El peronismo y una crisis que es identitaria, de representación y programática
La enorme derrota electoral que sufrimos a manos de Milei y su pequeño partido, hasta ahora casi desconocido, nos sumió en una crisis que comprende nuestra identidad, nuestros liderazgos, organizaciones y propuestas, y que también pone en cuestión las razones y los métodos de nuestra militancia.
Lo primero para superarlas es analizar y poder procesar y llegara un mínimo consenso sobre las razones y los hechos que nos condujeron a la derrota, al menos hasta un nivel que nos permita revisar y comenzar a superar las cuatro dimensiones de nuestra crisis y de nuestra militancia sobre bases comunes. Creo que todos los peronistas tenemos claro la necesidad imperiosa de revisar integralmente nuestra doctrina, al punto que hasta los ajenos lo mencionan.
Previo a cualquier análisis creo imprescindible aclarar que todas estas cuestiones tienen carácter permanente, o en otras palabras, que no terminan nunca.
Tomando como ejemplo las razones de nuestra militancia, la defensa de la soberanía y de los intereses populares nunca tiene fin y siempre enfrenta a quienes a lo largo del tiempo pretenden entregarla y neutralizar esos intereses en su propio beneficio. Con ello excluyo del carácter militante a quienes sólo persiguen un cargo y a quienes cambian su objeto de militancia según sopla el viento.
Otro ejemplo que viene al caso es lo que creo una incorrecta afirmación que circula por estos días sobre la presunta derrota que hemos sufrido en la batalla cultural, batalla que prefiero denominar como lucha por la imposición del sentido y de nuestra representación política; como es claro esa lucha bajo diferentes circunstancias y con distintas formas se viene dando desde el inicio de nuestra historia, continúa en el presente y seguirá en lo que sigue; inclusive más allá de nuestras propias vidas, lo que explica la necesidad imperiosa de hacer efectiva la transferencia generacional.
Dicho esto sigo con un intento de explicar las 4 dimensiones de nuestra crisis y de proponer una revisión de los objetivos y los métodos de nuestra militancia, que como señalé en el título son construcciones permanentes
Nuestra crisis de identidad
Primer decir que en lo social y lo político la identidad es el conjunto de los características propias de un individuo o de una comunidad, lo que nos hace particulares; la identidad comprende nuestros gustos, deseos y nuestras convicciones y por tanto lo que nos une o nos diferencia de los demás. La identidad siempre nos acompaña, aunque cambia con el tiempo, con el lugar en que vivimos y con las problemáticas por las que atraviesa nuestra historia. Estos atributos dan a la identidad política una fuerte influencia sobre los liderazgos, la organización y las propuestas programáticas propias de cada fuerza.
Si bien el peronismo tiene como ideales fundacionales y permanentes alcanzar la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación mediante el ejercicio de la justicia social, la libertad económica y la soberanía política, con memoria, verdad y justicia, su identidad ha ido cambiando en el tiempo.
Sin pretender profundizar, una fue la identidad peronista durante con gobiernos de Perón y la influencia de Evita, constituida en base a ideales nacionalistas, populares y antimperialistas, con fuerte orientación humanista y cristiana.
Otras muy diferentes fueron las identidades durante los 18 años de la Resistencia Peronista, los efímeros gobiernos de Cámpora y Perón, durante las nuevas luchas que pusieron el pecho a la dictadura cívico militar. Pese a algunas diferencias y deserciones, en ese período la identidad peronista no sufrió grandes embates.
Los grandes cambios vinieron con el retorno a la democracia, toda vez que el peronismo no había tenido la experiencia de actuar como oposición a un gobierno resultante de elecciones libres y sin proscripciones. Pese a su defensa activa de la democracia durante los intentos golpistas contra Raúl Alfonsín, el peronismo no supo o no pudo readecuar su identidad a las nuevas circunstancias y la terminó distorsionando completamente durante el gobierno neoliberal de Carlos Menem y la continuidad radical con De la Rúa.
Fue necesaria la crisis social del 2001, la transición de Duhalde y los gobiernos de Néstor y de Cristina para que el peronismo rehiciera su identidad en términos compatibles con su devenir histórico. La identidad surgida con el kirchnerismo repuso los objetivos históricos del peronismo y agregó a sus tres banderas una cuarta: memoria, verdad y justicia; pese a esas mejoras, a mi criterio el progresismo kirchnerista generó un retroceso al plantear y poner en práctica que los derechos se originan cada vez que existen necesidades insatisfechas y que esos derechos no requieren de lucha o al menos movilización de los beneficiados ni conllevan obligaciones ni contraprestaciones de su parte.
Entiendo que la recaída neoliberal que significó el gobierno de Macri, así como la insignificancia del gobierno de Alberto Fernández y la enorme derrota a manos de Milei resultó en buena medida de esos retrocesos identitarios y sus consecuencias en materia de representatividad, organización y falta de propuestas.
Nuestra crisis de representación
Posiblemente la mejor frase que describe la crisis de representatividad que estamos atravesando es “sin Cristina no se puede y sólo con Cristina no alcanza”. En otras palabras carecemos de liderazgos con la suficiente fortaleza y credibilidad por parte de nuestra sociedad como para cambiar en lo inmediato el curso de las cosas. Inclusive nada nos asegura que una caída prematura del anarco-liberalismo nos conduzca en modo automático al ejercicio del poder. En el estado de situación presente la perinola puede favorecer a cualquier fuerza política, incluyendo al macrismo u otras fuerzas representativas de la oligarquía o del centro.
