“El género entrevista es literatura; por lo tanto, ficción”
Por Boris Katunaric
Hace no más de dos meses conocí la nueva casa de Jorge Hardmeier, fue mientras lo ayudaba con la mudanza de sus miles de libros y unos pocos muebles desde el barrio de Palermo a este departamento de dos ambientes en Caballito (con un patio que promete muchos asados, vale decir)
Estamos a unas pocas cuadras de Puan, la facultad de filosofía y letras. Camino por la calle homónima y pienso en cómo hacer una entrevista sobre entrevistas, actividad que ambos realizamos cotidianamente y de manera autodidacta. Encuentro cierto enfoque pero, al conocer el trabajo de Jorge, en este momento, prefiero pensar en que debo hacerle honor a la profesión o, mejor aún, estar a la altura de mi amigo y sacar lo mejor que tenga en la galera para hacer una buena entrevista.
Me recibe con la calidez habitual y cerveza, me conoce las mañas. Mientras esperamos que lleguen nuestras novias enciendo el grabador.
Agencia Paco Urondo: Este es un laburo de mucho tiempo, la mayoría de las notas no van más allá de 2007.
Jorge Hardmeier: Sí, creo que la última es la de Di Paola en 2008.
APU: Teniendo toda esa producción ¿cómo fue juntarla?
JH: Las entrevistas estaban muy dispersas, vienen de distintas revistas, y el libro las aúna. Hace años que tenía la idea de hacer esta recopilación de entrevistas para que quede en formato libro que, me parece, es más duradero. Las revistas se consiguen, pero hay una por acá, otra por allá. Junté la de los escritores nada más porque después tengo a músicos, pintores, etc.
APU: La base es, entonces, tener un corpus general de esa producción, o de una parte, que tenés como laburo periodístico.
JH: Sí, pero fue interesante volver a leerlas.
APU: ¿Sentís una actualidad en ese material?
JH: En la mayoría sí porque me preparaba mucho para hacer las entrevistas, leía las obras, entonces va más a la obra. No hay entrevistas de un momento circunstancial, salvo detalles, en alguna se filtra el 2001, tal vez. Hay escritores a los que les pregunto sobre libros que escribieron a los 20 o 30 años, como a Jitrik o a Laiseca, a los más grandes.
APU: Gente que no se debe acordar un carajo de lo que escribió a los 20 años.
JH: Exactamente. Y te chamuyan (risas). En el caso de Di Paola, Minga es del 87 y le hice la entrevista 20 años después. Hay un enfoque en la obra.
APU: Entonces no son entrevistas coyunturales porque tienen una búsqueda de totalidad.
JH: Al ser escritores de cierto renombre y, la mayoría son gente que tiene unos años, y al rastrear toda la obra, te centrás más en esa totalidad que en algo específico.
APU: Es un trabajo de mucha lectura para medios que, imagino, no tenían una tirada muy extensa ¿cómo preparabas eso con tanta lectura?
JH: Hay que decir (a favor mío) que eran publicaciones de ciertas características que te permitían eso. Si en un diario te dicen haceme para tal suplemento del domingo tal nota tenés que ir con lo puesto y hacer la nota, vos lo sabés a eso.
APU: Si, vas medio a tientas.
JH: Lo que acá pasaba es que buscaba escritores que me parecían interesantes y al leer toda la obra tomaba notas de los temas importantes y con ese caudal de lectura iba a hacer la entrevista. Hay algo de estas entrevistas que recuerdo como algo que me hacía bien, como por ejemplo Jitrik diciendo: “flaco ¿de dónde saliste?” “¿qué hiciste, leíste todo?” Y, sí. Que te lo diga Jitrik está bueno, para mí es como se debe preparar una entrevista. Más en esta época en la que el vértigo hace que los periodistas vayan sin lecturas previas, a veces ni siquiera el último libro que sacó la persona que van a entrevistar. No es que esté mal o bien, son distintos modos.
Universidad Parque Rivadavia
APU: ¿Alguna entrevista tuvo algún tipo de fricción?
JH: Fogwill.
APU: Estaba pensando en esa (risas)
JH: Creo que Fogwill en el fondo era un tierno pero tenía ese personaje polémico y mordaz.
