Libros: “La clave secreta”, de Malena Escobar O’Neill

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    FOTO: Martín Bonetto
INFORME DE UN DÍA

Libros: “La clave secreta”, de Malena Escobar O’Neill

20 Noviembre 2022

Malena Escobar O’Neill egresó de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP con una tesis ficcional que luego se convertiría en su primera novela. Basada en los diarios de su bisabuela logró crear una atmósfera donde dialogan dos generaciones. Una voz joven y genuina a la que le gusta denominar “de iniciación”, aun así me parece imprescindible que en este territorio literario a conquistar conserve la esencia que la singulariza.

La novela está dividida en dos partes y tiene como objetivo delinear el imaginario social de una época y los vínculos familiares atravesados por el contexto.

Es un texto de autoficción donde los personajes de la novela, encarnados por Carmen (bisabuela) y Elisa (nieta) revelan un sesgo de la relación entre Ángela y Malena.

La novela está atravesada por un elemento fundamental, que destaca Piglia en Teoría de la prosa, el secreto como factor predominante y el hallazgo del diario para descubrirlo, lo cual también significa una suerte de redención para las abuelas, madres que además de la solemnidad que se le otorga a ciertos roles y edades en primer lugar, somos mujeres con deseos y sueños: “A pesar del desagrado, e beso quedó resonando en mi boca. Había algo del recuerdo adolescente que me seguía atrayendo o quizás la sensación de sentirme deseada a esa altura de mi vida”.

La clave secreta es la historia de una nieta que encuentra los diarios de su bisabuela y en esa revelación va descubriendo también sus antepasados. Y quiero detenerme ahí porque es donde encuentro una doble epifanía: primero, la de la bisabuela escribiendo un diario y luego la de la bisnieta, en este caso Malena, no Elisa, reescribiéndolo.

Agustín Romero en la contratapa señala: “La clave secreta nos acerca, una vez más, a la pregunta por el origen, a los datos ocultos en todo relato familiar, y a la creencia de que siempre hay que volver a la casa de la infancia, porque la casa es la condición del regreso a sí mismo y la identidad”.

 “No sé lo que es un libro. Nadie lo sabe, pero cuando hay uno lo sabemos.” Escribe Marguerite Duras. La celebración de un libro nuevo es doble cuando se trata de una voz joven como la de Malena. Digo voz joven como sinónimo de fortaleza, de legitimidad porque Malena pertenece a una generación de palabras, de grito, de ruido, de una necesidad natural de luchar contra el silencio de nuestras antecesoras. 

La clave secreta es de alguna manera una revisión del pasado, una búsqueda de resignificación de costumbres, de modos de vida, donde los roles en la sociedad eran distintos y eso se traducía en el culto al secreto, a la mentira, a la apariencia. En ese momento las mujeres teníamos un papel muy desdichado.

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La clave secreta es la historia de una nieta que encuentra los diarios de su bisabuela y en esa revelación va descubriendo también sus antepasados. Y quiero detenerme ahí porque es donde encuentro una doble epifanía: primero, la de la bisabuela escribiendo un diario y luego la de la bisnieta, en este caso Malena, no Elisa, reescribiéndolo. Por fortuna llego a la conclusión de que hay algo que trasciende el tiempo y la moral hegemónica: la escritura como acto de libertad. 

Leo por segunda vez el libro de Malena, marco la construcción de las voces, la mixtura de géneros con las intervenciones de otra época, los epígrafes irónicos y ocurrentes. Busco a Elisa, a Carmen, busco también a las verdaderas detrás de la ficción pero también  encuentro a mi madre, a mi abuela, a mí. Qué bueno, pienso. Misión cumplida como escritora, si la historia que se cuenta confluye con la experiencia de quien la lee.

Entonces, se me vino un gran comienzo de la literatura mundial, León Tolstoi empezó Ana Karenina así: “Las familias felices se parecen, las infelices lo son cada una a su manera.” Ahí parecen fortalecerse las coincidencias.

“Como si el mundo se hubiera parado, el silencio era absoluto (…) solo nuestras respiraciones que, a destiempo, terminaron por sincronizarse,” escribe Malena.

Dos voces. Dos registros. Dos miradas que funcionan cual puente para unir los extremos. El pasado y el presente configurando una constelación singular y única.

¿Puede el punto de vista cambiar por completo el curso de la historia? ¿Cuánto aguanta un secreto en el cuerpo? ¿Demostramos lo que somos? ¿Cuándo terminamos de conocer a una persona? ¿Cuánto nos determina lo que nos precede?

Una de las premisas de la Revista Literal proclama: “La literatura es posible porque la realidad es imposible.” Esa sentencia parecería esconder el germen de esta historia.

Carmen y Elisa, representan dos momentos. La bisabuela personificada en las páginas de un diario, representando una época donde la verdad era escarnio y se ocultaba para complacer al deber ser. La nieta, desborda de frescura. Despierta a la vida y se refugia en los brazos cercanos, aun ante los errores de los adultos.

 En el medio  el descubrimiento del cuerpo y de la literatura dando lugar a una fuente inagotable de certezas.

¿Qué es el porvenir sino la confluencia de ese pasado que nos constituye? Una curiosidad que moverá a Elisa a conocer lo insondable, la verdadera historia. Esa que irrumpirá de manera inesperada, cuando ya cree saber la totalidad.

Los vínculos reales, las familias imperfectas, con sus vicisitudes y crudezas, se imponen frente a la apariencia, como una expresión de libertad. Lejos del sistema de la culpa y del silencio.

María Negroni dice que la poesía está perdida entre la infancia y la historia, allí donde Malena encuentra la clave secreta.