"Los sindicatos tienen que disputar políticamente en el PJ"
Por Nahuel Placanica
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo piensa la relación entre el sindicalismo peronista y el PJ? ¿Fueron siempre iguales esas relaciones?
Andrés Schipani: El gran quiebre se da con la doble transición hacia la economía de mercado pero también con la vuelta a la democracia. Si hasta el ´83 el sindicalismo había sido la columna vertebral del peronismo, es decir, aquella organización que aportaba los cuadros, el dinero y los locales para hacer campaña, a partir de ese momento el centro de gravedad del partido pasa de los sindicatos a los jefes territoriales. Estos habían sido marginales entre el 55 y el 83 por las sucesivas proscripciones. Con la apertura democrática estos jefes empiezan a tener juego propio.
Las reformas de mercado refuerzan el lugar de los jefes territoriales porque crece el trabajo informal y estos trabajadores viven en el territorio y por lo tanto se articulan desde ahí. En términos relativos, los sindicatos pierden afiliados y los que ganan adeptos son los jefes territoriales a través de la redes distribución asistencial.
En este contexto, el sindicalismo es un actor que está claramente a la defensiva. Está más preocupado en una lucha centrada en sí mismo, en la defensa de prerrogativas organizativas, tenían poca capacidad para dar batallas más amplias por el lugar en el partido o el avance de ciertos derechos.
En este marco, los sindicatos pierden su rol de relevancia en el justicialismo. Ese fenómeno no se ha revertido hasta hoy. Si se mira una foto del rol del sindicalismo en el PJ durante el menemismo y durante el kirchnerismo, la foto es la misma.
APU: En una nota que escribió comparaba la situación del PJ con el PT brasilero, marcando algunas diferencias…
Andrés Schipani: Si uno ve el proceso histórico, era de esperar que el rol central del sindicalismo en el partido mermara. Ahora, si vos miras indicadores básicos como cantidad de legisladores o puestos claves en el partido, Argentina está muy por detrás de otros países que experimentaron el mismo proceso de reforma de mercado.
Te doy dos ejemplos. En el PT brasilero la influencia de los sindicatos es abrumadora. Es imposible pensar el PT sin los sindicalistas. En el PJ tienen relevancia pero son accesorios. Lo mismo ocurre con el Frente Amplio uruguayo. Los sindicalistas juegan un rol fundamental en la vida partidaria.
Fijate qué paradoja. El movimiento sindical argentino es sin dudas el más poderoso de América latina, quizás del mundo, sin embargo su incidencia partidaria es mucho más baja que en Brasil y Uruguay. Ahí observo ciertos déficits del PJ, tiene una escasa capacidad de integrar a los sindicalistas.
APU: Al calor del crecimiento económico de los últimos diez años, los sindicatos recuperaron afiliados y poder, sin embargo, no hubo un correlato en su incidencia en el plano político ¿Por qué?
Andrés Schipani: Primero hay que preguntarse si los sindicatos quieren recuperar su rol en la política. La respuesta no es obvia. Hay distintos sectores. Diría que un sector representado fundamentalmente por Moyano, pero también por otros, tienen la ambición de recuperar ése rol. Pero a la mayoría creo que no les interesa.
A partir de los noventa se vieron a ellos mismos como representantes de un interés funcional, abocado a la representación de los intereses de los trabajadores dentro de la arena de las relaciones industriales.
Esto no quiere decir que no tengan ideología política. Todos son peronistas y les interesa la política pero no tienen intenciones de recuperar el rol que tenían antes del ´83. En ese reclamo, Moyano está un poco solo dentro del espectro del mundo sindical.
Otro punto es el factor Kirchner y sobretodo el factor Cristina. Néstor fue bastante ambiguo en cuanto a la incorporación de los sindicatos a la política. Hubo intentos como la designación de Moyano al frente del PJ bonaerense, aunque tampoco fueron intentos demasiado osados. Con la asunción de Cristina, prima en este gobierno una política de que los sindicatos tienen que ser marginados de la política partidaria, que su rol es acompañar al proyecto en la arena de las relaciones industriales. Cristina ha privilegiado a dos actores dentro del armado de las listas: por un lado el camporismo o juventud kirchnerista y, por otro lado, los dirigentes territoriales. Cristina -con un estilo más personalista- veía en Moyano una amenaza a su capacidad de decisión.
