Literatura sub-20: “La muerte” de Lautaro Jonás
Por Lautaro Jonás | Ilustración: Gastón Linsalata
La muerte
Hoy es un día más de trabajo, mi jefe curiosamente me dijo que no vaya a la oficina, que tenía que hacer otros trabajos fuera de la oficina conmigo, algo que me sonó muy extraño. Fui para el destino que mi jefe me marcó, pero no estaba listo para encontrarlo vestido así, él estaba reposado contra la motocicleta como si ya estuviese esperando hacía mucho tiempo allí, era raro, había llegado muy puntual. Algo que también me sorprendió fue la felicidad con la que me recibió.
Me pareció muy rara la situación, era inimaginable la alegría del personaje, sus ojos me llenaban de inquietudes, tenía una sensación en mí que decía que no debía de confiar en él, pero como si fuera poco me sugirió subir a su motocicleta: era imposible rechazar su propuesta. Había llegado hasta el lugar y no podía rechazar a mi jefe.
Mi jefe siempre fue una persona que parecía estar enojada con la vida y esa despreocupación que traía era muy sospechosa, manejaba con rapidez y me causaba mucho miedo, parecía que corría una carrera y que la meta era la muerte, cada vez que la moto arrancaba la velocidad que tenía me empujaba para atrás, en ese momento perdí la fe y empecé a ver recuerdos de mi vida, cuando de repente un auto a alta velocidad nos rebasó, eso permitió que la motocicleta tambaleara y yo tenga que abrazar a mi jefe.
Al terminar el viaje nos encontrábamos en un lote de terreno descuidado con pastos altos espinosos y con acceso bastante complicado, el sujeto tenía planeado construir un jardín y buscó entre los matorrales unas palas para trabajar.
Cada vez entendía más su plan y lo miraba de una manera diferente, tomé la pala y lo seguí a través del monte, en ese transcurso me di cuenta de que estaba armado y que él me miraba diferente. Sentía que caminaba a mi muerte. Pero igualmente siempre estuve alerta a cualquier cosa que pudiese pasar y llegamos a un punto donde nos perdimos entre la maleza.
No encontraba otra explicación por la cual me llevara hasta el centro del lote, no podía pensar otra cosa más que realmente me iba a matar.
Me di cuenta que mientras caminaba ponía su mano al lado de un estuche con una cuchilla que tenía colgada en el cinturón, decidí tomar la iniciativa yo y no ser una víctima de su trampa. Cuando llegamos al lugar había una tumba recién excavada, lo miré directamente a los ojos, tomé mi pala con fuerza y esperé que él sea quién empezara.
Tengo un leve recuerdo de lo que sucedió, moví la pala y empecé a ver sangre, decidí aprovechar el agujero que tenía preparado para mí y ahora él está atrapado en mi lugar, condenado a cuidar ese bosque por la eternidad.