Luis Fuks: "La violencia no empezó con Montoneros en los 70, empezó en el 55"
AGENCIA PACO URONDO conversó con Luis Fuks, quien fue oficial montonero y fundador de la Columna Norte de la Organización en el Gran Buenos Aires. Nacido en 1950 en un hogar peronista de Villa Luro, militó en grupos juveniles, siempre en el peronismo. Desarrolló múltiples actividades en el campo cultural: integró uno de los Grupos de Cine Liberación en los 60 y también formó parte de Teatro Abierto. En los 80 creó Puntosur, una editorial importante en la etapa del regreso a la democracia.
En su libro Crónicas de la patrulla perdida. Amor, deseo, revolución y muerte en los 70 rescata la lucha y los ideales de toda una generación, reflejando las críticas internas hacia la Conducción Nacional de la misma. No sólo se trata de un documento, de una historia de vida narrada con la rigurosidad histórica que merece, sino que también le suma una prosa exquisita, magistralmente expuesta, que permite sumar al hombre y sus sentimientos con el férreo militante.
Agencia Paco Urondo: Contame sobre tu libro ¿Cómo lo concebiste?
Luis Fuks: La Patrulla Perdida es un libro que pensé durante 46 años, a partir del ´76 y empezó a tener su concreción en el año 2012. Hice un taller literario con una compañera, Susana Swarc, muy buena escritora y tallerista. Ahí ya había escrito algunos capítulos de algo que no sabía bien qué era. Después de mucho tiempo, me di cuenta que era una crónica ya que era como el testimonio autobiográfico sobre hechos históricos.
Tardé seis años en escribirlo y me ayudó mucho ese taller, me hizo despegar porque leí muchos capítulos con los compañeros que lo integraban y con Susana. También laburé (y laburo) como editor, tenía 20 años y sacamos 200 libros en cinco, después me fui a laburar al Estado. Fuí Director Nacional del Libro en el 89, con Menem, porque era el único editor peronista, calculo, y ese año mi socio la fundió y fue una pena porque era una editorial con una experiencia que me permitió conocer a un montón de autores que después transité en esta experiencia. Edité libros de Roberto Baschetti, Alcira Argumedo, Nicolás Casullo, Jorge Rivera, gente muy importante para el pensamiento nacional y popular, para el peronismo y Argentina.
Estuve seis años con vaivenes, con ayuda de mucha gente, parejas, compañeros, amigos, mi terapeuta -que me salvó la vida- personas que me incitaban a escribir lo que había vivido. Lo empecé a escribir de una forma absolutamente caótica, como si fuera un mosaico y armé una estructura: los tiempos de un militante, la historia de los albores - los tiempos adolescentes de esa militancia- y también están las mañanas, el comienzo, las tardes, que es más avanzado, y las noches que es singular no plural porque después del `76 hasta el `83 vivimos una larga noche.
APU: Una vez publicado el libro ¿Qué experimentaste? ¿Qué respuesta recibiste de los lectores?
L.F.: El libro tiene varias cosas bastante particulares, he tenido buenas críticas, va por la tercera edición, lo edité yo y a raíz de eso fundé la editorial. Fue una gran exorcización de mi historia, logré sacar los demonios, mostrar mi infierno -uno tiene también su infierno-, puse toda la carne al asador. Son historias que parecen inconexas pero que si uno las lee como están en el libro, incluso en forma correlativa, podría ser como Rayuela. Ya tiene dos años. No me ha dado satisfacciones personales porque es muy duro. Algunos amigos escritores me han dicho que es un libro amable, lo cual parece que es una buena crítica, ya que es un libro que se deja leer.
APU: En varios relatos, figurás en tercera persona con el nombre de “Darío”.
L.F.: Ese era mi nombre de guerra en la orga y en la lucha revolucionaria. En algunos capítulos pasa de la tercera a la primera persona. Es un recurso, porque tiene algo que me requirió varias sesiones. Al final, hay una carta donde Darío se despide, lo saluda a Luis que soy yo, el otro. Le dice que en adelante ahora es él el que tiene que seguir la tarea de Darío, termina en el 83. Lo mato a Darío, ahí. Muchos autores matamos a los personajes.
APU: ¿Todos los relatos son reales?
L.F.: Todo lo que está en el libro es verdad: mi verdad de Ezeiza, mi verdad de Rucci, mi verdad de la fusión, las diferencias con la Conducción Nacional. Yo fundé la Columna Norte de Montoneros, viví todo ese proceso, fue la columna rebelde, fue intervenida tres veces por la Conducción Nacional en toda la interna, viví esa interna dura de movimientismo contra militarismo. Junté la militancia territorial y sindical, porque trabajé en el astillero Astarsa y fui delegado, la junté con la experiencia de mi familia porque mi viejo era militante peronista y sindical y fundó Luz y Fuerza. A mi casa venía Berni. Siempre rescato de dónde vengo y lo que hice, yo siempre digo que el gran problema de la sociedad argentina es la falta de debate sobre los 70.
