"El trabajo ilegal tendría que ser una bandera de los sindicatos"
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es hoy la agenda de demandas del sindicalismo? ¿Esas agendas se encuentran unificadas o hay diversidad en ese debate?
Carlos Marín: En general lo que es la agenda del sindicalismo, en términos de reclamos, uno podría decir que está más o menos unificada. Por otra parte, donde no hay punto de unión es en cómo hacer el reclamo. Lo que es la CGT Caló y lo que es la CTA Yasky, han optado por mantener un puente con el actual gobierno, mientras que la gente de Moyano y la otra fracción de la CTA que encabeza Michelli, han optado por la confrontación.
En general, por lo menos desde el punto de vista estructural, los reclamos son más o menos los mismo, con una salvedad, mientras que la CGT de Moyano pide la universalización de las asignaciones familiares, en lo que respecta a la CGT de Caló, hablan de actualizar los montos de las asignaciones familiares pero no específicamente universalizarlas.
En este sentido, siempre está flotando en el aire la cuestión de la unidad de la CGT, pero que en el corto o mediano plazo es evidente que esa unidad está un tanto complicada y esto tiene que ver con cómo cada una de las fracciones en las que se ha dividido la CGT mira al gobierno. Quienes hoy responden a Moyano, cada vez son menos. Ha variado su actitud frente al gobierno pero también respecto de sus propios aliados.
La conflictividad que está armando Camioneros para aglutinar a determinados trabajadores, hace que choque, inclusive, con entidades sindicales que hasta el momento le respondían. Un caso es el Secretario General de Tintoreros que hasta hace muy poco era su secretario adjunto.
Las entidades sindicales que lo miran con menos desconfianza son las que poco y nada tienen que ver con algo que ande sobre ruedas. Me parece que desde ese punto de vista también está tomando una actitud en su propio crecimiento bastante autodestructiva.
Olvidándonos de las divisiones y de cómo se da la interna los sindicatos deberían tomar el trabajo ilegal en la agenda. Cuando uno habla de trabajo ilegal es el mal llamado trabajo en negro. En realidad, denominar al trabajo que no está de acuerdo a las normas legales, trabajo en negro, es buscar un eufemismo, en principio que pone a lo negro en el lugar de la discriminación.
¿En qué sentido lo digo? Desde el lugar donde todo lo negro es malo y todo lo blanco es bueno. Por otro lado, en términos de que más allá de que el negro refleja la oscuridad, no refleja efectivamente cuál es el daño que produce respecto del trabajador y cuál es la posición de quien lo ejerce. Aquel que no se ajusta a las normas legales está cometiendo un ilícito, no es ni trabajo en negro ni trabajo en gris, es un ilícito.
En este caso, es un ilícito penal cuando ese trabajo ilegal se convierte en trata de personas como en muchos casos, por ejemplo el sector agrario. Dentro de la agenda sindical, ésta tendría que ser una preocupación más que importante. El trabajo ilegal, si bien se desarrolla en muchas actividades, siempre se desarrolla mucho más en los sectores más vulnerables. Por ejemplo, en los talleres textiles y en el sector agrario, donde los salarios son menores.
El trabajo ilegal tendría que ser una bandera, mucho más que la universalización de las asignaciones familiares, mucho más que las deudas de obras sociales. El sindicato debe proveer soluciones, hacer las denuncias correspondientes en los lugares que correspondan. Hoy éste es el mayor flagelo en términos del mundo del trabajo.
APU: Hacías mención al tema de las obras sociales que es algo que los sindicatos vienen reclamando ¿Visibilizás la forma de resolver esa cuestión? ¿Dónde ves la principal traba?
CM: Es cierto que a veces los remedios no pasan a ser los mejores y también pagan justos por pecadores. A las obras sociales se les debe lo que se denomina el fondo de redistribución de las obras sociales. Este fondo, fundamentalmente, está orientado a que las prácticas de alta complejidad sean sufragadas o promocionadas en cierta medida por este fondo de redistribución que lo administra el APE (en su momento era un sector aparte de la Superintendencia de Servicios de Salud y hoy lo maneja directamente).
