Respuesta a Bazán y Fernando Iglesias: Evita los sigue incomodando, por Pablo Vázquez
Por Pablo Adrián Vázquez
Es complejo hablar de alguien pasado más de un siglo de su nacimiento… Más si el personaje es Eva Perón. Testimonios que se cruzan, miradas interesadas, prejuicios sin sentido, operas que falsean y discursos que la utilizan.
Hablan todos de ella y nadie la conoce verdaderamente.
Aún el odio domina mentes estrechas y corazones pequeños que su único momento de satisfacción es eyacular bilis contra ella. Si uno se topa con los mensajes por Twitter del viernes 7 de mayo del 2021 leerá que Osvaldo Bazán escribió: “Evita es fascismo”, y, en tanto, Fernando Iglesias sostuvo que “Evita pidió a sus descamisados romper cabezas a botellazos”.
Uno amparado por sus fueros de diputado nacional y otro como periodista del grupo Clarín/TN, y ambos bendecidos por la adhesión de sectores contrarios al actual gobierno. Con palabras que harían sonrojar a escritoras que repudiaron la figura de Eva como la precursora Mary Main en La mujer del látigo: Eva Perón (1955) y Alicia Dujovne Ortiz con Eva Perón: La Biografía (1995), las cuales la califican constantemente como arribista y puta.
De nada vale contestarles, aunque uno no debería rehuir a un buen debate.
Que queden solos con su necedad al odiar hasta el aire que se respira. Eva Perón es superior a esos energúmenos.
Para quienes la conocieron, que fueron de familia peronista, recordando la sonrisa de Perón y la dulzura de Evita, agradeciendo el trabajo, la casa propia, los juguetes y la máquina de coser. Y la dignidad, por sobre todo, eso que se gana a golpes en la vida. Para ellos Evita es pasión, lucha, compromiso, solidaridad y amor.
A las generaciones más jóvenes le queda estudiar el legado de Juan Perón y de Evita, el peronismo, analizar su doctrina, su obra y sus logros, sopesar sus beneficios y sus falencias, luchar contra prejuicios de cultura, de educación, de clase y de cuanta tilinguería anduvo suelta.
Hoy reconocerla y amarla es más fácil que en los años de plomo de dictaduras y regímenes neoliberales, donde su figura estaba vedada, o peor, vaciada de contenido.
Evita hoy estaría organizando, arengando y llevando calor de pueblo para cambiar la realidad. Estaría en un piquete, en una manifestación, o gestionando desde sector público, apostando por un proyecto nacional profundamente cristiano y humanista.
Sería poder popular.
Sensibilidad y furia, puños crispados y caricias delicadas, elementos del carácter de Evita, que hoy viven, en memoria de su nacimiento del 7 de mayo de 1919, en cada argentina y argentino que busca transformar la realidad con ansias que impere la justicia social pregonada hoy por Francisco y concretada décadas atrás por Perón.