"Como estuvimos en cana, parece que no tenemos pasado ni futuro"
Por Jorge Giordano
Mario Cruz hoy es sociólogo. Empezó a estudiar la carrera en el Centro Universitario San Martín, durante sus últimos dos años en la Unidad Penitenciaria 48. Al salir, con un compañero creó el Centro Cultural y Deportivo los Amigos de Barrio Sarmiento. "Como estuvimos en cana, parece que no tenemos pasado ni futuro", afirma desde el panel "Redes, hilos y tramas", y recuerda días más duros, cuando estuvo preso en Sierra Chica y la privación de la libertad significaba más que no poder salir a la calle: "siempre hay una excusa para revisar la palabra, a nosotros siempre nos revisaban las cartas que escribíamos".
Cruz toma estas cartas prohibidas y el celo por la intimidad perdida para hacer hincapié en la circulación de lo que se dice adentro: "La palabra insiste en salirse, y cuando llegan las visitas parece que se va para los barrios".
Durante dos días, el Centro Cultural Paco Urondo quedó plagado de banderines, remeras serigrafiadas, comidas y producciones literarias de personas que se encuentran en contextos de encierro, coronado por un cierre con raperos, ratificando que el hip hop es hoy en día el canal por excelencia de expresión musical de los sectores urbanos más postergados.
"Hay mucho que tiene que ver con el arte y la cultura, hay mesas temáticas con especialistas pero también producciones artísticas, una muestra de afichismo, de fotografía estenopeica, espacio audiovisual, la feria de cooperativas de liberados y liberadas, espectáculos musicales" afirma Cintia Bustelo, docente del Centro de Devoto e integrante de la Coordinación del Programa de Extensión en Cárceles de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que organiza el evento.
"Creo que los principales reclamos que se expresan son la falta de oportunidades que existieron antes de la cárcel, los derechos vulnerados, los escritores y poetas que no pudieron ser", marca Bustelo. Algo por el estilo dice el autor "Ariel d Barracas", quien en la publicación "La primera vez..." se pregunta: "¿por qué yo que pensaba en ser militar soy un chorro, si no hice nada malo hasta los doce años?".
¿Qué ganamos nosotros?
En el mismo panel, Mario Alanís, director del Grupo de Investigación en Cárceles y Sociedad de la Universidad Nacional de Catamarca, aporta un testimonio que da cuenta de la falta de oportunidades que marca el contexto para un paso entre rejas, atravesado por la dificultad de vivir en una provincia alejada del puerto, dentro de un país unitario.
Según Mario, construir una articulación entre la Universidad y las cárceles fue sumamente complejo. En tiempos de desazón, llegaron a toparse con la pregunta de una persona privada de su libertad: "Sólo ustedes se benefician con la experiencia, ¿qué ganamos nosotros?". La experiencia, aún con dificultades, prosperó. "No sabía que había una universidad en Catamarca", le decía un muchacho en un penal. El director afirma que existe una paradoja: mientras que a la universidad asisten en general miembros de la clase media y alta provincial, es más probable que los sectores populares conozcan de la existencia de la institución a través del vínculo con la cárcel.
"Una vez un preso tenía el cumpleaños de su hija, y contó que había arreglado para que en la cárcel otro compañero los atendiera a él y toda su familia durante esa tarde, con comida y todo. El precio era algo así como mil pesos, y yo no entendía de dónde iba a sacar la plata para pagárselos. Cuándo le pregunté, me contó que él le iba a fabricar dos ventanas de madera para la madre del otro preso", cuenta Alanís. Afirma que existe una gran fertilidad social en la cárcel, y que el vector que guía sus investigaciones tiene que ver con que "la dinámica carcelaria no emana de las órdenes del Servicio Penitenciario".
Si bien esta es la cuarta edición del encuentro, este año se produce en un momento particularmente difícil, con un gobierno y medios masivos de comunicación que reclaman penas más duras y catalogan como "beneficios" a los derechos de las personas privadas de su libertad. Bustelo, una de las organizadoras, señala: "Nosotros somos de la Facultad de FIlosofía y Letras y trabajamos con el respaldo de la gestión, pero recursos nunca hay. Desde el Servicio Penitenciario y el Gobieron no hay voluntad política de que estos espacios existan, el contexto es cada vez peor". Las mujeres de los talleres de "Yo no Fui" dan cuenta de este panorama: les prohibieron inclusive realizar fotografías con cámaras estenopeicas, confeccionadas con cajas de fósforos.
El encuentro, que se desparrama por todo el centro cultural, tiene lugar para proyecciones, muestras de afiches realizadas en los penales y espectáculos de danza. Otra de las propuestas consta de banderines de colores que invitan a completar la frase "Escribimos porque". Las respuestas son variadas: "Porque se me canta", "porque sueño, viajo y muero", "porque no somos policías". Una verde dice "porque tienen que saber", y esa respuesta puede ahondarla aún más Ariel d Barracas en su publicación:
- ¿Qué te interesa transmitir cuando escribís?
- Que los que piensan que somos unos negros de mierda sepan que podemos progresar sólo con un empujoncito.