Brevísima historia del pañuelo verde, por Cora Gamarnik
Por Cora Gamarnik | Foto: Daniela Amdan
Atado en las mochilas, en la muñeca, alrededor del cuello, como un top, brazalete o en la cintura, durante este año también como barbijo. Para regalarle a una amiga, atado a monumentos, pintado como intervención en carteles, sostenido por miles de manos, de abrazos. El pañuelo verde se transformó en el signo por excelencia de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Forma de cuidado, identidad, lazo social. Lo repartieron por primera vez Católicas por el Derecho a Decidir en Rosario allá por el 2003, dos años después se crea la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que lo adoptó como propio. La Campaña le agregó el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir” que se suele leer en ellos.
La extensión y amplitud de su uso merece un análisis más profundo pero yo esbozo acá unas ideas.
El pañuelo verde tiene dos características centrales. Es un pañuelo y es verde. Dos cosas obvias, claro, pero que merecen una reflexión. En un país donde hay una larga tradición alrededor de los pañuelos blancos portados durante años y años por mujeres madres que buscaban a sus hijas e hijos desaparecidos, elegir como signo a un pañuelo es colocarlo en esa misma trayectoria y vincularlo a la genealogía de la lucha por los distintos derechos humanos.
El verde —según cuentan algunas de sus creadoras— surgió también de un debate. Había que alejarse del rosa —estereotipo tradicional—, también del lila que ya estaba siendo utilizado por otros movimientos de mujeres. Otros colores cargaban con fuertes cargas simbólicas. El rojo de las izquierdas o el azul ligado al justicialismo. El amarillo estaba descartado de plano. El verde, por su parte, es un color relacionado con la vida y la ecología. Se podía reutilizar cargándole este nuevo sentido. La defensa de la vida de la mano de los que no quieren que mueran más mujeres en abortos clandestinos.
Así surge el pañuelo de color verde y con la consigna central de la campaña. El que sea un pañuelo tiene, además, muchas ventajas. Es fácil de transportar, es multifacético en sus posibles usos, se puede atar. Es económico, cualquiera se puede hacer uno. Sirve también para identificarse. Ver a alguien con un pañuelo verde en el tren, en la escuela, en el trabajo alcanza para sentirse compañerx, para no sentirse sola.
Luego se multiplicó también en otros formatos: pecheras, prendedores, cintitas, remeras, collares, carteras, perfiles de Whatsapp o de Facebook, infinitas formas de uso, soportes y materialidades.
Frente a las imágenes violentas utilizadas por los que están en contra de la aprobación de la ley, se creó una imagen vital, alegre, festiva que se extendió como marea.
El pañuelo verde llegó para quedarse y hoy es el símbolo de una lucha que se volvió ley.