Esteban Podetti: “El humor tiene una función noble y anestésica”
Por Inés Busquets
Esteban Podetti es humorista gráfico, dibujante y escritor. En su vasta trayectoria se incluyen publicaciones en Cerdos & Peces, Fierro, Sex Humor, Cóctel, El Lápiz Japonés, el suplemento Sí de Clarín, Internet Surf, El Guardián, Barcelona, Télam, La Mano o ¡Suélteme!
Escribió en su blog Yo contra el mundo y publicó: Moriremos como ratas (Domus, 2007), Yo contra el mundo (Ediciones B, 2012), El cartoonero (Historieteca, 2016), La Caja (Historieteca, 2019), La enciclopedia mundial del coso (Galería editorial, 2020), La Caja 2 (Historieteca, 2020).
El humor de Podetti no es fácil de descifrar, según su propia definición en una entrevista de Página 12 su humor es negro, su dibujo desprolijo y sus personajes horribles, en esa singularidad se caracteriza. Su lenguaje es simple y directo, crea un universo único, lejos de la solemnidad y la especulación. Domina la técnica de los símbolos y los dispositivos del lenguaje humorístico con sutileza y maestría.
El mundo de Podetti nos encuentra, nos identifica, nos empatiza en las acciones ridículas, en las torpezas comunes, en los tocs que uno a veces intenta esconder. De alguna manera representa esa voz universal, ese código que nos involucra a todos. Le otorga una función al sin sentido y desacraliza los discursos hegemónicos. El gran acierto de publicar en sus redes produce un efecto de intercambio donde la obra se completa con los comentarios entre el humorista y los lectores.
Esteban Podetti conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su profesión, los cambios de época e influencias.
AGENCIA PACO URONDO: Desde tus inicios pasaste por diferentes etapas, distintos climas sociales, gobiernos, nuevas conquistas y movimientos por causas específicas: ¿cómo es hacer humor y a su vez ir aggiornandose al momento para no herir susceptibilidades?
Esteban Podetti: Hay quienes están desesperados por incorporarse al último grito de la moda, hay quienes se resisten al más mínimo cambio con la fuerza de mil ciclones, no creo tampoco que la respuesta esté "en el justo medio", creo que hay un espectro infinito de maneras de procesar el propio aggiornamiento. La mejor manera es que sea más o menos sincero (y digo más o menos porque no creo en la sinceridad absoluta): Si no te podés modernizar, mejor que sea sobre aviso. Ahora, no herir susceptibilidades no debería ser un problema para el humor, a menos que nuestro humor tenga una intención hiriente. En lo personal creo que el humor tiene una función noble y anestésica, casi inofensiva. La idea de que "el humor ofende" a mí me deja perplejo. No es una idea nueva, pero antes era patrimonio de viejos amargados; hoy ha sido legitimada por cierta prensa hegemónica y ofenderse es re cool, o señal de dignidad, o de una personalidad fuerte. Pero yo creo en lo que decía Ricky Gervais: si el chiste es gracioso, hay que hacerlo. Dicho esto, tengo un cuaderno con chistes que no voy a dibujar nunca porque no quiero que me linchen.
APU: ¿Cuál es la importancia del humor en tu vida?
E.P.: Como todo el mundo, lo uso para comunicarme, para aliviar malos momentos, para zafar de situaciones comprometidas, para caer simpático y para pasarla bien. A esto se suma el uso semiprofesional, que combina todas esas cosas.
APU: ¿Cómo es trasladar la realidad al género humorístico o traducirla de alguna manera con esta herramienta?
E.P.: Tengo la teoría de que el humor absurdo, es decir, el más desconectado con la realidad es el más facilongo: lo podría hacer una máquina (de hecho hay máquinas que hacen memes automáticamente. Algunos son muy buenos). Es más fácil hacer un chiste surrealista que un chiste de doble sentido, porque requiere una decodificación humana, un conocimiento íntimo del lenguaje y de los símbolos. Así que el mejor chiste es el que tenga una inspiración en la realidad. Lo que no significa que sea "gracioso porque es cierto". Es gracioso cuando el humorista es bueno.
APU: ¿Cuáles son tus influencias o humoristas que más admiraste o admiras? o a quienes consideres tus maestros...
E.P.: Hay decenas, pero intentaré cristalizar en menos de diez: Fontanarrosa es el número uno. De más grande descubrí a Landrú y a Gila, con los que me siento más identificado en lo que sería el lenguaje humorístico. Por fin, Gary Larson, un norteamericano que ha influido a todos los humoristas crecidos en los 80 y el español Mauro Entrialgo. Estos días también pensaba que Pipo Cipolatti debe ser uno de los humoristas más adelantados a su época en el país, el primero que experimentó con la incomodidad de la incorrección. Y como uno no termina de estudiar nunca, estos últimos años estoy aprendiendo mucho del humorista Gilbert Gottfried, un contador de chistes que combina las groserías más repugnantes con una técnica perfecta, casi delicada y un candor humano absoluto.
APU: Se ve en tu trabajo una gran capacidad de observación, de hallar la materia prima en todas las cosas, un poco como sucede con la poesía también: ¿Cuál es el lugar de la observación en tu trabajo? Y ¿cuándo te das cuenta que algo en particular es el disparador para convertirlo en humor?
E.P.: No hay respuesta para eso. Todos observamos, pero debe no ser a propósito. Creo que si uno se pone en "observador" corre el riesgo de ponerse por afuera del tema, y para cualquier chiste (o para cualquier ficción) uno necesita practicar un mínimo de identificación (aunque se identifique con el ser más repulsivo de la Tierra,). La observación tiene que practicarse por ósmosis.
APU: El humor comprende una suerte de complicidad, cuando creas ¿pensás mucho en la recepción o lo mandás así como sale...?
E.P.: Siempre hay complicidad. El humor se hace bajo un pacto amistoso con el lector. El lector sabe que mi intención es que se ría y actúa o no en base a este pacto. Incluso el chiste aparentemente escandaloso está pactado. El lector se "escandaliza" pero en chiste, como el que se asusta en una película de terror. Cuando alguien se ofende (o decide que el chiste es malo) es porque cayó de la nada, como un paracaidista (sin leer las bases del contrato) o porque ha decidido romper el pacto. A ambos les digo "fea la actitud, muy fea".