Adiós al escritor Luis Gruss: andar en bicicleta contra el viento
Por Sergio Kisielewsky
En la avenida Entre Ríos hay una oficina donde un hombre escribe a máquina muy serio, pero es una columna de humor. Es 1980 y ese joven enseña a los jóvenes de entonces las reglas básicas de cómo escribir una nota. El periódico en que trabajábamos no era bien visto por las autoridades de entonces y por eso lo sacábamos. Era político y sobre todo cubría las luchas gremiales que contribuyeron en gran medida a socavar la dictadura. Pero el hombre en cuestión también era poeta, escritor y luego fue docente de periodismo en TEA donde le otorgaron con justicia un premio a su trayectoria. Escribió en innumerables medios de nuestro país y estaba muy atento a todo lo que lo rodeaba llevando a la práctica aquello de que la curiosidad es el primer tintero de un periodista.
Luis Gruss, de él se trata, se nos fue de este mundo muy temprano, apenas tenía 67 años y no cabe duda que sus alumnos en sus talleres de narrativa y periodismo lo recordarán como un modelo a seguir. Seriedad, respeto, humildad y apego a las fuentes fueron sus premisas. El amor a la poesía, la escritura con mayúsculas y andar en bicicleta con viento en contra fueron alicientes indispensables para su vida, como el amor, como los hijos, como los viajes.
Hasta se animó a escribir El silencio, un libro inclasificable y valiente que toma el sustantivo del título por las astas y repasa como se aplicó en la literatura de los últimos siglos, en los grandes autores y en las vanguardias artísticas. O el ensayo Lo inalcanzable. Las mujeres en la vida y la obra de Franz Kafka, Fernando Pessoa y Cesare Pavese. El título lo dice todo pero conviene sumergirse en dicha investigación rigurosa para comprender cómo la obra de tres grandes escritores del siglo XX no fue escrita a solas sino que hubo compañeras, amantes y esposas que una y otra vez motorizaron el oficio con lectura y crítica incluidas.
Creador del blog suspendelviaje , cabe asomarse a su prosa y en Youtube escuchar El globo editado por la Biblioteca Caranday y llegar a comprender cómo se elevan los sueños por sobre los obstáculos, la vida sobre la muerte y la belleza por sobre toda las cosas. “El cuerpo de una mujer, al igual que el mar, no tiene puertas”, escribió en su blog que creó en 2014. Aún se puede ver en la web y descubrir misceláneas, anécdotas con cierto tono melancólico y tenaz buscando en la vida de los escritores más de una razón para cumplir objetivos, trazarse metas y al fin y al cabo nunca dejar de corregir, pues publicar es un asunto serio tan necesario como navegar (Pessoa dixit).
Tal vez por eso se explique su amor por Lisboa, los pueblos de pescadores, un idioma que se habla con voz baja y cadencia ajustada como los fados que vienen de los seres que adoran el canto y los oleajes. También en el blog se refiere a la relación entre Raymond Carver y su esposa la poeta Tess Gallagher, y su vínculo amoroso explica mucho del abordaje estético de Gruss (realizó el blog con su compañera Andrea) y su lista de prioridades a la hora de definir el oficio del escritor. El autor de Catedral conoció a Tess en los últimos años de su vida y eso lo consideraba una yapa, un plus, fue en la época que él se animó a escribir poesía pero la poesía estaba muy cerca suyo encarnada en Gallagher, una poeta inmensa a la que muchos siempre daban como número puesto para los grandes premios literarios.
Gruss hace de ese vínculo una suerte de piano ejecutado a cuatro manos a amantes de la literatura y sus hallazgos. En el mismo blog se reproducen videos de Lila Downs interpretando “Árbol de la vida”, “Flaca”, de Andrés Calamaro, “Amor solitario”, interpretado por Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute y bocetos de Pablo Picasso que con gran destreza de lo que será luego un gran dibujo sobre un toro. Y de pronto suelta una frase: “El verdadero asombro está hecho de recuerdos y jamás de novedad”. Hay un breve texto de Gruss donde evoca a su padre (“Hacienda glamorosa”) y constituye un momento muy alto por su poder de evocación y de lirismo. Publicó también los libros Malos poetas, La carne, y obtuvo el Premio de Argentores por su obra Oscura Clarice. Sin duda lo vamos a extrañar. Leer sus textos será el mejor homenaje.