Se encontraron algunas irregularidades en cómo se llevaban adelante esos reintegros sobre alta complejidad, que si bien no eran todas las obras sociales, era un paquete bastante importante que rondaba entre el 15 y el 20 %, lo cual en ese universo es un cúmulo más que importante.
La Superintendencia en su momento decide, primero, ver qué ocurre con todos los expedientes y obviamente dicen "de acá no sale más un mango". Del sector sindical dicen que son 15 mil millones de pesos y por el otro lado, no hay una respuesta clara de cuál podría ser la deuda que hoy tendría la Superintendencia con las obras sociales. Dicen que no son 15 mil millones de pesos porque encontraron irregularidades. Lo que hoy está haciendo la Superintendencia es liberar los fondos de los expedientes sobreabundantemente claros en la prestación de alta complejidad, lo que libera muy pocos fondos por año.
Para el gobierno no está lo suficientemente aclarado el tema y hay algunos expedientes importantes que están en la justicia y hasta que ésta no se expida, la posición del gobierno va a ser sacar a cuenta gota las cuestiones de alta complejidad. Obviamente que esto complica a muchas obras sociales que han hecho bien las cosas y que necesitan esa devolución. Por el momento, esta parece ser la solución que da el Gobierno Nacional.
APU: Sobre el tema de ganancias, una de las propuestas que dio vueltas (y que tenía que ver con los recursos que se perdían) , era avanzar sobre otros sectores. Por ejemplo, el sector Bancos, que justamente en estos años han tenido rentabilidades bastante altas. ¿Cómo ves esta posibilidad?
CM: Me parece que hablar sólo de ganancias es un error. Lo cierto es que siempre hay una transición donde la recuperación de eso no es automática. Cuando se modifica un impuesto para tratar de sacar de otro lado el ingreso, hay una transición importante hasta que el nuevo impuesto se pone efectivamente en recaudación. Para este tipo de transición no sólo tenemos que discutir ganancias, sino lo que hay que rediscutir es el sistema tributario a nivel integral.
Me parece bien avanzar sobre aquellos sectores que han logrado una rentabilidad importante, como puede ser el sector bancario o el minero, como puede ser una reforma importante en el impuesto a la herencia. Se necesita una reforma integral del sistema tributario y eso implica un debate más profundo.
APU: Pensando en las paritarias que ya se cerraron, las que están en discusión y las que están prontas a comenzar ¿Qué balance hacés sobre estas discusiones?
CM: Esta es una cuestión que surge todos los años, cuál ha sido el porcentaje, cómo impacta sobre la inflación, si en realidad hay techo o no. Lo cierto es que esto es una pirotecnia que ocurre año a año y que después la misma negociación salarial la va a acomodando sola. De hecho, todas las veces que se ha dicho que hay un determinado techo, la discusión salarial dio por tierra totalmente con eso.
Cuando uno mira la negociación del 2004 para acá, ve que cada vez que se dio un porcentaje que supuestamente el gobierno tenía un techo, siempre estuvo por arriba del techo que había fijado el gobierno.
En ese sentido, no me preocupa en términos de discusión específica que se haya dado un techo o que genere inflación. Ningún empresario da aquello que no puede absorber. Está muy claro que la inflación, en sí misma, no la genera el aumento salarial. Por ejemplo, el subte entre lo que va del 2012 y el 2013, ha aumentado casi el 250 % y el reclamo salarial de los trabajadores está muy por debajo de ese aumento de tarifa y los aumentos siempre han sido previos a cualquier reclamo salarial, lo cual, desmitifica que el impacto que tienen los salarios hoy en día producen una cadena inflacionaria.
En esos términos, el alza de precios responde más a cómo se comporta la cadena de valor que a los reclamos salariales de los trabajadores. Eso está bastante claro si uno empieza a mirar más objetivamente el comportamiento de los precios y hace un seguimiento de los reclamos salariales. Si uno sigue objetivamente la evolución de salarios y de precios, va a ver que en los momentos donde aumentan esos precios, la puja salarial no existe.