No estamos en la agenda política, no existimos. Existen las consecuencias de la lucha, pero no está planteado por qué dimos esa lucha, por qué adoptó en forma hegemónica el conjunto de la juventud en aquella época la lucha armada. Estoy hablando de sectores políticos enteros, jóvenes peronistas, radicales. Sergio Gas, el hijo de Adolfo Gas y la mano derecha de Alfonsín que venía de la Junta Coordinadora fue compañero mío en la Columna Norte. Compañeros que venían del PC, PCR, Troskos. Después católicos, judíos, musulmanes.
La JUP ganaba en todas las elecciones en la facultad, fue la única vez que Franja Morada perdió en todos lados en toda su historia. Esto no se revisa. Conseguimos con la lucha una democracia en el 83, que terminó vaciada contenido, una democracia vigilada por los monopolios, las corporaciones y por la hegemonía de los multimedios, que permitieron que se hablara de los desaparecidos, los muertos, los compañeros tirados al río, las compañeras violadas, los pibes apropiados, las propiedades robadas, eso no se podía tapar, pero las causas sí se taparon. ¿Éramos cuatro loquitos que un día nos levantamos y decidimos tirar tiros? ¿Esta es nuestra historia? Yo no quiero eso. Yo quiero estar en la agenda política. Quiero que se debata, estoy dispuesto a sentarme con cualquiera: con los del PRO, con los militares, con el que quiera. Estoy dispuesto a debatir todo. Hoy nuestra sociedad tiene 11 millones de pobres y seis millones de chicos bajo la línea de nutrición.
Yo vengo de una Argentina del 50 que fue una sociedad salarial, destruida entre el 76 y el 83. Y esto que tenemos hoy es el diagnóstico que nosotros hacíamos en el ´70 de lo que iba a pasar si no nos determinábamos a cambiar las cosas. Por eso nos eliminaron, porque teníamos razón. La realidad de hoy determina que teníamos razón. A nosotros nos eliminaron por los aciertos, no por los errores.
Tuvimos errores, sí, muchos. Sin embargo, nos pusimos una sociedad al hombro, una sociedad pacata, hipócrita, que colaboró con la represión. Hubo padres que entregaron a sus hijos, militares que dijeron “no, no se lo vamos a cuidar”. Hubo sindicalistas que marcaban a otros sindicalistas que querían hacer cambios; hubo partidos políticos que entregaron compañeros porque habían arreglado con Videla para que no los maten…y los mataron y los secuestraron y los torturaron igual. Hicieron un infierno, y la sociedad lo que tenía que hacer era asumir que veníamos mal, en el 70, el país entró en un declive a partir del 55.
APU: ¿Creés que falta discutir todavía sobre la violencia en los años 70?
L.F.: Perón hizo una revolución entre el 45 y el 55, después vino una resistencia porque lo que quería la gente era reponer a su presidente constitucional. Nos quieren adjudicar a nosotros la violencia política de los 70, no se permite decir guerrilla ni Montoneros porque es mala palabra, cuando en realidad la violencia la empezaron ellos en el 55. En junio de ese año bombardearon la plaza, el único caso en el siglo 20 donde una aeronáutica bombardea a su propio pueblo. En septiembre lo derrocan a Perón, que era constitucional. Fusilaron a 56 militares que lo quisieron reponer. A Frondizi le dan los votos para que sea presidente, y traiciona al pueblo peronista con el plan CONINTES metiendo presos a los delegados sindicales. En el 66 intervienen las universidades y hasta la Caja de Ahorros.
No se podía hacer política ni en el club de barrio. ¿Qué querían que hiciéramos? ¿Que nos quedáramos en casa?.En el 66 empieza toda la línea económica liberal. Krieger Vasena en el 66, Martínez de Hoz en el 76, y Cavallo con Menem y Macri. Esa línea destroza la economía Argentina. Un país rico con reservas naturales excepcionales que no tiene ningún otro país del mundo, lo balcanizan, destruyen el tejido social, crean un pueblo con gente que tiene hambre en un país que produce alimentos para 400 millones y no puede darle de comer a 44.
Todos los compañeros que murieron después, en la democracia, fallecieron porque nos estamos muriendo de tristeza, porque estamos viendo cada vez peor a nuestra sociedad, cada vez más arrinconada, cada día naturalizan más el estar peor. La resistencia es muy fraccionada, no hay una orgánica política, una conducción y un proyecto de país que nos permita salir. Se me caen las lágrimas...qué lástima.