En tercer lugar, involuntariamente el kirchnerismo ha debilitado la posibilidad de que surja un liderazgo claro dentro del sindicalismo. Han florecido sindicatos de todo tipo. El que desplazó a Moyano de la CGT fue la UOM de Caló. Con sus políticas expansivas y proteccionistas, el kirchnerismo ha promovido el florecimiento de muchos actores sindicales que sin el kirchnerismo hubieran quedado marginados.
APU: Teniendo en cuenta la tradición movimentista del peronismo y entendiendo al kirchnerismo inscripto en esa tradición, ¿por qué pensaba la relación de los sindicatos con el partido y no en clave de movimiento? ¿Por qué sería mejor disputar en el partido que en el movimiento?
Andrés Schipani: Es un poco lo que hicieron los movimientos territoriales. A los actores territoriales no les interesa mucho el partido, por ejemplo, D´Elía. No les interesa tanto el partido y buscan su lugar en el kircherismo por su peso en la calle…porque también movilizan las campañas desde otro lugar. Uno podría decir que hay una salida por ese lado.
La pregunta es si los sindicatos podrían encontrar una salida por ahí. A mí me cuesta pensar otro lugar que no sea el PJ donde disputar dentro del armado kirchnerista. Su trabajo es en las fábricas mientras que el trabajo de los movimientos territoriales justamente son los territorios, y desde ahí podés hacer muchas cosas: podés movilizar para el proyecto o hacer campañas. Hoy vas a La Matanza y la campaña la hace Espinoza y los movimientos territoriales.
El emplazamiento de los sindicatos es la fábrica estrictamente. Ahí tu margen de maniobra es bastante limitado. Allí las posibilidades de desarrollar militancia son pocas, y son aquellas limitadas a la defensa de los intereses de los trabajadores. Si querés buscar algo más ambicioso que eso, creo que el partido es el lugar.
En otros países de la región, el lugar de la política para los sindicatos es el partido de izquierda. No hay movimientos territoriales vinculados a los sindicatos. Los hubo en algún momento. La CUT brasilera tuvo hacia fines de los años 70, 80, cierta actividad de movilización en los barrios, sobretodo en la última parte de la dictadura. Era un sindicalismo que activaba las fábricas y los barrios de la periferia de la fábrica, de Sao Pablo.
APU: La fragmentación actual del sindicalismo, ¿qué semejanzas y diferencias tiene con otros momentos de fragmentación gremial?
Andrés Schipani: Es importante mencionar que la fragmentación no es algo novedoso para pensar la historia de la CGT. No es algo nuevo. Ninguna fragmentación ha sido permanente, salvo una. Todas son temporarias, disputas en relación con la táctica más que cuestiones de fondo. La CGT estuvo dividida durante la dictadura de Onganía, también durante la última dictadura militar. Siempre se dio. En los 90 también hubo fracturas. En el menemismo se discutía: somos más conciliadores o más combativos. Una ruptura permanente es la de la CTA, que es una escisión de la CGT. Fue una fractura distinta porque fue algo de fondo: qué sindicalismo se construye. ¿Por qué se da esa fragmentación? Primero, una cuestión institucional: la CGT no tiene poder decisional, no tiene grandes instrumentos para gobernar la vida de los sindicatos. La característica del sindicalismo es el sindicato por rama de actividad. Así tenemos el jefe del sindicato de camioneros, o de metalúrgicos, etc. En otros países occidentales, la Central tiene herramientas para controlar a esos jefes sindicales. En Suecia, la Central controla los fondos de huelga. La CGT no tiene herramientas, no puede disciplinar a esos jefes, de allí que se den situaciones en donde diferentes jefes de sindicato se le rebelen al titular de la CGT.
APU: Además está la cuestión del PJ y su separación del sindicalismo.
Andrés Schipani: Está el factor partidario: la des-sindicalización del PJ. Eso es importante. Porque el jefe de la CGT, qué poder tiene. No toma decisiones en relación con los sindicatos. Sí puede ser una plataforma política para hacer carrera partidaria. En Brasil, los dirigentes sindicales tienen ambiciones políticas que canalizan a través de las estructuras partidarias. Pueden ser legisladores, gobernadores e incluso presidente, como Lula. Acá el PJ no funciona como válvula de escape. Entonces cada dirigente quiere tener su propia CGT para su propia política. El tercer factor es: la cuestión económica. El kirchnerismo fomentó el surgimiento de nuevos sectores económicos, lo que fomentó la aparición de nuevos sectores sindicales. El cuarto factor es: el factor Cristina. De alguna forma debilitó a los sindicatos y llevó a la escisión de Moyano. Estoy convencido de que sin Cristina no hay ruptura de la CGT. ¿En qué sentido? Si Cristina no le hubiera cerrado el camino a las ambiciones partidarias de Moyano, él no se hubiera ido del kirchnerismo. No la estoy culpando, estoy describiendo la realidad.