Para que la recuperación del gobierno sea una posibilidad realista será necesario superar nuestra la falta de credibilidad que tuvieron y todavía tienen nuestras propuestas y recuperar los niveles de liderazgo que perdimos y que siempre caracterizaron al peronismo.
No existen recetas mágicas para recuperar la credibilidad perdida y superar la falta de liderazgos, aunque muy probablemente se requiera una construcción que no sólo avance desde las bases hacia arriba, sino que en simultáneo y en modo integral avance en la superación de nuestros problemas organizativos, en la elaboración de propuestas que den respuesta a los reales requerimientos de la sociedad y permitan generar nuevos métodos de militancia que atraigan y den oportunidad a la generación sub-40, que en la última elección representaron al 40% del padrón e inclinaron la balanza en favor de Milei. Y digo esto último no como recriminación a los jóvenes, sino como una cruda descripción de nuestros problemas.
Nuestra crisis organizativa
El peronismo perdió hace ya mucho tiempo su estructura tradicional de ramas política, sindical y femenina, que hacia fines del "luche y vuelve” agregó la rama de la juventud. Lo grave es que esa estructura no fue cambiada orgánicamente por otra adecuada a nuestros tiempos ni a nuestros problemas. En definitiva perdimos organicidad.
Las fuerzas sociales que son parte de nuestro movimiento fueron recreando en modo inorgánico nuevas estructuras, aunque las mismas no tienen el debido reconocimiento por parte del PJ ni por parte de buena parte de los líderes que todavía conservan alguna representatividad; tal el caso de los movimientos sociales, como el Ni Una Menos, la UTEP, los piqueteros, e inclusive el Movimiento Productivo 25 de Mayo que agrupa a decenas de organizaciones y cámaras PyME, cooperativas y demás actores de la economía social.
Una vez que comencemos a superar nuestra crisis, en lo político habrá también que pensar en cómo incorporar a nuestro armado electoral a otras fuerzas a las que nos une una clara vocación contraria al modelo propuesto por el anarco-liberalismo.
Mientras escribía estas líneas se conoció el documento del Congreso del PJ realizado el 22 de marzo. Esperemos que de la nueva conducción colegiada surja la composición de una mesa política donde gobernadores, gremialistas, intendentes y otros actores políticos y sociales del movimiento tengan representación, den el paso previo a una gran interna y a la generación de los nuevos liderazgos que necesitamos, así como que convoquen al conjunto de la militancia para aportar las ideas y los proyectos que integren nuestras propuestas.
Nuestra crisis programática
La suma de los aspectos identitarios, de liderazgo y organizativos de nuestra crisis tuvieron como consecuencia propuestas programáticas que no respondieron a lo que la sociedad, e inclusive buena parte de nuestros propios adherentes esperaban de nosotros. Con los resultados están a la vista.
Necesitamos con urgencia generar propuestas que resuelvan este déficit, incluyendo mecanismos para que esa elaboración resulte de un trabajo colectivo y que sus resultados sean sometidos al examen de nuestras fuerzas y de los actores sociales que nos acompañen.
En especial creo que tendría un carácter verdaderamente revolucionario la elaboración de propuestas que pongan fin a los ciclos de avance y retroceso que experimentamos a lo largo de nuestra historia desde la creación del peronismo, incluyendo cuestiones tales como la eliminación definitiva del déficit fiscal y del problema inflacionario, la centralidad en un desarrollo productivo con carácter federal y equidad con justicia social, la defensa de la soberanía, la educación, la ciencia y la tecnología, la cultura y la seguridad, tema que hemos venido dejando relegado.
Los objetivos y métodos de nuestra militancia
Dejé esta cuestión para el final, en tanto ambas cuestiones dependerán en altísima medida de los avances que vayamos logrando en materia identitaria, de representatividad, organización y programática; pese a ello creo conveniente resaltar algunos aspectos de ambas cuestiones.
Respecto de los objetivos, la necesidad de poner prioridad en los sub-40, que representan un muy alto porcentaje del electorado y que según todo indica, fueron los que volcaron la balanza en favor de Milei; también priorizar a los trabajadores independientes en redes de reparto tipo Rappi, Pedidos Ya y otros grupos de trabajadores informales cuyos integrantes se caracterizan por un fuerte individualismo y por la creencia que lo colectivo, y en especial la política, nada les aporta.
También de prestar atención a los movimientos sociales, las organizaciones de jubilados, trabajadores y de pequeños productores, incluyendo cooperativas y demás actores de la economía social, principales víctimas del gobierno actual.
Respecto de los métodos, la necesidad de capacitarnos en el manejo de redes y de los nuevos lenguajes de comunicación, sin dejar de lado la comunicación boca a boca y la necesidad de reactivar el funcionamiento de nuestras UBs y demás locales que nos son afines.
Espero que estas líneas resulten de utilidad para generar los debates que necesitamos; también agradeceré cualquier aporte o comentario que hagan llegar a mi correo desarrollopatria@gmail.com.
"Para que la recuperación del gobierno sea una posibilidad realista será necesario superar nuestra la falta de credibilidad que tuvieron y todavía tienen nuestras propuestas y recuperar los niveles de liderazgo que perdimos y que siempre caracterizaron al peronismo"