APU: Hay un momento de esa entrevista en la que dice medio despectivamente: ¿Ustedes de qué universidad son? Y la respuesta que dieron fue: “de ninguna, nosotros vendemos libros en el parque Rivadavia”
JH: Sí, creía que éramos re académicos y éramos unos lúmpenes que trabajábamos en el parque Rivadavia, más lúmpenes que él (risas).
APU: Ese tipo de personajes son polémicos y el tema es saber tratarlos; es más o menos una de las funciones del periodista entrar lo más simpático posible a algo que puede terminar en una masacre.
JH: Sí, pero lo llevamos bien, terminamos casi a los abrazos. Para mí es un escritor absolutamente interesante y, al contrario, me gustan más esos personajes que los dóciles. Hay una entrevista que no salió en este libro porque esa sí fue fea y es un tipo que me interesa mucho como escritor, Daniel Guebel, él y Sergio Bizzio, discípulos de Di Paola; en su momento salió en una revista pero no la incluí, no me parecía interesante, era una entrevista más de discusión que sobre literatura.
APU: En la entrevista que le hacés a Tomás Abraham hay un momento medio tenso, no sé si tenso, pero es un momento en donde vos no abandonás una postura que es la de tratar de definir o de igualar la labor del filósofo a la del poeta. Es enrevesada, hasta llega a decir que no tiene tantos argumentos.
JH: No fue un momento tenso, lo que reivindico del tipo, al menos en esa entrevista, es que en un momento dijo no sé, o estoy perdido o algo por el estilo. Eso está bien, cuando uno no sabe, decir no sé está bien.
APU: ¿Te faltó algún autor indispensable para vos?
JH: Creo que los autores que más me hubiera gustado entrevistar no lo entrevisté.
APU: ¿Por qué estaban muertos?
JH: Algunos estaban muertos o en su momento no había llegado yo a ellos, me hubiese gustado entrevistar a Néstor Sánchez, a Alberto Vanasco, a Macedonio, a Di Benedetto, hice el intento con Adolfo, el hijo de Macedonio, pero ya estaba muy grande y no se pudo.
En busca del título perdido
APU: Alguna vez charlamos, no muy profundamente, y me decías que la entrevista es un gran género, que te gusta y de lo que más te gusta de la entrevista es editar las notas.
JH: Lo que más me gusta es prepararlas, pasa la entrevista, que es un momento de cierta turbulencia, estás con un tipo que no conocés, le vas a hacer preguntas, no sabés cómo se lo va a tomar. Y después, que es lo más placentero, es el trabajo de edición, donde tenés todo ese material. Para mí, hay gente que no está de acuerdo con esto, entramos en el terreno de la ficción, el género entrevista es literatura. Y, por lo tanto, ficción, porque vos tenés un material de lo que te dijo una persona y al laburar con eso es apasionante. Desgrabás, que es lo más hinchapelotas…
APU: Lo más hinchapelotas del mundo…
JH: Y empezás a jugar, me gusta contar en qué bares fue hecha la entrevista, o si fue en la casa del autor, cómo llegué. Empiezo a narrar, es un vicio, si hay algo que soy es un narrador, entonces me encanta. Me encanta poner títulos. Me encanta poner subtítulos, puedo estar un día pensando un título.
APU: Sos muy admirado en APU por los títulos.
JH: Me parece algo hermoso estar ocho horas pensando, revisar discos, libros.
APU: ¿Cómo llegás a esos títulos?
JH: Divido las entrevistas en partes, después la leo y empiezo a cranear. En un momento tenía el vicio de poner títulos y subtítulos con temas de Spinetta o los Redondos, son títulos tan seductores que calzan pero en un momento dije basta.
APU: La santísima trinidad y un extraterrestre, pasajeros en una pesadilla, son muy creativos. Por lo general, en la prensa gráfica se utilizan, salvo excepciones, lugares bastante comunes.
JH: Hay títulos que me dan mucha risa, ni hablar el "ahora dicen" y todos los potenciales pero en la prensa deportiva, que me parece patética, uno de los títulos más repetidos es "con el tiro del final" o "ni el tiro del final". Ese título lo vi centenares de veces, ese tipo que escribe la nota o el editor se le tiene que ocurrir otro título, es un lindo laburo buscar un título, no sé por qué no se toman el tiempo para eso. Es un ejercicio de imaginación.