APU: Un instrumento político histórico del Movimiento Obrero o de la CGT, era las 62 Organizaciones. Hoy no tiene mayor relevancia. ¿Cómo ve esa situación?
Andrés Schipani: Nunca quedó muy claro cómo era su funcionamiento. Nunca hubo un estudio al respecto. Era un órgano informal que coordinaba las estrategias políticas del sindicalismo. Después del 83 se fue desdibujando. Desde los 90 tuvo un desempeño marginal. La condujo Momo Venegas, que no es un sindicalista relevante, lo que te demuestra su rol poco importante.
APU: ¿Cómo pensaba la aparición del Frente Renovador y su relación con el sindicalismo?
Andrés Schipani: El massismo ordenó el mapa político-sindical. Uno piensa al kirchnerismo como el gran articulador sindical, es el gobierno que más hizo por los trabajadores, pero el massismo ordenó las preferencias políticas de los sindicatos.
Los sindicatos siempre se sintieron incómodos con las políticas del kirchnerismo. En primer lugar, por la orientación ideológica y sobretodo el tema de los setenta y de los desaparecidos. Parece algo marginal para el mundo, pero los setenta a los sindicalistas les quedó grabado. Desconfían de aquellos que levanten las banderas de sus enemigos marxistas. No digo todos pero sí algunos.
En segundo lugar, en muchos sentidos el kirchnerismo es más de izquierda que los sindicatos, sobretodo una fracción importante como los “Gordos”. El kirchnerismo es más proclive a enfrentarse al capital y movilizarse en las calles.
Los “Gordos” están preocupados por las paritarias y el servicio social a los afiliados. No les gusta estar en la calle (a diferencia de Moyano). No les gusta el conflicto con el capital, piensan un modelo más armónico, y siempre dentro de la fábrica, no en la calle.
Moyano es distinto. Por eso era una especie de animal raro. En los noventa, sin dejar la CGT, forma el MTA y hace una política de alianza con la CTA en la calle con consignas ideológicas y políticas. Los otros sindicalistas también se le habían opuesto a Menem pero por cuestiones más concretas, como la seguridad social y las paritarias. Kirchner era el matrimonio político perfecto para Moyano. ¿Quién lo iba a reivindicar? Kirchner era todo lo que Moyano creía que un presidente peronista debía ser.
Los “Gordos” estaban desamparados con Kirchner. Les había devuelto paritarias y empleo pero siempre se sentían incomodos con su confrontación con el capital, el constante pedido de movilización y su tradición setentista.
Massa viene a ordenar el mapa político porque representa mejor lo que ésos sindicatos creen políticamente. Massa es un peronismo moderado, menos en la calle. Con Massa ahora están West Ocampo, Barrionuevo, porque piensan más como él. En el kirchnerismo quedaron gremios como SMATA y UOM, de tradición más combativa y que sienten más el kirchnerismo por su modelo industrializador.
Moyano quedó desalineado, al lado de una opción más conservadora como De Narváez. Me da la sensación que pronto va a mudar hacia otro lado. Probablemente hacia Massa. Esa alianza no es consistente en el largo plazo.
APU: ¿Cómo piensa el rol de la Juventud Sindical?
Andrés Schipani: Hay un espacio vacante en el sindicalismo que es para los jóvenes. Todos los dirigentes sindicales son etariamente viejos. En algún momento van a dar un paso al costado y la pregunta es quién va ocupar su lugar. Otra pregunta es quién se va a ocupar de los reclamos de los jóvenes trabajadores.
Ahí la izquierda marxista ha ganado un lugar muy importante. Las comisiones internas de las grandes empresas están controladas por la izquierda marxista y tienen mucha presencia de jóvenes. Hay trabajadores precarizados, que en general son jóvenes, que no son articulados por el sindicalismo. Ahí hay un espacio, y la Juventud Sindical, sea la de Facundo Moyano u otra, debería incorporar a su repertorio las demandas de los jóvenes trabajadores. Ese lugar tiene que ser ocupado por dirigentes jóvenes, sindicales, que mantengan las conquistas de los viejos dirigentes.