete asesinados, una seguidilla de tipos que van matando. Cuenta la gente en Chamical que dos días antes Angelelli dijo: “El círculo se va cerrando, vienen por mi”. Pero él cometió un par de errores también, tenía unas carpetas que probaban cómo habían sido los asesinatos de Wenceslao Pedernera, de una campesina y de los curas que castran y fusilan. A dos curas los castran, Harguindeguy los hace matar a 10 km. de Chamical, en las vías; Juan de Dios Murías y Longueville, un francés, de la teología de la liberación, eran dos tipos muy militantes que acompañaban a Angelelli en esto de las Ligas Agrarias. Intentamos hacer algo en La Rioja, nos invitaron un par de curas pero ha quedado mucho temor.
El campesinado santiagueño es muy numeroso. Hoy en día no está todo organizado, en Santiago todavía faltan integrarse a la organización diez o doce mil familias. Hay treinta o cuarenta mil familias, en un tiempo los sociólogos decían quince mil pero son más, es un campesinado fuerte el de Santiago. Donde no ha llegado el conflicto de tierras, por ejemplo Ojo de Agua, es un campesinado de camionetas modelos 2004 o 2005, que hacen artesanías en cuero, lechería y cabras. El conflicto de tierras empieza a llegar recién ahora porque el sojero no quiere hacer más soja en la sierra porque no es buena esa soja, aunque creo que ahora con la soja que han inventado acá van a estar bien. Pero el conflicto es minero ahora.
El MOCASE empezó a recibir visitas de una organización estudiantil llamada FAEA (Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía). Estos compañeros son los que, de alguna manera, han diseñado un movimiento nacional y nos sacaron del aislamiento. Con Raimundo Gómez, uno de los viejos históricos siempre decíamos que no podíamos seguir pensando en construir sólo en Santiago del Estero. Y cayeron ellos, nos gustó lo que habían diseñado, un sistema de pasantías que seguimos haciendo.
Diego Montón: En la Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía, uno de los ejes de discusión interna, en la Universidad, tenía que ver con el rol del agrónomo y en función de eso se empieza a ver la necesidad de conocer el sujeto real en el campo y a partir de ahí poder determinar cuál sería el rol de un agrónomo. Había muchas pasantías en Santiago y, además, la FAEA estaba relacionada con otras federaciones latinoamericanas, como la CONCLAEA (Confederación Caribeña y Latinoamericana de Estudiantes de Agronomía) y eso permitió también la posibilidad de pasantías en el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST), muchos compañeros pudieron ir a Chiapas durante el auge del zapatismo, intercambiar con los cocaleros en Bolivia, entre otros. Se daba un muy buen debate porque se podía ver y contrastar la realidad latinoamericana y el proceso académico. Ya entonces era puro agro negocio y hoy es peor.
APU: ¿Eso en qué año?
Ángel Strapazzón: De 1990 en adelante. Ellos descubren que existía el MOCASE por un conflicto que hubo en Juríes y una presentación que hubo en Buenos Aires y en Córdoba, en la Universidad. Ellos se vincularon porque nosotros no sabíamos que existían, los que supuestamente teníamos vínculos con la universidad o el mundo académico no teníamos idea, estábamos abocados a lo nuestro. Ellos le dicen al MST de Brasil que en Juríes y en Quimilí había una organización campesina y nos empieza a llegar la revista del MST al correo de Quimilí y nosotros no sabíamos quiénes eran. Mirá que importante que una federación de estudiantes se vincule con el pueblo.
APU: En los orígenes del MOCASE ustedes también eran estudiantes…
Ángel Strapazzón: Totalmente.
Diego Montón: Y esa es en realidad la fortaleza del Movimiento, generar condiciones para la síntesis. No somos el campesinismo o indigenismo, donde nadie más puede hablar, ni tampoco el academicismo que viene a enseñarle al campesino, más bien intentamos lograr la síntesis entre historias distintas, conocimientos diferentes, orígenes diferentes. También se dio con muchos compañeros del campo que estuvieron un tiempo en la ciudad y ese es otro tránsito. Podríamos hablar de un tercer elemento, compañeros del campo que se tuvieron que ir a la ciudad, hicieron una experiencia urbana y volvieron al campo. Muchos de ellos en esa experiencia urbana tuvieron un trayecto sindical. Hay muchas experiencias.
