“Macri gato”: una táctica de lo popular
A los pocos meses de haber asumido la presidencia, el apellido Macri comenzó a ser sustantivo protagónico en los carteles de quejas que brotaron en distintas marchas sindicales, sociales y hasta culturales. Apareció en billetes de 5 pesos, en los memes que circulan por las redes, o en el ocupar el espacio público dejando sus huellas en infinitas paredes del país. Pero a ese sustantivo le correspondió un adjetivo singular: gato.
El término “gato” es una expresión popular que viene desde los años ´30 relacionado a los señoritos adinerados que buscaban la compañía de las actrices, cantantes o bailarinas del teatro de revistas para recorrer bares, restaurantes y locales nocturnos. A estos hombres se los llamaba gato, ya que en el lunfardo porteño es quien “gatilla”, es decir, quien paga. Luego se lo asoció a los conventillos y pasó a usarse profusamente en el ámbito carcelario donde “gato” se refiere al sirviente del jefe del pabellón, y es el esclavo que anhela ser esclavista. Es esta última acepción, típica del lenguaje tumbero, la que está vigente y extendida socialmente en la coyuntura argentina. La cultura popular que se nutre de ingeniosos imaginarios que construyen su cotidianeidad cifrando mensajes y discursos sociales.
Un primer momento en la visibilidad y extensión de este término ocurrió el 16 de mayo, en Calilegua, a casi un kilómetro de Libertador General San Martín, Jujuy, cuando Luis Llanos fue detenido por gritarle "gato" a Mauricio Macri. Con indignación decía "esto es persecución política, no dejan decir lo que pienso". La rápida reacción de la policía jujeña demuestra el conocimiento cabal del significado social de esa palabra. Y el interés pertinente de quienes se vieron identificados con el razonamiento de Llanos que recalcaba su sentido político.
Un segundo momento, si se quiere de instalación viral (o virtual) del concepto, está vinculado al uso y apropiación de las herramientas tecnológicas y estrechamente relacionado al hecho policial ocurrido en Jujuy. Un programador y diseñador de páginas web, que se presenta como payaso de profesión, Ey Pacha!, creó una aplicación que “surgió como un chiste, una acción antipublicitaria". Su función consiste en cambiar en la computadora del usuario el nombre Mauricio Macri por la expresión "Macri Gato". Se descarga en la computadora o en el celular y se ejecuta en los navegadores de Google Chrome y Firefox. Según indican en macrigato.com.ar siempre existió en la historia argentina una animalización de las figuras políticas de relevancia. Los ejemplos son varios: Carlos "Camaleón" Tejedor, Julio Argentino "El zorro", José Evaristo "Lechuza”, Uriburu, Arturo "La tortuga" Illia, Néstor "El pingüino" Kirchner.
Esto nos permite pensar los esquemas de acción que realizan los usuarios para contrarrestar lo impuesto en los espacios organizados por los técnicos de la producción sociocultural, como indica historiador y filósofo Michel De Certeau. Entiéndase aquí lo que sucede dentro de las interfaces que componen los medios digitales de cualquier tipo: diarios, revistas o las wikis. Para el autor los usuarios-consumidores, supuestamente condenados a la pasividad y a la disciplina, encuentran mil maneras de hacer lo cotidiano. Se reapropian de productos/objetos culturales y buscan transformarlos de acuerdo con sus intereses y reglas propias. Es decir, los consumen, los usan, los subvierten y producen mediantes sus prácticas significados sociales adversos para lo que originalmente fueron creados. Son actos cargados de ingeniosidades. A ello, De Certeau, lo denomina tácticas, procedimientos mediante los que se opera el nuevo uso de productos relativos a situaciones sociales y a relaciones de fuerzas dispares. Lo táctico es ocupar el espacio de un otro poderoso porque no se cuento con uno propio y sólo se tiene los márgenes.
La extensión de “Macri gato” es, entonces, la táctica de lo popular; del débil que se aprovecha de herramientas pensadas para un consumo diferente y que le resultan ajenas. No transforma el orden de lo establecido, la potencia del fuerte, pero juega con la situación. La picardía argenta, si se quiere, se trasluce en ese mínimo acto de rebeldía, de astucia. Poder hallar en la pantalla de nuestros objetos predilectos, sea la computadora, tablet o celular, esa expresión que nos causa gracia, empatía o rabia desembocan en una politización de las prácticas de consumo. Aunque no sean revolucionarias, en esas mil prácticas, a través de las cuales los sujetos se reapropian de lo que consumen, existen nuevas formas de producción de sentido. Estos procedimientos populares, minúsculos y cotidianos, pueden ser leídos como actos individuales, pero no dejan de ser pequeños combates placenteros dentro de una realidad cada vez más virtual.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)