Congreso del PJ: una crónica de un día sin mucho rock
Por Pablo Ayala
No hay mucho que contar. Volví a tener problemas con el ingreso. Mal. Tanto que estuve a punto de irme. El problema es que solo se esperaban congresales y yo soy autoridad. Un paria, pero autoridad al fin. Cuando ya empecé a putear, me dejaron pasar. No pedí la palabra. No pude. Estaba sentado en las tribunas. Cuando la cosa se relajó y los guardias de seguridad puestos por Lingeri se distrajeron pasé al campo donde estaban los congresales.
Recordé la primera vez que pisé el campo del Estadio de Obras Sanitarias: 1995 recital de Los Ratones Paranoicos. Me acerqué a los congresales, todos con cintita celeste en la muñeca, que yo no tenía. Pasé saludando a algunos compañeros de la Cámpora, entre los que hay tipos que aprecio, estaba el Chino Zannini ahí. Después fui a saludar a los congresales de La Matanza. Del pejotismo matancero. Los banco a varios, otros persisten en recalcitrar en actitudes que atrasan 40 años con respecto a la juventud. Y otros tienen tanto prontuario que ni vale la pena saludarlos.
Bueno me fui por las ramas. Abrió el Congreso Insfrán, recordando los 70 años del primer triunfo del General Perón pidiendo un aplauso para el Chueco Mazzón y dando la bienvenida a los congresales del PJ de San Luis que volvían a participar. Landau con su tono monocorde dió paso al orden del día y se constituyó la junta electoral. Se votó por unanimidad. Casi todo fue así. Yo creo que esperaban cumplimentar con los pasos legales, todos levantando la mano, marcha peronista y adiós.
El problema surgió cuando se explicitó que el punto que habilitaba a elegir autoridades por voto directo de los afiliados se iba a modificar en la carta orgánica por un ítem que habilite a elegir autoridades por acuerdo del Congreso partidario y con lista de unidad. Ahí el Chivo Rossi reclamó la palabra y se la dieron después de que empezamos a gritar todos que dejen hablar a los compañeros. Ahí se rompió la monotonía y empezó un poco de rock n roll. El calor era agobiante.
Y a los gritos, enfático, reclamó que los afiliados peronistas pudieran decidir los destinos de nuestro partido. Se votó y se quitó la modificación. Después habló Pichetto y sus piruetas verbales para justificar el acuerdo con los holdouts "por el bien del país". La falta de consenso fue obvia. Se le gritó bastante.
Patricio Mussi y Ferraresi pidieron que el bloque peronista no vote ningun endeudamiento y Parrilli que se siga el mismo camino de negociación que sostuvimos hasta diciembre de 2015. Mariotto reclamó que a la vez se vote en todos los PJs provinciales. Lorenzo Pepe aportó historia y anecdotas sobre Perón y pidió a los jóvenes que "no sean el futuro, sean el presente". Lingeri, con honestidad brutal expresó que "acá tenemos que dejar la discusión, acordemos la modificación para armar lista de unidad y listo". La idea de la autocrítica y las heridas de la derrota siguieron en algunos discursos. Por ejemplo en el de una congresal de J C Paz que responde a Ishii.
Ya hacía demasiado calor y yo estaba a punto de cantar -Que salga Juanse y todo el año es carnaval- y ponerme a bailar stone en los bafles. Y habló el Chino Navarro, un excelente orador que sé que me lee. Vi mi frase "hablemos con nuestro pueblo y no con los dirigentes" en su discurso. Lo aprecio, aunque no coincida en su despegue de Cristina y si coincida en su critica a "dirigentes que no conducen a nadie".
La lista de oradores era larga, pero la cortaron. Ya saben, a los muchachos no les cabe mucho la discusión. Marcha peronista y adiós. No hubo más. Quizá la anécdota de Bossio con 15 guardaespaldas provistos por SMATA sea algo que deberian saber. Y ojo que no era Lennon ni Rucci. Se preguntó porqué sus hijos nunca lo invitaban al bar. Dos, cero, uno, transas.
Salí de allí extrañando a los Ratones Paranoicos. Y a mi con mi corte stone, mi pelo sin canas y mis 50 kilos sin panza. Por un momento me pregunté que hacía ahí. Con esos tipos. Después recordé que es el lugar donde tengo que estar. Aunque solo sea una voz. De ahí me fui a la Plaza, y en medio de esa marea humana lo encontré a mi hermano Daniel Yanqui Lopez.
Ahora estoy en la casa del Yanqui tomando mates mientras escribo esto. Le dicen Yanqui porque nació allá aunque es mas argentino que el mate. No quiso irse en la crisis de 2001 cuando ni siquiera necesitaba visa. Y se quedó a yugarla como un argentino más. Cosa que es legalmente y espiritualmente. Y acompañó a Néstor desde el principio. Y es un todoterreno haciendo politica. En Capital, en La Matanza, en Necochea, Pilar o donde lo enviaran. Un militante cabal, completo, leal, siempre sin recursos.
Muy distinto a otros que manejaron el ANSES y se sangraron las manos aplaudiendo a Cristina, para 2 meses después renegar de su conducción. Y bueh, se cansó de hacer canciones de protesta y se pasó a Fiorucci. Y yo, bueno, yo vivo en la otra calle y hago rock n roll.