Ángel Strapazzón: Una mezcla explosiva interesante.
Diego Montón: La dinámica fue terminar la universidad y luego instalarse en el campo, en algún lugar. Ángel hizo un relato largo de la cuestión santiagueña pero más o menos así, con otros condimentos, otras condiciones, se dio en Córdoba, en Mendoza, en Salta, se fue dando en Jujuy. Esos son los orígenes de las organizaciones campesinas. Obviamente, en cada uno de esos lugares estaban estos “viejos” que cuenta Ángel, sujetos campesinos que venían intentando de una u otra forma afrontar la realidad y esa síntesis permitió la génesis de organizaciones que ya estábamos vinculadas a nivel nacional, a través de ese espacio de reflexión general acerca de cómo lograr que todos esos procesos tuvieran una dinámica nacional y latinoamericana. Veníamos viendo el proceso de la Vía Campesina (VC) que surge en el año 1994 y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) donde, como MOCASE, estamos todos representados en la fundación de ese espacio. Nuestra idea era logar una construcción nacional que sea genuina, no que nos juntamos cinco y firmamos un documento y entonces decimos que somos el Movimiento. Eso nos llevó diez años, ya con las organizaciones consolidadas provincialmente y con una articulación nacional fuerte. Fueron diez años para que nos llamemos Movimiento Nacional Campesino Indígena. Fue en 2003 tras un proceso largo que recién decimos que somos el Movimiento Nacional Campesino Indígena.
APU: El surgimiento del Movimiento Nacional Campesino, en el 2003, coincide con el surmiento del kirchnerismo. ¿Qué vínculos encuentran en esa coincidencia?
Ángel Strapazzón: El kirchnerismo fue una suerte fabulosa para el MOCASE porque ellos intervienen la provincia. La Senadora Cristina Kirchner entiende lo que pasaba en Santiago del Estero por las mujeres golpeadas, lastimadas y violadas. Bonasso nos dijo: “Hay que convencerla a Cristina y, a la más difícil, Chiche Duhalde. Si las convencen a esas dos, sobretodo a Chiche Duhalde, se interviene la Provincia porque los documentos que han traído son lapidarios”. Era inmensa la cantidad de documentos sobre violación de los DD.HH, no sólo de campesinos. La iglesia católica también aportó lo suyo, no voy a subestimarla, pero básicamente tuvieron que ver tres periodistas de Página 12, una mina y dos guasos que hicieron la investigación, cuadros políticos de la Secretaría de DD.HH. que estaban vinculados a FAEA acá en Buenos Aires, Eduardo Luis Duhalde es quien dice: “¿Y ustedes qué quieren?” y nosotros le dijimos: “Queremos que usted venga y haga una misión para que vea lo que pasa.” Y Duhalde dijo que para eso había que convencer a Béliz. Y las compañeras lo convencieron también a Béliz que mandó la misión. Con esa misión enviada por el Poder Ejecutivo, a través del Ministro de Seguridad y DD.HH., se convenció al Parlamento Nacional. En realidad, primero al flaco, Néstor se convenció porque eran horrores los informes sobre lo que nos pasaba. Y una vez que estaban convencidos todos esos Bonasso nos dijo que la bandera la bajaban dos mujeres: “una es Cristina, el ala más de izquierda y progresista, y la otra Chiche, lo más duro era convencerla a ella porque son amigos de Juárez”
El kirchnerismo para nosotros fue una experiencia positiva. Después cometieron otros errores. La intervención fue un desastre en el sentido que deberían haberse quedado dos años más, a nuestro entender, para que no gane un radical vinculado a Néstor Ick y al poder económico enfrentado al kirchnerismo.
Pero lo que nosotros decimos es que MOCASE sin la existencia de FAEA hubiera tenido muchas dificultades, le hubiera costado salir del aislamiento. Porque cuando descubrís tu autoestima, estoy hablando desde el campesinado, comprendés tu capacidad, tu poder y tu talento tenés una etapa de creerte autosuficiente y entonces que FAEA problematice políticamente que una experiencia como esa hay que socializarla, fue clave y estratégico en ese momento. Eso fue en 1991, 92 y 93. En el 2003 ya había otra cosa.