Lise Meitner: la historia de la "madre de la bomba atómica"
En días en que se la industria cinematográfica pone en boca universal el nombre Oppenheimer vale mencionar, muy en especial un 20 de julio –como se comprenderá más adelante-, a quien el sensacionalismo estadounidense denominó “la madre de la bomba atómica”, o, con cierta socarronería “la madre judía de la bomba atómica”. Nadie más que la propia Lise Meitner quería correrse de ese mote, más allá de lo desafortunado, irreal. Precisamente ella que había rechazado una y otra vez unirse al Proyecto Manhattan.
La vida de Meitner es una vida de película, y vale decir que en la década del ’40 en Hollywood trataron de retratarla, pero ella misma se negó. Para quienes quieran interiorizarse un tanto más de lo que aquí será dicho, la entrada de Wikipedia sobre Lise Meitner es relativamente completa, al igual que el dedicado a ella en mujeresconciencia. Lamentablemente no hay traducción al español de sus biografías, la más famosa (y tildada de definitiva) Lise Meitner: A Life in Physics, y la más reciente y lúdica The Woman Who Split the Atom: the life of Lise Meitner. Puede encontrarse un muy completo bosquejo biográfico en el libro en español Las Damas del Laboratorio.
Lise fue la segunda mujer en el mundo en obtener un doctorado en Física (la primera doctora en Física fue la desafortunada Elsa Neumann, que, como Meitner, lo obtuvo en Alemania). El impacto iniciático lo recibió del excepcional físico Ludwig Boltzmann, quien aceptaba, sin ningún tipo de reservas mujeres, en sus clases promoviendo la plena integración. Antes Max Planck le había permitido ingresar a la universidad, contradiciendo las normas de la época pero apelando a la excepcionalidad, y luego le permitió integrarse al laboratorio donde conoció a su amigo y colaborador por más de tres décadas, Otto Hahn.
La accesibilidad de Planck chocaba con la aceptación de mujeres en los laboratorios, por lo que ella trabajó en el sótano del edificio y concurría al baño de un restaurante de los alrededores. En 1919 se convirtió en la primera mujer en obtener un cargo de profesora universitaria en Alemania, y en 1949 fue la primera mujer en ser aceptada como integrante de la Akademie der Wissenschaften de Berlín (fundada en 1700). Se sabe que, entre 1924 y 1948, fue nominada 19 veces al Premio Nobel de Química, y entre 1937 y 1965 fue nominada 29 veces al Premio Nobel de Física, sin obtenerlo en ninguna ocasión.
En Argentina tenemos por tradición festejar el 20 de julio el día de la amistad, y este texto tiene como objetivo poner de relieve no el festejo sino la amistad, aún en las circunstancias más adversas y terribles. Lo que sigue está tomado del libro Física y nacionalsocialismo: una antología de fuentes primarias (pp 332-334), y es la carta remitida por Lise Meitner a Otto Hahn el 27 de junio de 1945, cerca de 40 días después que las fuerzas alemanas se rindieran ante el Ejército Aliado.
Querido Otto:
Tu última carta está fechada el 25 de marzo. Puedes imaginar lo ansiosa que estaba de recibir noticias de todos ustedes. He seguido constantemente los acontecimientos a través de los informes de guerra por la prensa inglesa, y creo poder suponer que la zona en la que estás con tu familia, y que está Laue, fue ocupada sin ninguna lucha. Por consiguiente, deseo con todo mi corazón que ninguno de ustedes haya sufrido personalmente. Naturalmente, te será muy difícil ahora, pero esto es inevitable, por supuesto. Por otra parte, estoy muy preocupada por los Planck, ya que en su zona se han producido combates terribles[a]. ¿Sabés algo de ellos y de los amigos de Berlín? Un estadounidense te llevará esta carta. La recogerá pronto, de manera que estoy escribiendo apuradamente; y, sin embargo, tengo tanto tan cercano a mi corazón que decir. Por favor, ten en mente esto, y por favor lee lo que escribo con la seguridad de mi inquebrantable amistad.
Te he escrito muchas cartas mentalmente durante los últimos meses, porque estaba claro para mí que incluso personas como vos y Laue no se han dado cuenta de la situación real. Me he dado cuenta de ello con claridad cuando Laue me escribió con ocasión del fallecimiento de Wettstein que su muerte constituía también una pérdida en un sentido más amplio, ya que debido a su talento diplomático W podía haber sido muy útil al final de la guerra. ¿Cómo un hombre que nunca objetó a los crímenes de los recientes años puede ser útil a Alemania? Ésta es, por supuesto, la desgracia de Alemania; el hecho que todos ustedes han perdido la noción de la justicia y de lo correcto. Vos mismo me dijiste en marzo de 1938 que Hörlein te había dicho que se estaban haciendo cosas terribles con los judíos. De manera que él sabía de todos los crímenes que se habían planeado y después ejecutado, y a pesar de ello era miembro del Partido. Y vos mismo lo considerabas como una persona muy decente —también a pesar de ello— y permitías que influyese en relación a tu comportamiento con tu mejor amigo[b].
Todos ustedes también han trabajado para la Alemania nazi y nunca intentaron una resistencia pasiva. Ciertamente, para engañar a sus conciencias de vez en cuando han ayudado a alguna persona que lo necesitaba, pero han permitido que millones de personas inocentes fuesen exterminadas sin efectuar la menor protesta.
