Longa Noite: recuperar la memoria de la larga noche franquista
Por Sergio Ferrari (*)
Ni blanco, ni negro, sino múltiples grises, los de la contradictoria historia española de mediados del siglo pasado. Esa es la compleja apuesta del joven realizador gallego Eloy Enciso que, con su película Longa Noite ("Larga Noche", ver tráiler aquí), ofrece un viaje testimonial hacia la época franquista.
Y en ese viaje no hay verdades absolutas sino diversas voces, como en una composición coral. Tal como las escucha, Anxo (Misha Bies Golas), al regresar a su pueblo natal en la campiña gallega, una vez finalizada la guerra civil pero en plena época franquista, encontrando a vencedores y vencidos.
“Uno de los principios de mi cine es que no hay una diferencia grande entre pasado, presente y futuro”, explica Enciso (Meira, Lugo,1975). El realizador considera que su obra “está ambientada en el pasado, pero no es histórica”.
Afirmación un tanto relativa si se tiene en cuenta que gran parte del guión se nutre de textos literarios. Y prácticamente el conjunto de cartas recitadas constituyen documentos históricos.
La historia oscura
Con la nostalgia propia del paisaje mágico de Lugo y Pontevedra como trasfondo, la cámara inicia su recorrido en los dos mendigos, que, en la puerta de la iglesia, añoran los tiempos pasados mejores y justifican “no tener la culpa de existir” en la miseria. “Al menos, ahora, hay paz”, completan.
El micrófono no esconde la nostalgia de un grupo de hombres que, en torno a una partida de cartas, enumeran la decena de elogios y títulos honoríficos y populares con los que se enaltecía al General Francisco Franco. “Hombre providencia”, “General de todos los ejércitos”, “Único vencedor del marxismo en el campo de batalla”, aparecen en esa seguidilla de elogios hacia el líder falangista.
A partir de entonces, el viento cambia sustancialmente. El testimonio de Celsa, rememorando su vivencia de ex presa política abre otra ventana, la de los derechos humanos vapuleados y la tragedia represiva generalizada.
O el ex soldado que recuerda la poca base social propia que tenían los falangistas entre la tropa franquista durante la guerra, aunque admite que el aparato militar arrasó contra los que desde adentro cuestionaban la línea oficial. Describiendo con palabras precisas los “dos tipos de miedos que existían, el temor a un hecho concreto y el pánico a sentir miedo”.
“Un preso es un ser vivo muerto”, enfatiza otro testimonio leído en off. Que se entrelaza con la propia visión de Miguel Ponte García, trabajador ferroviario, con una familia simpatizante a las ideas de izquierda, torturado, condenado a muerte, quien solicita un indulto y afirma: “He muerto varias veces (estando en la prisión), y el que resistió a morir fue mi cuerpo”.
Reactivar la memoria
“En España no ha existido la reconstrucción colectiva de esa etapa”, explica Eloy Enciso. Y lo ejemplifica: “mi primera idea era encontrar un solo texto de referencia a partir del cual trabajar mi película, pero no lo hallé. Recurrí a especialistas literarios que me dijeron que una obra de esa naturaleza, con gente de la calle hablando de sus vivencias cotidianas durante el franquismo, sería casi imposible a encontrar”.
Mi reflexión apunta a que no hay nada casual, continúa Enciso. “El franquismo hizo muy bien su trabajo”, apunta. En ese momento, nadie conseguía publicar sus ideas, especialmente si había elementos críticos, “y tuve que ir a la literatura del exilio, una parte del cual se había asentado en Argentina”.
Pero como no quería presentar solo una mirada de esa realidad, “me lancé a descubrir los vestigios de todo lo que no había sido la historia oficial”. Y fue complicado, porque solo existen memorias dispersas. Un legado roto, fragmentado, enfatiza. “Y eso lo muestra también mi film, organizado de esta manera, en capítulos. Y con la propuesta de una especie de obra coral, con muchas voces que poco a poco van construyendo un retrato de conjunto”.
“No pretendo mostrar lo que pasó, sino cómo sucedió, y percibir cómo funciona una sociedad totalitaria, sea en España o en cualquier parte del mundo”, subraya el joven realizador gallego formado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba.
Y que deja como secuela “un país sumido en una completa desmemoria” sobre esa etapa histórica, casi ausente en los contenidos escolares o, cuando está presente, presentada con una mirada tan sesgada como complaciente hacia el franquismo.
Pertenezco a una generación, acota Enciso, “que nació con una idea política fundamental, la transición política, que se consideró como ‘el’ modelo español. Construido sobre la premisa que si queremos ir hacia adelante no debemos mirar atrás. La idea subyacente de no reabrir heridas”.
La crisis española, “nos hizo dudar, a algunos de nosotros, de ese principio de la transición, que resultó falso”. Y nos reforzó, acota, en la premisa contraria: si no conocemos nuestra historia cómo va a ser posible avanzar. “Y de ahí la propuesta de investigar hacia atrás para entender mejor, no sólo de dónde venimos sino también quiénes somos”.
El estreno mundial
Participar en la selección oficial y en la competición internacional de la reciente 72° edición del Festival de Cine de Locarno (fotos) “constituye una alegría y gran honor”. Es, adicionalmente, una “gran recompensa al largo trabajo especialmente de Eloy –casi siete años desde que nació la idea-, y también del equipo”, señala Misha Bies Golas, el protagonista.
Quien a pesar de reconocer que se trata una “película difícil”, es también “absolutamente necesaria para recordar, para aprender, para saber”.
Y es, además, la posibilidad de continuar explorando un cine construido sobre la base de fuentes literarias y la participación de actores no profesionales. En este caso, la mayoría, fue seleccionada entre grupos gallegos de teatro experimental.
Luego de su estreno mundial en Locarno, Longa Noite, según anticipa su realizador, tiene asegurado un importante recorrido por festivales en diversos países, aspirando también a presentarse en las salas.
(*) En colaboración con Swissinfo.ch