El Juego de la Ballena Azul, o la paranoia que sirven los medios hoy
Por Jorge Giordano
El "Juego de la Ballena Azul" es el nuevo miedo que todas las madres y todos los padres deben tener. Las primeras notas periodísticas en el país comenzaron a fines de abril pasado, utilizando como única fuente un audio de una mujer que, hablando en portuñol, informaba sobre un peligroso juego que se estaba difundiendo por todo el mundo. Un chequeo rápido llevaba a Rusia, hacia noticias que ubican el comienzo de la historia en mayo de 2016. Ningún gran medio de comunicación internacional se ocupó del tema, excepto por The Sun y el Daily Mail británicos, ambos caracterizados como sensacionalistas. Desde principios de mayo de este año, la prensa local incorporó consultas con fuentes policiales y judiciales, sin mayores resultados. En estos últimos días, estas mismas fuentes ahora manifiestan estar investigando casos de lesiones en adolescentes que podrían estar vinculadas a este juego. El Ministerio Público Fiscal incluso emitió un comunicado con recomendaciones al respecto.
"Acá hay un problema inicial. Los medios han estado divulgando como cierto algo que aún no se tiene pruebas de que sea cierto. El origen de todo esto es la historia rusa, y para chequear las fuentes rusas sería fundamental entender el idioma y poder realizar más averiguaciones al respecto", afirma Evaristo Carriego, maestrando de la Universidad de San Andrés con una tesis sobre cybercultura y culturas juveniles. "El tema del suicidio adolescente es bastante antiguo. Apela directamente a los sentimientos personales, a la responsabilidad del adulto, pero no es nuevo. Precisamente Rusia tiene uno de los promedios de suicidios entre jóvenes y adolescentes más altos del mundo", continúa Carriego.
La problemática del suicidio adolescente en Rusia ya fue advertida por organismos internacionales. UNICEF publicó un informe sobre la cuestión en el 2011, y otro estudio ubica a Rusia como el tercer país con mayor promedio de suicidios en adolescentes, luego de Sri Lanka y Lituania. "Tenés una tasa de suicidio alto, juntás una cantidad de suicidios adolescentes durante un año, y sumás la adhesión a las redes sociales. Es muy posible que aquellos que se hayan suicidado hayan utilizado una red social, pero no hay una relación definitiva con respecto al juego". Inclusive en 2012, un artículo en el New York Times refiere la preocupación por una ola de suicidios adolescentes en Rusia, previos a cualquier tipo de conocimiento sobre este juego.
"Generalmente los padres suelen ver a las redes sociales como un territorio en el cual no se meten, aunque ha cambiado en los úlltimos años. En Facebook la edad promedio del usuario ha subido a cuarenta años y los jóvenes se desplazaron a otras redes como Instagram, pero los adultos lo ven como un ámbito fuera de su control. Una especialista norteamericana, Danah Boyd, hace un análisis sobre temas de privacidad y peligros de la red y dice que el primer problema es la amplificación. El tema no es sólo el suicidio como tal, sino que hay una amplificación y un volumen mayor que toman los hechos", señala Carriego.
"El Juego de la Ballena Azul" no es un virus que se les mete a los adolescentes, ni es un mito que se propaga de maneras misteriosas. Los cincuenta "desafíos" en los que consiste el juego pueden ser encontrados por cualquiera que tenga intenciones de googlearlo. En teoría, cualquier ser humano con intenciones de hacerle mal a otro podría ponerlo en práctica. El nombre de "Ballena Azul" constituye una peculiaridad anecdótica, que disfraza de mito a una serie de comportamientos (lesionarse, mirar videos perturbadores, incitar a que la persona no hable con nadie) que se intenta que la víctima tenga. "Sobre todo en el sucidio joven se empieza a hablar en los medios de que existe un contagio. Hay una mayor visibilización de casos de suicidio adolescente. El tema de las redes sociales amplifica", resalta Carriego. El juego en sí, que puede tratarse de algo falso, probablemente haya llegado a muchos jóvenes a causa de la cobertura periodística, y no por la difusión del juego mediante las redes sociales. De la misma manera, personas con intenciones de dañar a jóvenes pueden haber descubierto un nuevo método que desconocían. Una profesía autocumplida.
Inclusive las notas que intentan darle voz a especialistas en el tema no hacen más que aumentar la preocupación. En Clarín, un psicólogo que da algunos consejos pertinentes también habla de "chicos que son invitados al horror y van como soldados desarmados" y cierra advirtiendo que "no podemos los adultos permitir que nos sigan matando a nuestros chicos". Algunas voces piden prohibir el juego, como si fuera un local que puede ser allanado y no un modus operandi que puede repetirse de diversas maneras. Horas y horas de cobertura en la televisión, de la manera más amarillista posible, sólo buscan explotar el rating a costa de una problemática que involucra la salud de niños, niñas y adolescentes, mientras se los expone a estos a que se alejen de "los rincones oscuros de las redes sociales".
Escuchen a las pibas y los pibes
Frente a un tema delicado que involucra la salud, lo correcto es no fomentar la paranoia y, en cuanto a los medios nos compete, brindar una cobertura sensible, acorde a los sujetos de derecho que son concebidos como potenciales víctimas. "Las redes sociales son un espacio público, como la plaza o la esquina. Cuando empezabas a salir a la calle, tus papás te decían que no aceptes cosas de cualquiera, no te le acerques a cualquiera. Todo eso que parecía natural, también debería ocurrir con las redes sociales. En definitiva, todo se resume a la misma cuestión: hay que hablar con los hijos. Es necesario tomar tiempo de nuestras vidas para sentarnos y encontrar la forma de hablar con los adolescentes, e intentar entender qué es lo que hacen en las redes", marca Carriego.
Hoy en día se llama "La Ballena Azul", mañana va a tener otro nombre y otra forma. "Hay otro tema, que es la relación causal entre tecnología y los procesos de salud mental. No hay una relación directa entre el uso de redes sociales y lo que le sucede al chico. Todo problema humano es multicausal. Generalmente, las personas que son más proclives a tener estas relaciones a través de redes sociales, en grupos que los pueden poner en riesgo, ya tienen una tendencia o una necesidad que eso viene a llenar. Prevenir estos procesos requiere lo mismo que tiene que ver con prevenir el suicidio adolescente. Son los que recomienda históricamente la psicología, y no tiene que ver solamente con que la pieza del chico esté desordenada o que no preste atención. Esto hay que consultarlo con un psicólogo, un experto en salud mental que no va a prescribir una serie de reglas para que no suceda, sino que va ahondar un poco más para permitir contextualizar y entender a la persona", afirma el especialista.
"Me parece que el tratamiento mediático sigue siendo irresponsable. Son tratamientos que no chequean las fuentes, en otros países hay procesos y chequeos de fuentes que han determinado que esto es un hoax, algo falso. Es obviamente un tema que llama mucho la atención. Lo que los medios quieren son clicks, atención, aumentar la cantidad de lectores". Como les gusta decir a varios medios masivos: "con los chicos, no". Es hora de que lo pongan en práctica.