Elecciones legislativas 2021: ¿polarización o voto antisistema?, por Santiago Asorey y Enrique de la Calle
Por Enrique De la Calle y Santiago Asorey
Las próximas elecciones legislativas pondrán a prueba la estabilidad del mapa político-ideológico de la sociedad argentina tras un complejo tiempo de crisis pandémica y económica. La pregunta es si predominará la lógica de la grieta y polarización o si ganarán terreno las ofertas más extremistas, sean la derecha libertaria, la izquierda trotskista o el “voto bronca” (la abstención o el voto en blanco).
Por el momento, el escenario nacional combina elementos económicos y sociales propios de una crisis (sea 1989 o 2001) con una notable estabilidad política: las dos primeras fuerzas podrían acaparar otra vez el 80% del electorado.
Según las principales encuestadoras, la polarización sigue dominando el juego y el Frente de Todos y Juntos por el Cambios continúan interpelando a la mayor parte de los argentinos. Cada coalición es exitosa en su lógica organizativa que le permite contener a “moderados” y “radicales”, lo que les otorga mayor representatividad. De ese modo, queda poco margen para la fuga “desde adentro”. En Capital y provincia de Buenos Aires, donde cada coalición tiene su polo de atracción, esas dinámicas están consolidadas por el momento (en el resto de las provincias, se conjugan con lógicas locales).
No sin dificultades, el peronismo logró mantener unido a dirigentes políticos, sindicales y sociales disimiles, como Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, Sergio Massa, el sindicalismo de la CGT (ortodoxo y combativo), Juan Grabois, Emilio Pérsico, Sergio Berni o Glido Insfran (agregue los nombres que quiera). La oposición también mantuvo una oferta amplia, que va desde figuras “nuevas” como Facundo Manes o Martín Tetaz hasta macristas talibanes como Fernando Iglesias. Si bien los “moderados” desplazaron a “los duros” en la conducción de la coalición (María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta sobre Mauricio Macri o Patricia Bullrich), los primeros necesitan a los segundos adentro, para evitar empujar a segmentos del electorado propio hacia afuera. Por eso, no hay ninguna posibilidad de que Juntos por el Cambio se inmole por Iglesias, a pesar de sus ataques misóginos.
En este contexto marco, la derecha “libertaria” intentará irrumpir electoralmente aunque deberá sortear las dificultades de un espacio de representación con pocos lugares disponibles. Por un lado, estarán las estrellas mediáticas de Javier Milei o José Luis Espert, compitiendo con Avanza Libertad. También, serán parte de los comicios el Frente Republicanos Unidos (FRU) con Ricardo López Murphy y Darío Lopérfido, en una vertiente menos rupturista y más conservadora en lo político. Por otro lado, el economista Roberto Cachanosky hará “entrismo” hacia el interior de Juntos por el Cambios.
La pregunta obligada es: ¿hay tanta demanda electoral para ese sector sobreideologizado? El antecedente inmediato fue la flojísima elección presidencial de Espert en 2019 en la cual apenas cosechó 1,5% de los votos, no pudiendo superar la emblemática elección de Julio Alsogaray, con Nueva Fuerza, que en 1973 alcanzó el 2 % con la candidatura del empresario Julio Chamizo. Por ahora, son opciones que se presentan como “antisistemas” antes que liberales clásicas. De hecho, muchos analistas sostienen que pueden sacarle votos a la izquierda, que también sabe sacarle provecho (relativo) al discurso antisistema sobre el ideológico clásico.
¿Qué pasa con el peronismo?
Tras las derrotas electorales del 2009, 2013 y 2015, el peronismo parece haber aprendido la lección en torno a la fortaleza de la unidad. Como mencionábamos antes, la amplitud ideológica y movimentista está asegurada en el Frente de Todos, aun con sus tensiones internas y problemas de predominancia de un sector sobre otro. De no pasar nada extraño, el peronismo así planteado debería quedarse con la elección de medio término por lo menos en provincia de Buenos Aires, donde esa unidad es más impactante electoralmente.
Sin embargo, en PBA quedan algunos pedazos por fuera del justicialismo oficialista. Por un lado, está Florencio Randazzo, con un armado muy flaco (le hace honor al apodo de Randazzo) en el que sobresale territorialmente Libres del Sur y su habitual oportunismo electoral. Después está Guillermo Moreno, quien, sin estructura ni recursos, no pareciera seducir a las mayorías peronistas, a pesar de su apelación a la doctrina de Juan Perón.
Más allá de la nula masividad de esas propuestas, quedará para el análisis cuántos puntos sacan cada una, y cuánto avanzan sobre el Frente de Todos. Por el momento, el tridente CFK, Massa e intendentes pareciera alcanzar para contener el voto peronista.