"Necesitamos acumular poder para tocar algunos intereses y ganar una década nueva"
Por Nahuel Placanica I
APU: ¿Cómo piensa desde el Movimiento Obrero estos diez años de kirchnerismo?
Horacio Ghilini: Tenemos una década ganada, especialmente en el trabajo. Hay una voluntad explícita, tanto con Néstor como con Cristina, de que el trabajo sea la curva que hay que medir con mayor celo. Salimos de la idea de mirar el riesgo país y otras ecuaciones de la economía para mirar el tema del empleo: la creación de puestos de trabajo y la voluntad para que esos trabajos no se destruyan. Hay una clara visión de que el trabajo es un eje de la economía.
Indiscutiblemente es una década ganada, independientemente de algunos ruidos recientes por el amesetamiento de la economía y la precarización.
Por otra parte, la estrategia económica de desendeudamiento implica una voluntad política de no tener condicionamientos del capital internacional que cuando hay crisis la resuelve, como pasa ahora en Europa, salvando a los bancos y condenando a los ciudadanos al desempleo.
APU: ¿Qué rol tuvo el sindicalismo en estos diez años?
HG: El sindicalismo tiene un pro y un contra. A favor, todos los sindicatos han crecido, han aumentado su afiliación y su capacidad económica. Desde el punto de vista de la unidad gremial del campo de los trabajadores, es el peor momento. Tenemos una fragmentación en seis subgrupos, aunque la CGT sea el nucleamiento principal. Esto responde a que no hemos podido adecuar las instituciones al nuevo país. A algunos les cuesta adecuarse al nuevo tiempo y están respondiendo a una lógica propia del país que cayó. Esto explica porqué teniendo muchos más trabajadores, tenemos un Movimiento Obrero dividido y debilitado.
APU: En eso, ¿cómo ven la ruptura con Moyano?
HG: Para nosotros, que militamos históricamente en el MTA, la coherencia era adecuar nuestra fuerza gremial a acompañar este proyecto y no hacer del sindicalismo una corporación que chantajea al poder para ver si saca prebendas.
Es una disyuntiva, ver si podemos acompañar al proyecto nacional con sus problemas, con sus dificultades de diálogo entre lo político y lo sindical, pero en el que sin duda tenemos una pertenencia, o la miopía y la mezquindad de creer que el poder es el robo de afiliados entre los gremios y el poder económico. Tenemos que rescatar que el verdadero poder sindical es la organización porque es lo único que vence al tiempo.
APU: ¿Cómo ve el kirchnerismo hacia adelante?
HG: Tiene el problema típico de los movimientos populares de Latinoamérica que es ver cómo lograr la continuidad. Ahí habrá que ver las tácticas, nosotros apoyamos la re-elección. Lo importante es ver cómo sostener un modelo productivo, industrialista, centrado en el mercado interno, independientemente de los avatares políticos de las candidaturas.
APU: ¿Cuáles serían los desafíos hacia adelante?
HG: Estamos en necesidad de acumular más poder popular para los pasos que siguen. Por ejemplo, en el tema del empleo era lógico que salir de la convertibilidad y cambiar el eje de la economía hacia el mercado interno iba rápidamente a producir trabajo genuino. Pero llegamos a amesetamientos y es hora de ir por un cambio cualitativo, no se puede seguir con más de lo mismo en cuanto a ciertas políticas. También es lógico que si hacemos un país para todos, las carreteras no den para todos los autos que tenemos, para el transporte que tenemos, hay un problema de infraestructura. Para lograr todo esto, se necesita un poder muy fuerte que nos permita tocar algunos intereses poderosos, muchos de ellos multinacionales, para ganar una década nueva
APU: Y en eso, ¿qué rol le asignaría al Movimiento Obrero?
HG: El Movimiento Obrero tendría que unirse, no como brazo gremial de una oposición, sino para ser un pilar del movimiento nacional. No tiene que ser el brazo gremial del oficialismo tampoco, tiene que tener autonomía, pero eso no debe ser confundido con no ser capaz de sostener el proyecto nacional, que es la contradicción principal. La Argentina necesita no abandonar este rumbo, profundizar el modelo e integrarse más a Latinoamérica. El movimiento sindical tiene que plegarse a esa estrategia, pensar menos en el gobierno, pensar más en el poder y tener una construcción horizontal con los pares.