APU: Te voy a dar una tarea.
JH: ¿En serio?
APU: Si, elegir el título para la entrevista (risas)
La curiosidad del tigre
APU: ¿Cuál es el trabajo del entrevistador?
JH: El entrevistador es un curioso, tiene curiosidad por algo. Siempre hice las entrevistas desde el deseo, eran tipos que deseaba entrevistar o salía a las dos de la mañana a entrevistar gente que vivía en la calle, no sé qué le pasa al tipo que tiene que entrevistar a Rosa Montero.
APU: Lo que le pasa a cualquier trabajador de prensa que está en un medio y le dicen flaco tenés que hacer esto.
JH: Sos un empleado, no estoy hablando mal de eso, hay gente brillante haciéndolo, pero el componente de ese deseo personal me parece importante.
APU: ¿Quién te inspira en la forma de trabajo?
JH: Hay una entrevista en el libro que es, para mí, uno de los mejores entrevistadores que es Enrique Symns. Yo crecí con la Cerdos y peces, la esperaba ávidamente. Las entrevistas de Cerdos y Peces eran extraordinarias, es un gran entrevistador. Si entrevistaba a un escritor no era solamente la obra, entraba en una cosa que no sé cómo hacía, una cosa personal, de pensamiento, hacía preguntas generalmente muy lacónicas. Yo llevo citas de los autores y les pregunto en este libro hizo tal cosa, en este otro otra, Symns sintetizaba todo eso e iba a una pregunta concreta. Lo que pasa también con él es que tiene la valentía, cosa que no pasa muy a menudo, es que no le importa de qué lo tilden, tiene un pensamiento propio, por eso admira a Burroughs, otro que tenía un pensamiento propio, no le importaba que lo tilden de loco.
Maricruz y Cari, nuestras novias, tienen hambre, por eso nos interrumpen casi respetuosamente. El plan es que ellas vayan de compras y Jorge cocine, yo mientras tanto sigo tomando cerveza y grabando. El público pide guiso de lentejas, así será, mientras las chicas van a comprar nosotros retomamos la conversación.
Juguetes poéticos
APU: Otro libro que estás presentando es Juguetes antiguos. Es tu único libro de poemas, hasta ahora.
JH: Tiene como siete u ocho años. Creo que es el primero y el último.
APU: No me termines la entrevista acá (risas). Te pusiste a escribir poesía cuando nunca lo habías hecho.
JH: Yo siempre escribí narrativa. Creo que fue el dolor, me parece que es el género que viene por lo que te está pasando, era un momento de post separación y había dos cosas, por eso tiene dos partes el libro. Había algo que me parecía que le estaba haciendo mal a la gente y otra la tristeza de eso y la soledad posterior. La parte del tigre es tratar de domar ese tigre. Es un animal hermoso con algo de furia, pero no se enfurece porque sí, hay jaulas que lo ponen furioso, no es una justificación, el que dialoga con el tigre es el niño, que lo intenta recuperar.
APU: "Cada rugido es una jaula que te aleja de tu niño", decís en el poema "Atentamente".
JH: No sé si llamarlo violencia pero son esos actos que dañan a otros. Te aleja del niño que es el ser que tiene todas las posibilidades, el niño no tiene manchas ni máculas y después lo empezamos a manchar y esas son las manchas del tigre.
La otra parte, "Gotas", es porque tengo una obsesión, me hace muy mal que llueva, quiero que sepan todos los meteorólogos que eviten anunciar días de lluvia en mi presencia. Son todos poemas de melancolía, fue un antídoto contra esa tristeza que me causa la lluvia. Cuando era chico lo que me causaba mayor tristeza era ver por la ventana cuando llovía, me hacía mal… pero miraba. Tuve una infancia feliz, es como el paraíso perdido, mi único momento infeliz era cuando veía llover, me sentía encerrado. Quizá porque no podía salir a jugar a la pelota con los pibes.
