Política universitaria: una relación de fuerzas que impide al gobierno nacional avanzar en su visión neoliberal clásica
Por Ernesto Villanueva*
Si bien el gobierno elegido en las elecciones del 2015, tiene una concepción muy clara que tiñe absolutamente todas las aéreas de gobierno, y esa concepción es el neoliberalismo, también es cierto que el gobierno de Mauricio Macri ha sabido escuchar las acciones de resistencia que ha habido a esta concepción.
Por lo que se refiere a la política educativa, el gobierno ha planteado un esquema de debilitamiento del poder de los sindicatos docentes, a los que, que sin decirlo explícitamente, ha considerado su principal adversario, ha desmantelado actividades accesorias o que acompañan a la educación, y en este punto es muy interesante analizar los artículos del libro Educar para el mercado (Daniel Filmus y otros) en relación a las esferas que se han ido perdiendo y/o tercerizando en el Ministerio de Educación. En ellos vemos como el neoliberalismo constituye un paso más en relación a la tradicional concepción del estado como subsidiario: no se destruye el núcleo duro de la escuela pero se trata de debilitar o mercantilizar todas las actividades que la rodean.
Sin embargo, el área de educación superior en este período es muy peculiar por dos razones principales. Por un lado, en el primer semestre del 2016, se lanzó una fuerte política mediática de desprestigio de las universidades, pero ello fue contrastado por las movilizaciones sobretodo en abril y mayo, de miles y miles de estudiantes, de docentes y no docentes, que se sucedieron en la Ciudad de Buenos Aires y también en el interior, en contra de una política de ajuste.
Por otro lado, la composición de los funcionarios de la Secretaría de Políticas Universitarias no es la típica del neoliberalismo. Por el contrario, se trata de funcionarios provenientes de las Universidades Públicas. Incluso, el espacio que han tenido las Universidades privadas, en este esquema, no ha sido lo que está ocurriendo en las demás áreas. Avanzaron, por ejemplo, en el plano de las consultorías, donde las universidades nacionales han quedado muy relegadas siendo que se dejó de lado el decreto que las planteaba como consultoras privilegiadas de parte del Estado.
Pero lo cierto es que la política neoliberal clásica que uno podría sintetizar en búsqueda de arancelamiento en un sistema restringido de ingreso y en un desfinanciamiento global de las Universidades, no ha ocurrido. Incluso las debilidades en el presupuesto Universitario han acompañado a otras áreas del Estado pero no han tenido la gravedad, por ejemplo, de lo que ha ocurrido en el área de la investigación científica o de empresas estatales. Quizá los temas más acuciantes constituyen la utilización del Poder Judicial para limar el prestigio de nuestras universidades y los avances administrativo-burocráticos sobre las autonomías vía resoluciones y decretos provenientes del Ministerio de Modernización.
Esto nos obliga a ser muy cautos, muy cuidadosos y a reflexionar sobre los pasos que se van dando en materia de política universitaria. Por ejemplo, si bien los contratos programas han sido discontinuados, tienden a ser sustituidos por esquemas en relación a planes estratégicos. Asimismo, hay una política ambiciosa de reconocimiento de trayectos formativos, lo cual mejoraría muchísimo la posibilidad de la relación entre las distintas universidades del sistema Universitario.
En fin, no podemos afirmar que la política Universitaria de este gobierno ha sido de un neoliberalismo clásico ni mucho menos, sino, que ha sido un producto de una relación de fuerzas muy peculiar en el sistema de las Universidades Nacionales y de dificultades ciertas del gobierno nacional por avanzar en lo que se considera la visión neoliberal clásica.
* Rector Universidad Arturo Jauretche, con sede en Florencio Varela.