Ante la amenaza de un fascismo eterno: las claves de Umberto Eco
Por Gito Minore
“El fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero no era cabalmente totalitario, no tanto por su tibieza como por la debilidad filosófica de su ideología. Al contrario de lo que suele pensarse, el fascismo italiano no tenía una filosofía propia”, sentencia Umberto Eco, en una magistral conferencia titulada “El fascismo eterno” en un congreso organizado en la Universidad de Columbia el 25 de abril de 1995.
La frase es lapidaria, pero se justifica. A diferencia del nazismo que trazó en Mi lucha el manifiesto completo de un programa político, lo cual incluía una teoría del racismo y el arianismo, y una filosofía de la voluntad de poder y del superhombre; el fascismo italiano era más bien un conglomerado de ideas políticas y filosóficas, “una colmena de contradicciones”. Los ejemplos que brinda el propio Eco, son más que elocuentes “¿Se puede concebir acaso un movimiento totalitario que consiga aunar monarquía y revolución, ejército real y milicia personal de Mussolini, los privilegios concedidos a la Iglesia, y una educación estatal que exaltaba la violencia, el control absoluto y el mercado libre?”
Sin embargo, ahí radicará su fortaleza. Esta flexibilidad ideológica será lo que le permitirá al fascismo transformarse y propagarse en diversas regiones del mundo. Y sobre todo, permanecer. Justamente, a partir de esta posibilidad de poder perder algún elemento de su constitución, pero asimismo seguir siendo fascista, el autor va a considerar la existencia de un “Ur- fascismo” un “fascismo eterno”.
En un lenguaje ameno, propio de una conferencia ofrecida a un público estudiantil, el filósofo sistematiza una serie de características que nos permiten detectar la continuidad de extremo político. El culto a la tradición, el irracionalismo, el racismo, la exaltación del héroe y el machismo (expresado como un profundo desdén hacia las mujeres y la condena a la homosexualidad) serán los ejes básicos. De los que es interesante señalar una característica crucial: el acompañamiento de una parte importante de la comunidad. Tal como lo expresa en la página 43: “El Ur- fascismo surge de la frustración individual o social, lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas por alguna crisis económica o humillación política, asustada por la presión de los grupos sociales subordinados”
Esta convocatoria a las clases medias, paralizadas por el miedo a las clases populares, temor en la actualidad auspiciado por los medios masivos de comunicación, es una clave vital para el ascenso del fascismo y toda la violencia que conlleva en nuestras sociedades. La llegada a la presidencia de muchos de los mandatarios en estos últimos años en Latinoamérica son claros ejemplos de este desglose que, de manera sencilla pero eficaz, traza el gran autor de El nombre de la rosa, en este pequeño pero poderoso libro que acaba de lanzar el sello Lumen.