Ese libro lo escribí en un mes, me iba a un bar y fue todo ahí. Ese libro, como varios más que tengo, estaba cajoneado, un día se lo mostré a Cari y me dijo que lo quería publicar.
APU: Es tu primera experiencia como poeta.
JH: No escribo poemas, fue la única vez en mi puta vida que escribí poemas, ni antes ni después. No es lo mío la poesía, admiro a los poetas. Lo que me pasa es que una gran parte de la poesía me produce vergüenza ajena, mi problema es con la circulación y con la valoración que los poetas tienen de sí mismos, piensan que están haciendo algo importante y, en realidad, todo es importante o nada es importante, tiene la misma importancia que un carpintero o un ferretero, esa cosa que tienen de son todos unos boludos y los únicos que la tenemos claras somos nosotros… Paradójicamente, cuando me fascina un escritor es un poeta. Es el caso de Bustos, Viel Temperley, Diana Bellesi, Olga Orozco, Wallace Stevens, Ginsberg. Me pasa, en proporción a lo que leo, mucho más con la poesía.
Zona futuro
APU: Tenés otra cantidad de material para sacar otro libro de entrevistas ¿pensás publicarlo?
JH: Sí, quiero.
APU: Este libro es más específico que es el de la literatura.
JH: Yo lo homogeneicé en escritores, si saco un segundo libro de estos hay un montón de cosas lindas; Palo Pandolfo, Irupé Tarragó Ros, Luís Salinas, La Pequeña Orquesta Reincidentes. Después tengo también a Caloi, Luis Felipe Noé, Alfredo Alcón, Ricardo Bartís, Pompeyo Audivert, Lorenzo Quinteros.
APU: Tu palo es el de la literatura ¿cómo es trabajar con otras disciplinas?
JH: Muy interesante, son más desacartonados. Con Luis salinas estuve tres horas en el Bar La Paz, tomando cerveza y charlando. También está esa cosa de que no tenés que escuchar todos los discos, con los letristas a veces investigaba.
Gente de a pie
APU: ¿Tenés entrevistas que no tengan que ver con el arte?
JH: Yo hice entrevistas a gente de la calle, linyeras, prostitutas, lustra botas o un vendedor de ballenitas, gente para quienes la calle era su lugar de trabajo, y eso es lo que más me interesaba, esas entrevistas me encantaban. En alguna había que salir muy de noche y esa vertiginosidad me gustaba. Era como otro tipo de relación, algunos te sacaban cagando, le vas a invadir su espacio, no lo llamaste por teléfono para avisarle, capaz que le rompés las pelotas y el tipo quiere estar solo.
La gran apuesta
APU: Ahora estás trabajando en la biografía de Miguel Ángel Bustos, terminaste el trabajo de investigación de cinco años, una bocha, y ahora entraste al de la escritura.
JH: Empecé en la década del 90 a leer a Bustos, también conocí a Emiliano, su hijo, con el que nos vemos periódicamente. En uno de esos encuentros, antes de 2010, cuando él ya había editado la poesía completa y la prosa (hizo un trabajo de recopilación impresionante, un trabajo chino). Estábamos en un bar de Belgrano con Emiliano, le dije que ahora que ya había editado todo eso que tenía que escribir la biografía, y me dijo que ya no podía, después del laburo que había hecho con la prosa. Yo volví a mi casa y al otro día me levanté y dije que tiene que haber una biografía de Miguel Ángel Bustos, entonces la tengo que hacer yo. Llamé inmediatamente a Alberto Szpunberg y a Emiliano. A Emiliano pidiéndole permiso, a Szpunberg para que me empezara a tirar datos. Me dio un listadito de diez personas y fue como risomático, entrevistabas a uno y te decía que tenías que hablar con este, con este y con el otro y así tengo entre sesenta y setenta entrevistas. Creo que este libro es mi gran apuesta.
Casi respetuosamente (otra vez), nuestras novias vuelven a interrumpirnos, terminamos el trabajo periodístico y seguimos con el culinario. Hardmeier prepara su famoso guiso de lentejas mientras jodemos y nos reímos a carcajadas, ¿será por el vino o la cerveza? El guiso huele estupendo, la mesa está servida. Será mejor terminar acá. Tengo hambre.