Tengo que escribirte esto, por tu propio beneficio y por el de Alemania, que depende totalmente de que comprendan lo que han permitido que suceda. Aquí, en la neutral Suecia, mucho antes del final de la guerra, se ha discutido acerca de lo que debería hacerse con los intelectuales alemanes una vez que finalizase la guerra. ¿Qué es lo que pensarán sobre el particular los ingleses y los estadounidenses? Yo y también muchos otros pensamos que una solución para vos sería que realizases una declaración pública manifestando que sos consciente de que con tu pasividad has adquirido una responsabilidad compartida por lo que ha sucedido y que sentís la necesidad de ayudar a corregirlo, en la medida en que sea posible con algo que ya ha tenido lugar. Pero muchos piensan que es demasiado tarde para esto. Estas personas dicen que has traicionado primero a tus amigos, después a tus compañeros e hijos permitiendo que pusieran en peligro sus vidas en una guerra criminal, y finalmente que también has traicionado a Alemania, porque ni siquiera luchaste contra la absurda destrucción de Alemania cuando ya no existía ninguna esperanza en la guerra.
Esto suena inmisericorde y, no obstante, créeme, es debido a la verdadera amistad que te escribo esto. No puedes realmente esperar que el resto del mundo tenga piedad de Alemania. Las inconcebibles atrocidades en los campos de concentración de las que se ha informado estos días sobrepasan todo lo que habíamos temido. Cuando escucho en la radio inglesa los muy realistas informes de ingleses y americanos sobre [Bergen]-Belsen y Buchenwald, comienzo a llorar y no puedo dormir en toda la noche. Deberías haber visto a las personas que llegan aquí procedentes de estos campos. Alguien debería obligar a hombres como Heisenberg y a muchos otros millones a que vean estos campos y a las personas martirizadas allí. Su aparición en Dinamarca en 1941 no se puede olvidar[c].
También debes recordar que mientras yo estaba todavía en Alemania (y hoy me doy cuenta de que no sólo fue estúpido sino muy injusto por mi parte no haberme ido inmediatamente) a menudo te decía: las cosas no irán mejor en Alemania mientras que solamente seamos nosotros los que pasemos noches sin dormir y no ocurra esto con todos. Pero tú no pasabas ninguna noche sin dormir. No querías ver; era demasiado molesto. Podría demostrártelo con muchos ejemplos, pequeños y grandes. Por favor, créeme que todo lo que he escrito aquí es un intento de ayudarlos a todos ustedes.
Con saludos muy afectuosos para todos. Tuya,
Lise
“Con el descubrimiento del neutrón el año anterior a la llegada de Hitler al poder en Berlín, algunos científicos fueron conscientes de la posibilidad teórica de liberar la enorme energía encerrada en el núcleo del átomo, pero esperaban, contra toda esperanza, que dicha posibilidad no llegara a hacerse realidad. Y entonces, en las Navidades de 1938 y los primeros días de 1939, a pocos meses de la guerra, cuatro científicos confirmaron desde Alemania que habían logrado dividir —o fisionar— el núcleo del átomo de uranio... Era un nuevo y aterrador paso en el camino de la posible invención de las armas nucleares”, dice Peter Watson, historiador británico de las ciencias y de las ideas. Esos cuatro nombres eran el de Lise Meitner, Otto Hahn, Otto Frisch y Fritz Strassmann. Por un lado, Hahn y Strassmann publicaron parte del trabajo, sobre los resultados experimentales obtenidos, en una revista especializada alemana, y por otro Meitner y su sobrino Frisch explicaron el fenómeno en la prestigiosa revista británica Nature recurriendo al modelo denominado “modelo de gota de agua” e introduciendo el término fisión nuclear. Mucho se ha especulado sobre esta publicación por separado, se sabe que Hahn alegó que no le permitirían publicar en Alemania junto a una mujer judía. En soledad, en 1944, Otto Hahn ganó el Premio Nobel de Química.
Un tiempo antes de este descubrimiento y sendas publicaciones, en 1938, en una verdadera odisea mientras se le cerraban las fronteras y descubría que la Fundación Rockefeller no apoyaría a las científicas refugiadas, Meitner había huido de Alemania hacia Suecia. Entre tanto, Hahn argumentaba ante autoridades y conocidos que Lise había ido a Austria a visitar a su familia.
[a] La casa de los Planck fue bombardeada y completamente destruida. El matrimonio Planck logró salvarse. Planck, en definitiva, había sido aquel hombre que le había permitido estudiar en épocas que estaba prohibido para las mujeres, y le había permitido comenzar la investigación en épocas en que estaba prohibido para las mujeres.
[b] Se especula que Meitner se refiere a ella misma, como ese amigo.
[c] Se refiere a la aparición de Heisenberg (Premio Nobel de Física 1932) hacía las veces de embajador cultural alemán, y se lo acusa de emprender un régimen de propaganda nazi. Sobre su visita a Dinamarca está basada la exitosa obra de teatro Copenhague.
"En 1938, en una verdadera odisea mientras se le cerraban las fronteras y descubría que la Fundación Rockefeller no apoyaría a las científicas refugiadas, Meitner había huido de Alemania hacia Suecia"