APU: ¿Estás escribiendo en estos tiempos?
L.F: Sí, estoy escribiendo un segundo y un tercer libro, uno que se llama “Perón o muerte, Viva la patria” y cada capítulo está dedicado a un compañero.
No tengo problema en hablar de las cosas más íntimas porque tengo la vida regalada hace 40 y pico de años y le debo a las voces que escucho por las noches que son los compañeros que no están y que me llevan adelante para poder hablar lo que ellos no pueden decir, no tengo nada para ocultar.
Estuve ahí, soy un sujeto histórico y un protagonista, soy uno de los que estuvo ahí. Un sujeto, no un objeto. Hay más de 300 libros escritos sobre Montoneros, de los cuales sólo 7 están escritos por sujetos, por compañeros que estuvieron, imaginate la proporción.
Esto sin criticar a los que escriben sobre el tema, al contrario me parece buenísimo y aprecio mucho todos los laburos, sobre todo por ejemplo Rocío Otero que tiene un libro excelente. Roberto Cavallero también.
APU: ¿Cómo es tu relación con los jóvenes hoy? ¿Cómo ves actualmente a la militancia?
L.F.: He formado varias agrupaciones en el 83, las he fundado y me he ido. La verdad que las agrupaciones lamentablemente son endogámicas, se instala esta democracia y la Junta Coordinadora con Alfonsín y una matriz de militancia que depende del trabajo del Estado, es decir, hoy la militancia es rentada, genera gerentes, no militantes. Entonces toda la etapa superior de la militancia de las agrupaciones es rentable. En los 70 no era así la militancia, teníamos laburo, yo laburo hasta el 76, cuando me vienen a buscar. A veces me invitan dirigentes de La Cámpora.
Hay un gran interés en “qué fue el `70”. Me he encontrado con pibes de 20 años, una generación que también le importa la creación desde los 40 a los 50. Las preguntas eran bárbaras. Hay un interés en este tema de cómo se militaba, por qué y para qué. Y también, está la morbosidad de “mataste a alguien o no”, está esa historia pero es menor a esta altura. Preguntan cómo fuimos capaces de construir esas organizaciones masivas que se ven en la tele, en los documentales, que hoy no están.
APU: Luego del resultado de las elecciones, de las PASO, y ante el inevitable avance de la derecha ¿Qué opinión te merece todo lo que está sucediendo?
L.F: Creo que hoy vivimos una crónica anunciada, hace 40 años que estamos en una democracia vigilada por los monopolios, y una dirigencia política que no sale de una metodología de construcción endogámica. No sostenerse en el pueblo, no construir de abajo para arriba. Creo que en el peronismo hay carencias muy grandes para entender la necesidad del fortalecimiento institucional. Necesitamos un PJ fuerte. Creo que hay poca importancia en la política. Hay una militancia muy grande a la que le interesa construir pero no hay una súper estructura que responda a esa realidad, y ahí es donde encontramos esta especie de desviaciones, de sectores que empezaron ya en el 2015 a expresarse a través de Juntos por el cambio, y que hoy expresan una derecha más extremista como la de Milei. Expresa el descontento de muchos sectores populares, muchos jóvenes sin salida. Nos han ido acorralando las políticas neoliberales.
Hay compañeros que siguen opinando que hay que mejorar este capitalismo, y yo creo que no, que al capitalismo no hay ninguna posibilidad de mejorarlo. Lo que hay que hacer es reemplazarlo con el tiempo por una tercera posición, que es la comunidad organizada, que son las fuerzas productivas expresadas y representadas políticamente por las organizaciones libres del pueblo. Creo que es el único camino, universal, no solo para Argentina. Hace falta un rescate de las identidades populares. El peronismo no ha muerto porque hay una memoria histórica en el pueblo que todavía lo reivindica como el hecho maldito del país burgués, como transgresor, como revolucionario. Muchos dirigentes de nuestro movimiento no han leído los libros de Perón y de Evita.
Yo veo que muchos compañeros míos se están muriendo de tristeza, porque todos estos años, salvo el período kirchnerista, hemos visto una conducción errática de nuestro movimiento. Hoy carecemos de conducción, de organización, de metodología, y de objetivos. Y todo eso nos hace tener una posición light. De todas maneras creo que este Frente nuevo que se armó ahora quizás logre derrotar a Milei. Ojalá ganemos, de lo contrario creo que la perspectiva del país va a ser gravísima.
El movimiento obrero también, que siempre ha sido protagonista por su militancia, sus organizaciones y sus muertos, hoy está poco participativo, nunca tienen un candidato propio.